Corazones y mentes
En la pol¨ªtica norteamericana se valora mucho la capacidad de cada l¨ªder o dirigente pol¨ªtico para saber conectar al mismo tiempo con "los corazones y las mentes" de los ciudadanos. Con esta expresi¨®n se quiere poner de relieve que en pol¨ªtica es tan importante conectar emocionalmente con la gente, como conseguir que esa misma gente comparta tus ideas y proyectos sobre los problemas que afectan a la comunidad. Emociones e ideas, corazones y mentes. Obama, por ejemplo, ha demostrado hasta ahora una notable capacidad de empat¨ªa, de conexi¨®n emocional con franjas de electorado que se hab¨ªan distanciado de la pol¨ªtica institucional y que se mostraban muy esc¨¦pticas ante las promesas de los pol¨ªticos. Seguramente, lo que debe demostrar ahora, en lo que queda de campa?a, es su capacidad para combinar esa evidente fuerza emocional con la credibilidad de sus proyectos e ideas, sin perder en ese intento todo ese halo de novedad que le ha catapultado a la candidatura dem¨®crata.
Zapatero est¨¢ perdiendo carisma emocional de manera significativa en Catalu?a
En el escenario pol¨ªtico dom¨¦stico, estamos entrando en la fase decisiva del debate sobre la financiaci¨®n auton¨®mica. Y en ese contraste de posiciones y estrategias de avance, corazones y mentes, emociones e ideas, son palancas utilizadas por todos los actores intervinientes en el proceso. En ese contexto, el presidente Zapatero est¨¢ perdiendo carisma emocional de manera significativa en Catalu?a, y las pocas veces en que se ha expresado con una cierta claridad con relaci¨®n al tema, su planteamiento me ha resultado obsoleto y err¨®neo. Su carisma emocional proced¨ªa de lo que aparentemente era una manera nueva, distinta, de relacionarse con Catalu?a y abordar as¨ª los tradicionales problemas de encaje institucional con el resto de Espa?a. La combinaci¨®n de gui?os comprensivos y de promesas expl¨ªcitas crearon expectativas que luego no se han visto cubiertas. Si las previsiones al inicio de su primera legislatura eran de cambio de estrategia, de reconocimiento f¨¢ctico y simb¨®lico de la Espa?a plural, el final del proceso estatutario y las derivas posteriores, nos han devuelto al tacticismo habitual. Se ha roto el encanto. Y entonces nos hemos dado cuenta de que las ideas eran bastante las de siempre, con aderezos que m¨¢s bien preocupan.
No creo que en pleno siglo XXI y con experiencias de descentralizaci¨®n pol¨ªtica y de organizaci¨®n administrativa muy sugerentes en los pa¨ªses n¨®rdicos, en Canad¨¢ y en Nueva Zelanda, pueda afirmarse que el Estado no puede quedar por debajo del 50% del gasto p¨²blico en la distribuci¨®n de ese gasto entre las distintas esferas de Gobierno: central, auton¨®mica y local. Esa afirmaci¨®n parte de una concepci¨®n del poder que relaciona cuant¨ªa de recursos con cuota de gobierno. ?sa es una visi¨®n para m¨ª totalmente obsoleta del poder, que confunde capacidad de direcci¨®n, de influencia y de estrategia pol¨ªtica, con disponer de m¨¢s o menos funcionarios y de presupuestos m¨¢s o menos abultados. Pareciera que el presidente Zapatero ve la distribuci¨®n de esferas de gobierno como si de una junta de accionistas se tratara. Y afirma sin rubor que la Administraci¨®n central no puede perder la mayor¨ªa, o dicho en t¨¦rminos financieros, su acci¨®n de oro. De esta manera, est¨¢ contribuyendo a la idea de que ni las comunidades aut¨®nomas, ni los gobiernos locales son Estado. Contin¨²a en pie la vieja hip¨®tesis que relaciona la mejor defensa de los intereses generales con la esfera de gobierno m¨¢s alta en un escalaf¨®n aparentemente jer¨¢rquico. Desde ese punto de vista, el Estado ser¨ªa m¨¢s objetivo, m¨¢s ecu¨¢nime, m¨¢s justo en sus decisiones, y m¨¢s respetuoso con los intereses generales, al estar menos pr¨®ximo a las presiones e intereses del conjunto de actores sociales y econ¨®micos. Si el Estado perdiera la "mayor¨ªa" (ese 50% de la distribuci¨®n del gasto p¨²blico), Espa?a perder¨ªa la fuerza equilibradora y estrat¨¦gica que ahora te¨®ricamente ejerce el Estado, o mejor dicho, la Administraci¨®n General del Estado. Gobernar, ejercer poder, redistribuir y equilibrar puede hacerse con un 50%, con un 40%, o con un 30% del conjunto del gasto p¨²blico de un pa¨ªs. No es un problema de volumen de gasto; es un problema de capacidad de direcci¨®n pol¨ªtica y de capacidad de construir estrategias pol¨ªticas que sean compartidas por la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa y de las instituciones pol¨ªticas que la representan. Y esas instituciones son tambi¨¦n los gobiernos locales (que no pueden precisamente lanzar cohetes dada su situaci¨®n financiera y las perspectivas que se presentan) y las comunidades aut¨®nomas. Todos sabemos que gestionar recursos no es lo mismo que decidir sobre su uso. Todos deber¨ªamos saber que influencia pol¨ªtica y volumen de gasto no son t¨¦rminos sin¨®nimos.
No estamos en un momento en que "corazones y mentes" se expresen con fuerza en el escenario pol¨ªtico espa?ol y catal¨¢n. La falta de salida al debate de financiaci¨®n auton¨®mica nos puede conducir a cargar las tintas emocionales del asunto, y tanto la Administraci¨®n central como el Gobierno de la Generalitat pueden caer f¨¢cilmente en ese callej¨®n sin salida. A Zapatero y a su gobierno, les queda la salida f¨¢cil de acusar a Catalu?a de empecinamiento y de insensibilidad hacia el resto de Espa?a, y (como sugiri¨® Solbes), ejercer de "autoridad superior" en beneficio de "todos". Al Gobierno de la Generalitat no le quedan muchas m¨¢s salidas que insistir en que la l¨®gica de modificaci¨®n estatutaria pretend¨ªa dar una salida emocional y racional viable a una larga cadena de incomprensiones y desencuentros. Y en esa salida pactada con mayor o menor acierto que representa el nuevo Estatuto, la financiaci¨®n auton¨®mica ocupa un lugar destacado. Si esta crisis se cierra mal, como me temo, todos nos acordaremos de la "anomal¨ªa" vasco-navarra. Y si el debate sobre esa anomal¨ªa se produce, nos faltar¨¢n buenas dosis de fuertes corazones y l¨²cidas mentes, de emociones contenidas y de ideas innovadoras, para salir del atolladero general en que poco a poco nos vamos metiendo.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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