El ordenador est¨¢ en la Red
A mediados de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo pasado se produjo un hecho fundamental y que ha resultado trascendente para la sociedad en que ahora vivimos: el cambio que avisaba la socializaci¨®n de Internet, gracias a su privatizaci¨®n en el a?o 1995. Era el nacimiento de la nueva sociedad de la informaci¨®n. Este escaso lapso de tiempo para la historia de la humanidad ha demostrado que el uso de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n (y de Internet en particular) est¨¢ cambiando la sociedad en todos sus estamentos, lo que confirma que Internet es la columna vertebral de la revoluci¨®n que estamos viviendo.
En el terreno social, ya nadie pone en duda el inmenso poder de transformaci¨®n que las TIC tienen en nuestra sociedad del siglo XXI. Nadie duda de que Internet ha sido la provocadora de esta revoluci¨®n social y de que los ordenadores son la herramienta esencial de interrelaci¨®n en la Red.
Internet es la columna vertebral de la revoluci¨®n que estamos viviendo
?C¨®mo va a ser esa transformaci¨®n y c¨®mo podemos prepararnos?
En el terreno econ¨®mico, este fen¨®meno ha contribuido a que la industria tecnol¨®gica haya pasado a tener un papel protagonista en las econom¨ªas mundiales. Las TIC han aumentado la competencia global del sistema econ¨®mico y representan ya el ¨²nico factor que podr¨¢ permitir, gracias a los incrementos de productividad que facilitan, sostener el actual estado de bienestar de que gozamos, manteniendo e incluso impulsando mejoras sociales generalizadas. Si algo caracteriza a esta era es la velocidad con que se producen los cambios. Y estos cambios van afectar a la propia Internet.
El enorme crecimiento de las redes sociales es un dato muy significativo de c¨®mo la Red evoluciona vertiginosamente. En s¨®lo unos pocos a?os, nos estamos encontrando con una Red dise?ada sobre unos patrones de funcionamiento que van perdiendo validez. La conexi¨®n desde el ordenador del usuario hasta el centro de recursos ya no es la ¨²nica forma de operaci¨®n.
Hemos de pensar en que dispondremos de m¨²ltiples dispositivos o aparatos (incluyamos electrodom¨¦sticos) conectados a Internet y que accederemos a todos ellos desde cualquier lugar y a trav¨¦s de una gama cada vez m¨¢s variada de dispositivos. En otras palabras, pronto tendremos m¨¢s m¨¢quinas y aparatos funcionando por Internet que personas navegando por la Red.
Y la pregunta obvia es ?c¨®mo va a ser esa transformaci¨®n y c¨®mo podemos prepararnos? La transformaci¨®n anunciada se plantea con el siguiente paradigma: "el ordenador est¨¢ en la Red". Es decir, el ciudadano s¨®lo necesitar¨¢ un dispositivo simple, dotado de navegador conectado a la Red, para acceder a los servicios que ofrece Internet y para subir sus contenidos a laRed. No ser¨¢ necesario disponer de capacidad de proceso ni de almacenamiento a nivel de usuario. La reciente apuesta de grandes empresas tecnol¨®gicas por la fabricaci¨®n y venta de equipos de muy bajo coste es un s¨ªntoma de esta evoluci¨®n aparentemente regresiva hacia dispositivos ligeros. Despu¨¦s de muchos a?os multiplicando las capacidades de los PC, aparece ahora el negocio basado en equipos de menores prestaciones y bajo coste. Por lo tanto, los recursos deber¨¢n estar disponibles para los usuarios, sin que ¨¦stos deban preocuparse de c¨®mo han llegado all¨ª. De manera an¨¢loga a lo que sucede con otros servicios b¨¢sicos como la luz o el agua.
Se acab¨® la necesidad de disponer de hardware costoso y de un software dif¨ªcil de configurar. Esto tiene mucho sentido y, desde un punto de vista conceptual, el tema es simple. Trasladando el s¨ªmil a otros sectores cotidianos como, por ejemplo, la automoci¨®n, nadie pensar¨ªa exigir a los usuarios de veh¨ªculos que tuvieran que adquirir piezas para instalar en su coche, o que supieran ajustar todos los elementos de los veh¨ªculos para poder conducir.
Lo curioso es que, hasta la fecha, se exige a los usuarios de los ordenadores unos conocimientos m¨ªnimos de inform¨¢tica que en muchos casos no poseen.
?Qu¨¦ cambia esto... c¨®mo estar preparados? Si conceptualmente el tema es simple, el problema consiste en conocer qu¨¦ o qui¨¦n sustituye a las capacidades del ordenador que conocemos hasta ahora.
