Sobre el racismo en las aulas
Imaginemos un plat¨® de televisi¨®n -no hace falta mucha imaginaci¨®n para ello, lo podemos ver a diario-, en el que, con el tir¨®n del t¨ªtulo ?Qu¨¦ piensas de tus vecinos?, la persona invitada, consciente de su visibilidad medi¨¢tica, responde a las preguntas del presentador:
"?Te llevas bien con ellos?".
"En general, s¨ª".
"?Ah! y ?s¨®lo en general? ?Alguno te fastidia en particular?".
"Tanto como fastidiar... a veces, s¨ª".
"Cuenta, cuenta".
"Bueno, con esa gente ya se sabe".
"?Vienen de afuera?".
"S¨ª".
"?Qu¨¦ les reprochas? ?El ruido, la promiscuidad?".
"El griter¨ªo que arman, no te dejan ni dormir".
"Claro, sus fiestas".
"Se l¨ªan a gritos hasta en la escalera".
"Tienen muchos cr¨ªos, ?verdad?".
"M¨¢s de la cuenta".
Si la bestia del racismo puede anidar en el ser humano, no contribuyamos a despertarla
Etc¨¦tera.
Traslad¨¦monos ahora a un centro escolar en el que los alumnos de secundaria son invitados a marcar una crucecita indicativa de su apreciaci¨®n positiva o negativa en una decena de casillas en las que se lee: Gitanos, Marroqu¨ªes, Jud¨ªos, Europeos del Este, Africanos, Asi¨¢ticos, Latinoamericanos, Estadounidenses..., y pong¨¢monos en la piel de una muchacha o de un joven que, en el brete de valorar a una comunidad que tal vez desconocen, dar¨¢n una respuesta basada, no ya en la experiencia propia de las aulas, sino en los prejuicios de la opini¨®n ajena: "Esa gente no es como nosotros", "Tiene costumbres extra?as", "Viene de forma ilegal"... Cuanto han o¨ªdo en casa, en la calle o en el metro se concreta de golpe ante la casilla en blanco.
Escribo esto a prop¨®sito del reciente estudio llevado a cabo, con las mejores intenciones del mundo, por el Observatorio de Convivencia Escolar, organismo dependiente del Ministerio de Educaci¨®n, sobre el racismo y los prejuicios ¨¦tnicos existentes en las aulas de toda Espa?a, y cuyas conclusiones han sido para muchos, mas no para m¨ª, "un jarro de agua fr¨ªa".
Dejando de lado la conveniencia de tales encuestas -asunto sobre el que vuelvo luego-, sus resultados no constituyen ninguna novedad, ya que repiten los que figuraban en la realizada en la pasada d¨¦cada en el ¨¢mbito de la Comunidad de Madrid.
Muy poco glorioso palmar¨¦s de los prejuicios del estudiantado coincid¨ªa casi con el actual. En el primer puesto de la clasificaci¨®n discriminatoria se hallaban los gitanos. En el segundo, los magreb¨ªes; en el cuarto (?fr¨®tense los ojos de asombro!), los jud¨ªos. Ven¨ªan a continuaci¨®n los iberoamericanos y africanos... El tercer lugar -cuya casilla fue borrada en la actual encuesta- correspond¨ªa (?frot¨¦monos de nuevo los ojos!) a los catalanes: ?una singular manifestaci¨®n de convivencia interpeninsular que nada ten¨ªa que ver por aquellas fechas con el Estatut ni con las competencias econ¨®micas reclamadas por la Generalitat!
Entendemos muy bien, por razones de elemental correcci¨®n pol¨ªtica, que los encuestadores del Foro de Convivencia Escolar se abstuvieran de incluir la casilla correspondiente a los catalanes.
Pero entendemos menos bien algunos puntos de la encuesta y, sobre todo, su divulgaci¨®n. Pues, ?es ¨²til escarbar en los sentimientos y pulsiones m¨¢s bajos del ser humano respecto a las diferencias raciales, ¨¦ticas, religiosas o sociales? La denuncia de los acosadores, tanto en las aulas como fuera de ellas, y la defensa de los acosados son un deber primordial: nos concierne a todos.
Pero preguntas de la ¨ªndole "?Te gustar¨ªa trabajar o compartir estudios con un gitano, un magreb¨ª o un jud¨ªo?" ?ayudan a combatir la discriminaci¨®n? No estoy convencido de ello. Ya que si la convivencia en las aulas con algunas de las comunidades gitanas en la encuesta puede plantear problemas que la pol¨ªtica educativa del Estado debe resolver con la energ¨ªa y serenidad que se imponen, ?cu¨¢ntos alumnos frecuentan a compa?eros jud¨ªos y se inquietan ante la idea de trabajar codo a codo con ellos? Su n¨²mero es insignificante: se trata de jud¨ªos mentales.
Y, sin embargo, el 56,5% del alumnado se muestra reacio a convivir con quienes s¨®lo conoce de o¨ªdas. ?No ser¨¢ entonces, me pregunto, la propia encuesta y la casilla vac¨ªa, las que activan dicho rechazo? Las estad¨ªsticas pueden ser ¨²tiles a condici¨®n de que se manejen con prudencia.
Si la bestia del racismo anida potencialmente en el ser humano, no contribuyamos a despertarla con el noble prop¨®sito de combatirla con los instrumentos que nos procuran las ciencias de la informaci¨®n.
El contenido de muchos espect¨¢culos televisivos volcados en la exposici¨®n nauseabunda de lo privado en la esfera p¨²blica es un elocuente indicativo del peligro que acecha al planteamiento y la difusi¨®n de algunas encuestas que, al interpretar la realidad, consciente o inconscientemente, la deforman o alteran.
Juan Goytisolo es escritor.
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