Las l¨¢grimas de Ramos
El espa?ol, v¨ªctima de sus dudas, acaba quinto en taekwondo tras optar al t¨ªtulo
El hombre duro se puso a llorar al llegar a semifinales. El cresp¨®n negro en honor a su padre pend¨ªa de su brazo. La maltrecha rodilla derecha escoc¨ªa tras un golpetazo. Y su rostro, m¨¢rmol duro, cuarzo y roble, se rompi¨® en mil pedazos cuando todo estaba a¨²n por ganar. "Estas emociones son jodidas, muy jodidas. Esta es la ilusi¨®n de mucha gente". Juan Antonio Ramos, campe¨®n mundial de taekwondo de menos de 58 kilos, perdi¨® ayer el bronce en el ¨²ltimo suspiro -qued¨® el quinto- se dej¨® la mano izquierda y media rodilla en ello, y sufri¨® un mundo en el camino.
Nada m¨¢s terminar su primer combate, Ramos enfila la bocana del vestuario y estalla mostrando con ira sus dientes mellados. "Nos tienen man¨ªa", dice. "Parece la espina de siempre. Le he metido cuatro puntos y no han subido al marcador", cuenta sobre su combate contra el belicense Mart¨ªnez (2-1). "No s¨¦ qu¨¦ hay que hacer. La puntuaci¨®n es extra?a. En los Juegos de Atenas ya fue un esc¨¢ndalo". Ramos, cuarto en la cita griega, mastica el drama desde la primera luz del d¨ªa. Se recluye durante cuatro horas en el vestuario, esperando el pr¨®ximo combate. Pide pasta blanca, sin aditivos. Y sigue pensando sobre sus emociones, una tormenta desatada en su interior, el mundo a sus pies a cambio de traicionarse a s¨ª mismo. Ramos es puro fuego. Y todos, su t¨¦cnico; el seleccionador; y Brigitte Yag¨¹e, campeona mundial y su novia, le piden que sea fr¨ªo. Hielo congelado contra su coraz¨®n encendido.
"?Vamos peque?o, vamos!", le grita Brigitte desde la grada. "Poco a poco Ramos, poco a poco", le insiste en cuartos, a un paso de las medallas. Y Ramos, pensando. El instinto o el plan. Brillan desde lo alto de la grada una decena de c¨¢maras, cada una en las manos de un t¨¦cnico de equipo. Y Ramos, pensando. El instinto o el plan. Las c¨¢maras siguen operando mientras un potente ordenador port¨¢til analiza el combate. Y Ramos, en la pr¨®rroga, con la victoria en la mano del primero que punt¨²e. El instinto o el plan, la sangre o la estad¨ªstica. "?Finta!, ?Finta!", se escucha. "?Finta Ramos, por Dios!", se imagina. "?Hay que moverle!". Y Ramos, con la cabeza a¨²n marcada por las manos de Mart¨ªn, su maestro, que antes del combate le recorre el cr¨¢neo, le suelta, y le dice con los dedos: "?Tranquilo, Ramos!". Consejo aprendido. Ramos, fr¨ªo, llega a semifinales. Y llora. "Esto es importante para mucha gente".
Ramos se imagina con la medalla al cuello. Superado el escollo de los cuartos en la muerte s¨²bita, pierde el pase a la final en el mismo punto. Llega cojo a la pelea por el bronce. Mide mal. Derrota (4-1), l¨¢grimas y despedida. "Nadie se acuerda de los quintos. Hab¨ªa venido a por medalla", dice, destrozado, rotas la cara y el alma. "Me he quedado con la misma mierda que en Atenas".

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.