La respuesta la tenemos en la disponibilidad de banda ancha de los recursos de computaci¨®n y de sistemas de almacenamiento disponibles a trav¨¦s de la banda ancha.
Respecto a la banda ancha, la apuesta por las redes de fibra ¨®ptica debe ser clara. Desde luego, las inversiones millonarias anunciadas por los operadores en nuestro pa¨ªs deben ser bien recibidas y valoradas. Pero desde quienes definen las pol¨ªticas que afectan al desarrollo de nuestros pueblos (Uni¨®n Europea, Gobiernos nacional y regionales), se deben poner los medios adecuados para alcanzar los objetivos de la iniciativa i2010 heredera de los Objetivos de Lisboa, aumentando sustancialmente las inversiones p¨²blicas en investigaci¨®n sobre las Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n y la Comunicaci¨®n (TIC). La creaci¨®n y/o potenciaci¨®n de redes de fibra ¨®ptica de titularidad p¨²blica que conecten a todos los centros del sistema de I+D+i nacional, abiertas en condiciones de equidad y no discriminaci¨®n a otros proyectos que contribuyan a la extensi¨®n de la sociedad del conocimiento y al incremento de la competitividad y de la proyecci¨®n internacional de nuestras empresas, debe ser una prioridad indiscutible.
El acceso a los cables transoce¨¢nicos abre un campo ilimitado hacia nuevos continentes: ?frica, Am¨¦rica, Asia. Especial menci¨®n merece Latinoam¨¦rica, donde a¨²n queda mucho cap¨ªtulo por hacer en aras de lograr una mayor prevalencia del castellano en la Red.
Respecto a los recursos de computaci¨®n, pueden plantearse dos soluciones: centralizadas, construyendo grandes superordenadores o centros de c¨¢lculo, o distribuidas, mediante tecnolog¨ªas GRID y la extensi¨®n del concepto Web 2.0 al mundo del procesamiento: la computaci¨®n voluntaria.
Ambas f¨®rmulas son complementarias, y en el campo de la computaci¨®n cient¨ªfica deben estar coordinadas.
En cuanto a la capacidad de almacenamiento, es necesario disponer de elementos f¨ªsicos que ofrezcan esa capacidad, pero tambi¨¦n, y no menos importante, de infraestructura soporte que garantice la m¨¢xima disponibilidad de estos recursos de almacenamiento. La necesidad de esta capacidad es acuciante. Los analistas estiman que hasta el 70% de los datos almacenados por las organizaciones tiene m¨¢s de seis meses de antig¨¹edad, y gran parte de estos datos debe ser conservada por requerimientos legales; la Administraci¨®n va a generar unas necesidades de almacenamiento sin precedentes en Espa?a; los distintos proyectos de digitalizaci¨®n del patrimonio art¨ªstico y cultural necesitan de ingentes cantidades de recursos de almacenamiento, que adem¨¢s deben estar disponibles online; los particulares mantienen una vida digital en la Red que crece exponencialmente...
Por lo tanto, debemos estar convencidos de que Espa?a cuenta con una oportunidad ¨²nica para posicionarse de nuevo en el mundo que va a generar esta transformaci¨®n de Internet, al igual que ya lo hiciera en la primera revoluci¨®n social que provoc¨® la Red.
Cabe recordar que de las cotas de independencia que a¨²n no ha alcanzado Europa, junto a la energ¨¦tica, la tecnol¨®gica es una cuesti¨®n pendiente. No debemos permitir que, ante una evoluci¨®n de Internet no acorde con los valores tradicionalmente defendidos por los estados europeos, nos encontremos sin capacidad de reaccionar. No debemos caer por la aplicaci¨®n del difuso concepto de neutralidad tecnol¨®gica en una falta de respuesta en favor de la independencia tecnol¨®gica, como ya nos sucedi¨® con el software libre.
En un entorno especialmente preocupado por aumentar el gasto p¨²blico en la materia, aun a costa de que no exista una adecuada capacidad de absorci¨®n del mismo, los recursos disponibles deber¨ªan contribuir a desarrollar las infraestructuras de innovaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico asociadas a Internet, as¨ª como a ayudar a diversificar la econom¨ªa, apoyando a las nuevas empresas de base tecnol¨®gica para que creen los empleos de futuro a trav¨¦s de la explotaci¨®n econ¨®mica de nuevas ideas.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra ha sido presidente de la Junta de Extremadura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.