Angustiados por el 'e-mail'
El correo electr¨®nico ayuda en el trabajo, pero es imposible mantenerlo a raya - Su gesti¨®n al minuto no evita que cada vez exija m¨¢s tiempo
El trabajador se deja en el correo electr¨®nico una hora de su jornada. Y dos, y tres. El empresario dice que baja la productividad; el currante, que se agobia. La Facultad de Psiquiatr¨ªa de Londres habla de "infoman¨ªa" y algunos psiquiatras norteamericanos piden que los s¨ªntomas se incluyan en el diccionario de enfermedades mentales. El e-mail ha pasado de ahorrar tarea a estresar al personal. Quiz¨¢s tambi¨¦n ha llegado el momento de saber organizarse el correo.
Ni en vacaciones se descansa. El 83% de los internautas norteamericanos lo chequea diariamente, y tambi¨¦n el espa?ol va consultando su correo en d¨ªas de fiesta gracias al port¨¢til o al m¨®vil, con la vana esperanza de adelantar trabajo.
Los mi¨¦rcoles, los empleados de Deloitte dejaron de enviarse mensajes
De 120 ejecutivos, s¨®lo uno dijo que las 'cibercartas' no le estresaban
El psiquiatra Seoane ve m¨¢s posible la adicci¨®n al SMS y al m¨®vil
La Facultad de Psiquiatr¨ªa de Londres habla de "infoman¨ªa"
?No hay cursos de yoga? Pues con m¨¢s raz¨®n cursillos de gesti¨®n del sistema
Las empresas han de desarrollar un buen uso de los comunicados
"Es un nuevo h¨¢bito que est¨¢ provocando lo contrario de lo que se pretende", cuenta Luis Gallardo, director mundial de Comunicaci¨®n de la consultora Deloitte, que emplea a m¨¢s de 165.000 personas en oficinas de 142 pa¨ªses. ?l sufre como pocos el abuso del e-mail en el trabajo.
"Estamos viendo", a?ade Gallardo, "que con m¨®viles como la Blackberry los empleados empiezan a sacarse correo de encima durante el fin de semana para llegar el lunes al despacho con el buz¨®n limpio; pero ese comportamiento tambi¨¦n lo repite el otro y el otro y el otro, y al final se crea m¨¢s tr¨¢fico, y cuando no lo hab¨ªa, en los d¨ªas de fiesta".
El mero env¨ªo de un chistecillo con copia general y la simple respuesta ("?Qu¨¦ bueno!") pone a prueba el servicio de correo, al margen de la distracci¨®n del personal y la p¨¦rdida de tiempo. Gallardo, y cualquier empresa, tiene un problema. "La media son 200 correos diarios por persona y d¨ªa. Basta multiplicar por los empleados y por los d¨ªas de trabajo para hacerse cargo de las dimensiones que puede llegar a tener este problema".
El profesor brit¨¢nico Cary Cooper cree que el e-mail es una de las causas principales del estr¨¦s en el trabajo. Cooper, especializado en salud laboral, asegura que por ese motivo los brit¨¢nicos faltan a la oficina 14 millones de d¨ªas al a?o.
Deloitte se enfrent¨® al reto. Durante cuatro mi¨¦rcoles, sus empleados en Londres no se enviaban mensajes internos. "El objetivo era concienciarnos de la situaci¨®n", recuerda Luis Gallardo.
Cuatro mi¨¦rcoles despu¨¦s, Deloitte revoc¨® la medida. "El objetivo se hab¨ªa cumplido. Adoptamos normas de comportamiento y peque?as mejoras. Creamos una ventanilla en el correo que, antes de enviarlo, te pregunta: '?Est¨¢s seguro de que quieres hacer un correo m¨²ltiple?'. Porque muchas veces no eres consciente".
