Sigan a esa rubia
Adolescencia en fase terminal. En el equipo de m¨²sica, un Bettor dual, no para de sonar un disco. Once I had a love... Vuelve a sonar. Once I had a love... En la portada, una rubia, algo Marilyn, algo Bardot, algo bad girl, capitanea una escuadra de uniformados caballeros elegancia prestada de los sixtie a punto de dar el golpe en el CBGB. Tienen nombre de hero¨ªna dom¨¦stica de c¨®mic, y al destaparse, todo el sabor intenso de un bote de mermelada ba?ado en anfetaminas. ?Qui¨¦n dijo aquello de que eran como un punto de encuentro entre Ramones y Ronettes? Mejor todav¨ªa, es la alegr¨ªa del pop que ha vuelto y la energ¨ªa del rock que nunca se debi¨® ir y que ahora el punk nos deja en testamento. Pero a m¨ª no me gusta el punk y su nihilismo y me gusta sobre todo este disco, Parallel lines. Y todas sus canciones. Lo memorizo porque ser¨¢ mi disco de cabecera en aquella temporada 1978-1979. Ahora treinta a?os despu¨¦s celebramos la efem¨¦ride con edici¨®n para las ocasiones. Para el cumplea?os se ha sumado un DVD con los v¨ªdeos promocionales de algunas de las canciones del disco, entre otras, el burbujeante Heart of glass y una actuaci¨®n del grupo en la BBC en el programa Top of the Tops. En el cap¨ªtulo de extras, cuatro temas, versiones remix de Fade away and radiate y Hanging the telephone, single y extensa del omnipresente Heart of glass, y una perlita de Huelva, que podr¨ªan haber firmado Fran?oise Hardy o Lio, Sunday girl en versi¨®n french y Debbie Harry sin pelos en la lengua de Rimbaud y Claude Fran?ois.
Y ahora as¨ª que pasan treinta a?os volvemos al instante preciso cuando el rock recobr¨® su aliento femenino. Como si Phil Spector, antes de entrar en el lado tenebroso del show-biz, hubiera puesto al d¨ªa, con una inyecci¨®n de Bullshot -c¨®ctel energ¨¦tico donde los haya-, su agenda de chicas, de Crystals a Ronettes, y otras vecindades, Shangri-Las y Lesley Gore, que ten¨ªa pinta de enfermera y de peinado inmaculado. Y la filosof¨ªa aristot¨¦lica del You really got me de The Kinks. Debbie Harry, ya entonces toda una se?orita, y voz de gatita, aunque sin llegar a los extremos vocales de otra dama felina como Ann-Margret, se coronaba como futuro estandarte del Girl Power, para espejo de las Madonna y todas las ambiciones rubias por venir, mientras al otro lado del underground neoyorquino, Patti Smith, se posicionaba como el otro icono de rock y moda. Debbie Harry abr¨ªa la senda de las cantantes camale¨®nicas del rock y su glamour nueva ola hac¨ªa las delicias de los editores de revistas de costa a costa, del Interview de Andy Warhol al Wet de Leonard Koren. Hasta nuestro Disco expres remozado, le dedicar¨ªa portada al grupo mientras Parallel lines dejaba frondosa y abundante semilla para las pr¨®ximas d¨¦cadas. S¨®lo dos a?os despu¨¦s, el grupo The Knack tomaba la misma vehemencia y rotundidad con su My Sharonna. Treinta a?os despu¨¦s, Parallel lines, como los discos destinados a restar cl¨¢sicos -un don que los dioses conceden de vez y cuando y en junta extraordinaria-, conserva perennes todas las virtudes que hicieron de ¨¦l, obra epif¨¢nica y referencial, caja de resonancia de un pasado moderno y futuro, ecl¨¦ctico y posmoderno. Treinta minutos de felicidad. Retengamos los nombres para la gloria: Debbie Harry -otra vez-, Chris Stein -el contrapeso masculino-, Jimmy Destri, Nigel Harrison, Frank Infante y Clem Burke. Y Mike Chapman, que ofici¨® de productor de un disco que consigui¨® vender veinte millones de copias. Como antecedentes, Chapman contaba con el glam pegajoso y pandillero de Sweet, referencias nada despreciables. Luego hasta supimos que para seguir la tradici¨®n, nuestra rubia favorita en realidad era tan morena como la de la copla. Cosas que pasan. -
Parallel lines (edici¨®n 30? aniversario). Blondie. Emi.
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