?Dejad en paz a Walesa!
Le escribo porque la mayor¨ªa silenciosa no reacciona ante la campa?a de difamaci¨®n contra Walesa. Me desespera que se crucifique a una persona que supo plantarse cuando la valent¨ªa costaba muy cara. Le pido que haga o¨ªr su voz". Decid¨ª hablar, aunque sab¨ªa que no convencer¨ªa a los sabuesos que trataban de despedazar a su presa. Conozco su mentalidad, recuerdo lo que escribieron de Walesa bajo la dictadura comunista. El libro que describe los contactos de Walesa con la polic¨ªa comunista no es hist¨®rico ni cient¨ªfico, es un acta de acusaci¨®n. Pero las acusaciones no son sentencias y, menos, cuando sus autores no son honestos, no entienden la ¨¦poca que describen, la compleja personalidad de Walesa ni el car¨¢cter de los agentes comunistas. Walesa, obrero joven e inexperimentado, pudo cometer un error, pero como activista de los sindicatos libres, l¨ªder de la huelga de Gdansk de 1980, presidente de Solidaridad, preso de la junta de Jaruzelski, l¨ªder de la resistencia clandestina, premio Nobel de la Paz y presidente de Polonia, no fue confidente de los comunistas.
El l¨ªder de Solidaridad pasar¨¢ a la historia; sus difamadores quedar¨¢n en el olvido
Los archivos de la polic¨ªa comunista est¨¢n llenos de fango y mentiras
La polic¨ªa quer¨ªa que se creyese que era un traidor y elabor¨® muchos documentos falsos que afirmaban que Walesa era el confidente Bolek, que vend¨ªa a sus colegas, l¨ªder de las huelgas por orden de la polic¨ªa; que ech¨® de Solidaridad a los mejores dirigentes y reuni¨® a su c¨²pula en v¨ªsperas del golpe de Jaruzelski para que los comunistas la atrapasen y encarcelasen. Me pregunto, ?qu¨¦ polic¨ªa del mundo desprestigia as¨ª a su agente?
El actual presidente de Polonia, Lech Kaczynski, tampoco se cre¨ªa entonces que Walesa fuese un confidente. En cierta entrevista dijo que present¨ªa que en el pasado de Walesa hab¨ªa algo oscuro, pero consideraba el problema zanjado. "Yo sab¨ªa que todos ten¨ªamos debilidades y que la polic¨ªa pegaba a los obreros. Pens¨¦ que algo malo pudo ocurrir, pero consider¨¦ que Walesa supo levantar la cabeza y hacerse fuerte. Desempe?¨® un papel singular en la historia polaca y nunca cre¨ª que fuese un confidente". El propio Walesa escribi¨®: "Tuve contactos con la polic¨ªa y no sal¨ª limpio de aquellos contactos. Me hicieron firmar algo". Yo me lo creo. No s¨¦ si los documentos presentados en el libro son aut¨¦nticos, pero s¨¦ que los polic¨ªas no escrib¨ªan en sus informes lo que o¨ªan, sino lo que quer¨ªan o¨ªr. Pero supongamos que los documentos dicen la verdad y Walesa, a comienzos de los a?os setenta, tuvo contactos con la polic¨ªa. Probablemente entonces lo hubiese condenado, pero hoy no puedo tirarle la primera piedra, porque recuerdo al l¨ªder de las huelgas, fiel a la causa aunque estuvo aislado un a?o de sus colegas. De su actitud inquebrantable depend¨ªan la suerte de Solidaridad y la lucha clandestina.
Con su firmeza, Walesa levant¨® su monumento que no destruir¨¢n esos seres ruines que no saben que uno no se conoce hasta que el destino no lo pone a prueba. Por eso siempre conside-rar¨¦ seres mezquinos a aquellos que, crey¨¦ndose puros, gozan descubriendo los pecados ajenos. Cuando dicen que buscan la verdad, ocultan que su verdad proviene de la mentira, porque la ruindad es hermana de la mentira. Si Walesa pis¨® en falso en los setenta hay que compadecerle, pero si supo romper con la polic¨ªa y luchar contra la dictadura, hay que rendirle homenaje. Pocos se comportaron as¨ª.