A causa de las decenas de miles de millones de e-mails que circulan por el mundo (sin contar la basura), el trabajador no da pie con bola. Al menos el brit¨¢nico. ?sa fue la conclusi¨®n de las investigadoras Karen Renaud, de la Universidad de Glasgow, y la psic¨®loga Judith Ramsay, de la Universidad de Paisley. El pasado a?o se dedicaron a espiar el comportamiento de 200 trabajadores delante del ordenador. Un tercio cheque¨® el correo cada 15 minutos, y el 64% m¨¢s de una vez a la hora. El 33% confes¨® que se siente estresado por la cantidad de correos y la necesidad de contestarlos.
"El e-mail es la herramienta que ahora nos provoca m¨¢s problemas en nuestro trabajo", concluy¨® Renaud. "Es una v¨ªa de comunicaci¨®n incre¨ªble, pero se nos ha ido de las manos". Un sorprendente 38% que confes¨® trabajar relajadamente, esperaba un d¨ªa o m¨¢s para contestar los mensajes.
El problema va a m¨¢s en el mundo y, concretamente, en Espa?a. No hay que menospreciar el creciente aumento del uso del e-mail y la mensajer¨ªa instant¨¢nea en el ordenador de la oficina y en el tel¨¦fono m¨®vil. Espa?a s¨®lo tiene al 40% de la poblaci¨®n conectada a Internet, y en muchas pymes el correo a¨²n no es una herramienta de trabajo com¨²n. Baste recordar que en Estados Unidos el 60% de la poblaci¨®n es internauta.
Todos los estudios concluyen en que la gente dedica m¨¢s de una hora de su tiempo laboral al e-mail. La consultora estadounidense ePolicy Institute sube hasta dos horas. "Hemos asesorado a empresas de telecomunicaciones y bancos, que usan Internet en un promedio medio-alto, y pueden llegar a dedicar tres horas del d¨ªa al correo", dice el venezolano Juan Carlos Jim¨¦nez, autor del libro El e-mail en el trabajo. Manual de supervivencia.
"Hace dos semanas di una conferencia ante 120 altos ejecutivos de un importante banco en Venezuela", recuerda Jim¨¦nez. "Les pregunt¨¦ cu¨¢ntos no sent¨ªan estr¨¦s con la gerencia del e-mail. S¨®lo uno respondi¨® que no".
Otro estudio de Digital Life America descubri¨® que los propietarios de m¨®viles con correo, como la popular Blackberry, se sent¨ªan m¨¢s encadenados al trabajo y que trabajaban m¨¢s horas que los que no ten¨ªan un m¨®vil de estas caracter¨ªsticas.
Quiz¨¢s la adicci¨®n no es al correo electr¨®nico, sino a estar siempre, en cualquier parte, conectado. Sin embargo, ¨¦sa es una sensaci¨®n que s¨®lo sienten los mayores; para los menores de 25 a?os, el always on (el siempre conectados) es algo natural y el e-mail un engorro. Prefieren la mensajer¨ªa m¨®vil.
La invenci¨®n del correo electr¨®nico ha sido, sin duda, la mejor herramienta laboral de la ¨²ltima d¨¦cada. Reduce el n¨²mero de reuniones y llamadas telef¨®nicas, deja constataci¨®n escrita de las decisiones, facilita la comunicaci¨®n entre personas en diferentes husos horarios, elimina papeleo y es tan f¨¢cil de mandar...
"Nadie duda de que ha mejorado la productividad laboral, especialmente cuando se est¨¢ viajando, pero cuando se llega a la cumbre luego s¨®lo se puede bajar", puntualiza Gallardo. "En estos momentos, el e-mail ha dejado de ser la herramienta m¨¢s efectiva de comunicaci¨®n laboral", zanja Gallardo. "?Lo mejor? Communication mix, elegir el canal adecuado de comunicaci¨®n seg¨²n cada situaci¨®n y persona".
