El 'hacker' del Pent¨¢gono ser¨¢ juzgado en EE UU por acceder a equipos del ej¨¦rcito
El brit¨¢nico Gary Mckinnon, primer ciudadano extraditado por delitos inform¨¢ticos - Est¨¢ acusado de robar archivos y da?ar sistemas protegidos en 2001 y 2002 - El Tribunal de Luxemburgo deniega su ¨²ltima apelaci¨®n
No ha habido piedad con Gary McKinnon, el hacker del Pent¨¢gono, para evitar su extradici¨®n a Estados Unidos. "Los ordenadores militares no se tocan" parece ser el mensaje que el Reino Unido y la UE quieren dar a sus ciudadanos. McKinnon est¨¢ acusado del "mayor ataque inform¨¢tico militar de todos los tiempos".
A estas horas McKinnon hace las maletas, si no est¨¢ viajando a EE UU, donde le juzgar¨¢n por acceder a ordenadores del servicio secreto, el ej¨¦rcito y la NASA, robar archivos, da?ar sistemas protegidos, causar interferencias en equipos de navegacion mar¨ªtima y dejar inoperativa la red militar de Washington, causando unos da?os de 700.000 d¨®lares. Ni los tribunales ni el Gobierno brit¨¢nicos han atendido las apelaciones de McKinnon para evitar su extradici¨®n. El 28 de agosto, agotaba su ¨²ltima baza cuando el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo denegaba tambi¨¦n la petici¨®n y lo convert¨ªa en el primer hacker extraditado a EE UU.
Frente a la inflexibilidad de las autoridades, destaca el apoyo a McKinnon en Internet. No se hab¨ªa visto una campa?a tan un¨¢nime a favor de un hacker desde los tiempos de Kevin Mitnick. Sitios como Kript¨®polis y The Register han seguido el caso, que siempre ha cosechado muchos comentarios favorables al hacker escoc¨¦s. En el Reino Unido, sus defensores mantienen desde 2005 una web, han recogido centenares de firmas, organizado manifestaciones ante el Ministerio del Interior y conseguido el apoyo de pol¨ªticos que han usado al hacker como s¨ªmbolo, en una guerra parlamentaria sobre los l¨ªmites de la extradici¨®n de brit¨¢nicos.
La Unidad de Crimen Tecnol¨®gico detuvo a McKinnon, alias Solo, en noviembre de 2002. ?ste admiti¨® haber entrado en 97 ordenadores militares estadounidenses, entre febrero de 2001 y marzo de 2002, pero sin causar da?os. Se le ofreci¨® una condena menor si aceptaba ser juzgado en EE UU, pero ¨¦l lo rechaz¨® y el caso qued¨® en suspenso hasta 2005, cuando se pidi¨® su extradici¨®n.
Durante seis a?os McKinnon ha estado en libertad bajo fianza, sin poder usar m¨®viles ni Internet, excepto una cuenta de correo monitorizada, "a pesar de que no se le ha acusado ni condenado por ninguna causa en su pa¨ªs", dice Mark, miembro de su equipo, en un mensaje cifrado a Ciberp@¨ªs, para evitar "la posible monitorizaci¨®n tambi¨¦n a su familia y partidarios".
Informaci¨®n sobre ovnis
La personalidad y motivaciones de McKinnon, de 42 a?os, han convertido el caso en rocambolesco. Analista de sistemas en paro, sufre una forma de autismo llamada s¨ªndrome de Asperger, que le predispone al comportamiento obsesivo y carencia de empat¨ªa. Aficionado a los ovnis y las teor¨ªas conspiracionistas, decidi¨® buscar informaci¨®n secreta sobre estos temas en los ordenadores militares norteamericanos. Actuaba desde el piso de la t¨ªa de su novia, donde viv¨ªa, armado con un ordenador, un m¨®dem, programas de seguridad f¨¢cilmente disponibles y altas dosis de marihuana.
Seg¨²n McKinnon, "cre¨ªa estar haciendo periodismo de investigaci¨®n m¨¢s que hacking". Pero la cosa degener¨® en un episodio man¨ªaco, como explic¨® despu¨¦s a la prensa: "Pasaba ocho horas, cada d¨ªa, intentando entrar en sistemas militares, sin ducharme ni vestirme". Hasta que empez¨® a cometer errores: "Acab¨¦ hablando con la gente a quienes hackeaba. Dejaba mensajes en sus escritorios con mensajes conspiracionistas". Y el toque de gracia: us¨® su direcci¨®n de correo para descargar un programa, lo que llev¨® a la polic¨ªa a su casa.
McKinnon se enfrenta a una condena de 70 a?os y una multa millonaria. Durante las apelaciones ha sufrido ataques de ansiedad y actualmente, seg¨²n su abogada Karen Todner, est¨¢ "angustiado". Su actual novia (la anterior le dej¨® tras pagar una astron¨®mica factura de tel¨¦fono) explica: "Es un hombre roto, est¨¢ muy asustado".
Los profesionales de la seguridad inform¨¢tica han seguido el caso desde la simpat¨ªa hacia McKinnon. En 2006, una encuesta de Sophos conclu¨ªa que el 52% estaba en contra de la extradici¨®n. Desde su punto de vista, el hacker del Pent¨¢gono s¨®lo sac¨® a la luz la dejadez de los ordenadores militares. En Financial Times, McKinnon explicaba que entrar en estos sistemas fue "rid¨ªculamente f¨¢cil" y que su seguridad era muy laxa: "Encontr¨¦ centenares de ordenadores sin contrase?a de administrador. A veces hab¨ªa 70 hackers curioseando en el mismo sistema que yo".
Mathew Bevan, otro brit¨¢nico que en 1996 fue cazado buscando informaci¨®n sobre ovnis aunque despu¨¦s se retiraron los cargos, asegura a The Register: "La cuesti¨®n es qu¨¦ hacen en las redes militares ordenadores con Windows conectados directamente a Internet".
Y a?ade Bevam: "si un fumeta pacifista pasado de rosca pudo perpetrar el 'mayor hack militar de todos los tiempos', ?qu¨¦ habr¨ªa pasado si hubiese tenido la mente clara, un objetivo deliberado e intenciones maliciosas?".
FREE GARY MCKINNON: http://freegary.org.uk/
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