Polic¨ªas honestos 'versus' polic¨ªas delincuentes
Es mejor condenar un inocente que liberar un culpable"; "polic¨ªa que quiere llegar a viejo, debe hacerse el pendejo" y "la ley entra con sangre", han sido principios de la seguridad latinoamericana. El primero se atribuye a un coronel colombiano, el segundo a los polic¨ªas mexicanos y el ¨²ltimo es universal. La creencia de que el mejor polic¨ªa es aquel que m¨¢s se parece al delincuente la secunda hasta el propio George Bush, quien considera que la tortura conocida como "simulaci¨®n de asfixia" es un buen m¨¦todo para interrogar prisioneros. Desprecio por la justicia, indiferencia ante el crimen organizado y convicci¨®n de que la fuerza es m¨¢s importante que la inteligencia, provocaron que la seguridad se convirtiera en una tarea que requer¨ªa poca educaci¨®n y bajos salarios. La corrupci¨®n se convirti¨® as¨ª en el salario real y en el antivalor que abri¨® la puerta al narcotr¨¢fico en muchas instituciones de seguridad latinoamericanas.
M¨¦xico tiene que depurar sus fuerzas de seguridad con la participaci¨®n de los ciudadanos
El secuestro y asesinato de un ni?o a manos de unos polic¨ªas y la muerte de 12 personas en el interior de una discoteca, resultado de un operativo en el que los polic¨ªas mostraron total ineficacia e incapacidad para discernir, provocaron una conmoci¨®n pol¨ªtica en M¨¦xico. Estos hechos se dieron en el contexto de una crisis de credibilidad de las instituciones de seguridad cuyo epicentro es que miles de polic¨ªas est¨¢n involucrados con el narcotr¨¢fico, como lo est¨¢n tambi¨¦n en Guatemala y lo estuvieron antes en Colombia.
Crimen organizado existe, en realidad, cuando una parte del poder del Estado ha sido cooptado por la delincuencia. La primera batalla es entonces dentro del mismo Estado, entre polic¨ªas honestos y polic¨ªas delincuentes. ?sa es la lucha que se est¨¢ librando ahora en M¨¦xico. Los golpes gubernamentales a los carteles est¨¢n dejando a sicarios y polic¨ªas corruptos sin los ingresos que recib¨ªan del narcotr¨¢fico.
Esto ha provocado un previsible incremento de la inseguridad; sin embargo, el cl¨ªmax de mayor indefensi¨®n y violencia ocurrir¨¢ cuando se produzca la depuraci¨®n de las polic¨ªas que el Consejo Nacional de Seguridad acaba de acordar. En ese momento las instituciones contaminadas se desmoralizar¨¢n y muchos polic¨ªas podr¨ªan sumarse formalmente a la delincuencia. ?se ser¨¢ un momento muy dif¨ªcil, pero ser¨¢ el principio del fin de la inseguridad. La clase pol¨ªtica mexicana tendr¨¢ que resistirse a la tentaci¨®n de usar la inseguridad como arma pol¨ªtica; mantenerse firme frente a las adversidades y asegurar la cohesi¨®n de la sociedad. La polarizaci¨®n pol¨ªtica es en ese sentido el mayor peligro.
M¨¦xico est¨¢ pagando las consecuencias de ser vecino de Estados Unidos, el gran consumidor de drogas, y de haber dormido una larga noche con el enemigo. No tiene un camino f¨¢cil, corto e incruento. Colombia conoci¨® bien esa historia en los a?os de "Don Pablo", como dicen los medellinenses. Medell¨ªn, una ciudad de tres millones de habitantes, tuvo 70.000 muertos en 16 a?os. Los costos de este tipo de conflicto son directamente proporcionales a la dimensi¨®n social del problema. En el Estado de Sinaloa, al norte de M¨¦xico, cuya capital tiene s¨®lo 600.000 habitantes, han sido descubiertas 180 casas de seguridad de los narcotraficantes. Esto es m¨¢s de lo que ten¨ªamos los guerrilleros salvadore?os en plena guerra civil. El apoyo de los criminales en algunos lugares de M¨¦xico es muy grande y las complicidades o tolerancias abarcan todo el espectro social. La narcoeconom¨ªa no s¨®lo compra polic¨ªas, sino tambi¨¦n ciudadanos.
Guardando las distancias, la corrupci¨®n es algo que han padecido hasta los prestigiosos polic¨ªas brit¨¢nicos, al igual que los neoyorquinos, italianos y colombianos. En todos esos casos nada mejor¨® hasta que se realizaron dr¨¢sticas depuraciones y profundas reformas. Cuando los homicidios y delitos ocurren por millares, como en el caso de M¨¦xico, la investigaci¨®n cient¨ªfica, la justicia y el sistema de prisiones, muy poco pueden hacer, y cuando hacen mucho, colapsan. Una polic¨ªa moderna no requiere de matones, sino de ciudadanos educados capaces de interactuar con sus comunidades. S¨®lo el aumento del despliegue policial y la participaci¨®n de los ciudadanos pueden reducir r¨¢pidamente el n¨²mero de delitos. Pero no hay participaci¨®n ciudadana sin confianza en los polic¨ªas, por lo tanto, la depuraci¨®n, reestructuraci¨®n, reeducaci¨®n, reforma y redespliegue de polic¨ªas saneadas es la medida principal para M¨¦xico y otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica.
M¨¦xico, al igual que Colombia, terminar¨¢ ganando la guerra. Es un Estado grande que, usando las fuerzas federales, puede recuperar los lugares que est¨¢n en crisis. El problema mayor lo tienen pa¨ªses peque?os como Guatemala, donde quiz¨¢s s¨®lo fuerzas multinacionales podr¨ªan derrotar a los narcotraficantes y devolverles a sus Gobiernos el monopolio de la fuerza.
Joaqu¨ªn Villalobos, ex guerrillero salvadore?o, es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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