Una cosa es la creciente dedicaci¨®n laboral al correo electr¨®nico y otra que cree absentismo. Los sindicatos CC OO y UGT no tienen noticias de ello, pero llegar¨¢n. La patronal CEOE no registra un descenso de la productividad por culpa del e-mail, pero algo habr¨¢. El estudio Sobrecarga informativa: conocimos al enemigo y somos nosotros, de la consultora norteamericana Basex, con 22 a?os de experiencia en el ¨¢mbito laboral, se?ala que un trabajador en Estados Unidos es interrumpido 11 veces por hora. Pero aqu¨ª entran tambi¨¦n las llamadas telef¨®nicas y las distracciones de los compa?eros. Demasiadas ocasiones para la desconcentraci¨®n.
La nada sospechosa de tecnofobia Cisco Systems (monta redes de telecomunicaciones) demostr¨® en 2006 que un trabajador puede tardar el cu¨¢druple en atender por e-mail asuntos que se pod¨ªan resolver con una simple llamada telef¨®nica.
"Hemos pasado de la econom¨ªa del lenguaje, resolver las cosas con las m¨ªnimas palabras, a la econom¨ªa de la silla, resolverlas sin movernos de la mesa", dice Gallardo.
El directivo de una multinacional como Deloitte tambi¨¦n sufre la incomunicaci¨®n que provocan mensajes escritos en, la mayor¨ªa de las veces, un mal ingl¨¦s o un ingl¨¦s limitado por empleados de 142 pa¨ªses diferentes. "Al final, muchas veces hay que llamarse por tel¨¦fono para concretar y aclarar lo que nos est¨¢bamos escribiendo por e-mail".
Chequear el correo no es s¨®lo -tranquilos, responsables de recursos humanos- asunto laboral. El 53% de los internautas norteamericanos lo mira desde la cama, un 37% en el ba?o, el 12% en la iglesia, el 43% al levantarse y un 40%, en mitad de la noche. De todos ellos, s¨®lo un 15% se consider¨® adicto.
Sin embargo, la Facultad de Psiquiatr¨ªa de la Universidad de Londres ha acu?ado el t¨¦rmino "infoman¨ªa" para referirse a las personas adictas al e-mail, los chats y los SMS, tres medios de comunicaci¨®n ligados a las nuevas tecnolog¨ªas.
En marzo, la revista de la asociaci¨®n estadounidense de psiquiatras ped¨ªa en su editorial que los s¨ªntomas de las adicciones a Internet se incluyeran oficialmente en el Manual de Diagn¨®sticos y Estad¨ªsticas de Des¨®rdenes Mentales. Entre esos s¨ªntomas figuraba el e-mail, pero despu¨¦s de otras adicciones internautas: el videojuego y el sexo virtual.
Por eso, el psiquiatra Alberto Seoane no reconoce la adicci¨®n exclusiva al e-mail. Especializado en des¨®rdenes como ludopat¨ªas, alcoholismo o la drogadicci¨®n, Seoane no cree en el adicto al correo. "Las adicciones est¨¢n muy ligadas a la inmediatez de respuesta; comprar hoy loter¨ªa para la Navidad no produce adicci¨®n; jugar al tragaperras, s¨ª. Las cosas que tardan no enganchan, ni sufres ni te dan placer".
A Seoane le preocupa m¨¢s el SMS de los m¨®viles. "El correo electr¨®nico es m¨¢s farragoso, m¨¢s lento, lo consultas en la oficina y luego en casa; aunque con la proliferaci¨®n de los m¨®viles 3G todo puede cambiar".
La soluci¨®n pasa por la educaci¨®n. Las escuelas coreanas han comenzado a impartir cursos de prevenci¨®n de males de Internet. Pero hay otros remedios. El venezolano Juan Carlos Jim¨¦nez tambi¨¦n opta por las clases, aunque en el puesto del trabajo, porque se trata de solucionar la adicci¨®n a la mensajer¨ªa.
"As¨ª como desarrollaron conciencia ambientalista y conciencia social del negocio, las empresas necesitan desarrollar conciencia profesional sobre el uso del e-mail", dice Jim¨¦nez.