Nunca fui cortesano de Walesa, muchas veces me atac¨® brutalmente y yo muchas veces lo critiqu¨¦, pero siempre fue para m¨ª especial. En ¨¦l conviv¨ªan el ego¨ªsmo y la sabidur¨ªa campesina con el carisma del gran tribuno. Sab¨ªa hechizar a las masas y manipular a la gente, ten¨ªa la habilidad del intrigante y la grandeza del l¨ªder de una revoluci¨®n pac¨ªfica. Carec¨ªa de cultura y de conocimientos, pero sab¨ªa aprovechar los consejos de los expertos, aunque siempre desconfiaba de ellos. Yo pensaba de ¨¦l: "Es un tramposo honesto, un mentiroso sincero", pero nunca un confidente.
Cuando perdi¨® las presidenciales de 1995 o¨ª hablar a dos de sus amigos ya enemistados con ¨¦l: "Te comportas como si fueses la viuda de Walesa", dijo uno y el otro le respondi¨®: "Y t¨² como si te hubiese dejado hu¨¦rfano". Y los dos dijeron la verdad, porque Polonia sin Walesa en la vida pol¨ªtica era otra.
Walesa se perdi¨® muchas veces, pero ahora se ha perdido la democracia polaca, porque permite a unos miserables que traten de destruir a una gran figura con un suceso de hace m¨¢s de 30 a?os. Leo los textos de esos seres mezquinos y veo pu?os dispuestos a golpear sin compasi¨®n, y es que la dictadura es el para¨ªso para los criminales y la democracia, el de los seres ruines.
Esos ruines se creen que todo es v¨¢lido en la lucha por el poder, que la gente carece de principios y valores, que su ¨²nico m¨®vil es el ego¨ªsmo. Creen que todos son como ellos, pero Walesa nunca fue un ser ruin.
Jaroslaw Kaczynski, hermano del presidente, dijo que el libro que denigra a Walesa golpea al establishment, pero diga lo que diga, Walesa pasar¨¢ a la historia y sus difamadores ser¨¢n olvidados. As¨ª piensa el establishment polaco que cree en la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero nunca dir¨¢ como los jacobinos: "Si no te hermanas conmigo, te matar¨¦". Cree en la tolerancia, el respeto por la dignidad humana, la bondad y la reconciliaci¨®n y no en el odio y la revancha. Cree que los m¨¦ritos se deben respetar, aunque sean de los adversarios, que la pluralidad de las razones y valores es un pilar de la democracia, que nadie dispone de la verdad absoluta y que no se delata a los compa?eros, ni se patea al que yace en el suelo. Cree que los archivos de la polic¨ªa comunista no pueden ser fuente de ning¨²n saber positivo, porque est¨¢n llenos de fango y mentiras. Los que se valen de esos archivos dan una victoria a la polic¨ªa comunista.
Muchos de esos miserables dicen: la lucha contra el comunismo comenz¨® en Polonia en 2005, con el triunfo electoral de los hermanos Kaczynski. Prometieron una revoluci¨®n moral y la pusieron en marcha seg¨²n sus propias costumbres, declarando la guerra a todos los que ten¨ªan otras ideas o hicieron algo por la democracia, la libertad y la independencia sin deberles nada a los gemelos. Los canallas ponen la etiqueta de enemigos de la libertad de la ciencia y de la verdad a quienes les critican. Una vez me contaron que la polic¨ªa comunista fabric¨® pruebas falsas sobre una aventura amorosa del entonces obispo de Cracovia, Karol Wojtyla, que posteriormente ser¨ªa el papa Juan Pablo II. ?Sacar¨¢n esos miserables esa "verdad" de los archivos comunistas?
Nunca pens¨¦ que, en el 25? aniversario del premio Nobel de la Paz, alguien pagar¨ªa as¨ª a Walesa lo que hizo por Polonia. Por eso, al creador de Solidarnosc, le deseo: "Que nunca te falte como bendici¨®n la maldici¨®n de tus enemigos".
Adam Michnik es escritor polaco. Este art¨ªculo es un resumen de otro m¨¢s amplio. Traducci¨®n de Jorge Ruiz Lardiz¨¢bal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.