"De lo contrario, las bondades y beneficios de este medio de comunicaci¨®n continuar¨¢n deterior¨¢ndose por los efectos del volumen irracional e indiscriminado de mensajes que circulan en la Red. Es s¨®lo cuesti¨®n de tiempo".
Jim¨¦nez sugiere que las empresas implanten "planes espec¨ªficos de entrenamiento y asesor¨ªa sobre la comunicaci¨®n escrita a trav¨¦s del correo electr¨®nico, dirigidos a todos sus empleados. Y tambi¨¦n necesitan establecer normas escritas comprensibles sobre el uso corporativo del correo electr¨®nico, que orienten positivamente a los empleados sobre las buenas pr¨¢cticas que se esperan de ellos".
El director mundial de comunicaci¨®n de Deloitte tambi¨¦n aboga por los cursillos en la empresa. "?No hay cursos de yoga? Pues con m¨¢s raz¨®n unos cursillos de gesti¨®n y administraci¨®n del e-mail. Hoy el problema es peque?o para el que ser¨¢ ma?ana".
Consejos para no enloquecer
1. Lo primero, limpie.
Comience la jornada laboral limpiando el buz¨®n al m¨¢ximo. Tire mensajes a paladas (no uno a uno) y sin abrirlos. La experiencia nos hace distinguir de un vistazo entre los mensajes basura, la gamberrada de los amigos y los realmente ¨²tiles. En caso de duda, a la basura. El buz¨®n limpio relaja un mont¨®n.
2. Elimine la alarma.
Los programas de correo incluyen una alarma que salta en el ordenador (o en el m¨®vil) cada vez que llega un mensaje. Hay que anularlo, es la principal fuente de ansiedad.
3. Responda pronto.
No cree una carpeta de "trabajo pendiente" (en realidad se deber¨ªa llamar "medaperezaahora"). A¨²n estresa m¨¢s. Si abre el buz¨®n no es s¨®lo para leer los mensajes, tambi¨¦n es para responder los pocos decentes que no elimin¨®. Si no se contesta al momento, la tarea queda a medias.
4. Escriba clara, correcta y concretamente.
Que la rapidez no vaya en detrimento de la claridad. Parte del tr¨¢fico se genera por la mala interpretaci¨®n de los textos, lo que provoca el env¨ªo de nuevos mensajes aclaratorios. En la casilla "asunto" escriba de qu¨¦ va el tema. Y en correcta ortograf¨ªa; la mala se identifica con el correo basura. En el texto vaya al grano con frases cortas y claras. Antes de enviarlo, rel¨¦alo.
5. Emociones, fuera.
El
e-mail es un mal medio de expresi¨®n para iron¨ªas, emociones o dobles sentidos. Si quiere liarla en su empresa, escriba de relaciones personales. Es correo interminable, in¨²til y est¨¦ril.
6. Evite los adjuntos.
S¨ª, cierto, el adjunto se abre con s¨®lo un clic, pero al final del d¨ªa ser¨¢n un pu?ado. Adem¨¢s, hay que esperar a que se abran (si se abren) textos o fotos con sorpresas no siempre agradables. No env¨ªe adjuntos; no abra adjuntos.
7. Corte la cadena.
No rebote chascarrillos, ni reproduzca supuestas cadenas solidarias.
8. No mate el tel¨¦fono (ni se ahorre el cafelito).
Pese a las enormes ventajas del e-mail, hay asuntos que se resuelven antes con el tel¨¦fono o con el ancestral desayuno latino. Por mucho avance, no hay mejor sistema de comunicaci¨®n que el cara a cara.
9. Lo ¨²ltimo, limpie.
Acabe el d¨ªa laboral como lo comenz¨®, echando una mirada al correo. Aun m¨¢s, chequee el buz¨®n antes y despu¨¦s de comer. Aunque siempre saldr¨¢ alguna investigaci¨®n probando lo contrario, consultar el correo no da gangrena.
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