El capitalismo en el espejo
Un a?o despu¨¦s del comienzo de la crisis del sistema financiero de Estados Unidos y su r¨¢pido contagio a otras ¨¢reas centrales, seguimos sin diagn¨®stico y, por tanto, sin terapia. O con medidas que tratan de contrarrestar la sintomatolog¨ªa que puede apreciarse sucesivamente, pero sin certidumbre sobre las causas profundas y sus consecuencias, salvo las que van aflorando cada d¨ªa.
Es una crisis extra?a, incluso para reaccionar con una m¨ªnima coherencia. Por el momento ha liquidado la extendida creencia de que el mercado lo arregla todo y solo. Es decir, la teor¨ªa dominante desde los a?os 90 del "todo mercado", con un rechazo fundamentalista a la intervenci¨®n regulatoria.
Tambi¨¦n ha mostrado que la globalizaci¨®n del sistema financiero plantea problemas de gobernanza que escapan a la capacidad de los poderes establecidos en el viejo Estado naci¨®n y en los organismos internacionales tradicionales.
De momento, la crisis ya ha liquidado el dogma neoliberal de que el mercado lo arregla todo
Es arriesgado que el Banco Central Europeo siga con estos tipos de inter¨¦s
El desconcierto lleva a la Uni¨®n Europea a hacer lo contrario de lo que se hace en Estados Unidos en pol¨ªtica monetaria, aunque los problemas de inflaci¨®n sean los mismos. Tanto si bajan los tipos como si suben, en los pa¨ªses centrales sigue cayendo la actividad y los precios se resisten a bajar.
En la UE en general, porque Reino Unido va por su rumbo, hay gran resistencia a las intervenciones consideradas como contradictorias con el libre funcionamiento del mercado. En Estados Unidos vemos acciones como la nacionalizaci¨®n encubierta de las sociedades que controlaban casi la mitad del mercado hipotecario, con una intervenci¨®n de 200.000 millones de d¨®lares y las reclamaciones de m¨¢s intervenci¨®n porque las quiebras contin¨²an.
As¨ª podr¨ªamos seguir poniendo ejemplos de actuaciones al menos dispares para enfrentar la misma crisis. La paradoja es que el comportamiento pragm¨¢tico, chocando con la ideolog¨ªa neoliberal, se da en la cuna doctrinal de esta teor¨ªa, en tanto que en la UE, tan cr¨ªtica siempre con ese neoliberalismo, hay una renuencia muy fuerte a la intervenci¨®n para contrarrestar la sintomatolog¨ªa de la crisis.
Es verdad, casi la ¨²nica verdad, que se sigue sabiendo poco sobre las causas profundas de esta crisis global y que nadie se atreve a predecir ni los efectos ni la duraci¨®n. Ha habido otras con anterioridad, como la que indujo hace una d¨¦cada la crisis financiera de los mercados emergentes que termin¨® contagiando a los centrales en los albores del nuevo siglo.
Ahora ha empezado al rev¨¦s. Son los pa¨ªses centrales, comenzando por Estados Unidos, los generadores de la crisis financiera. Como hace una d¨¦cada peroal rev¨¦s, hay quienes dicen que los pa¨ªses emergentes est¨¢n desmarc¨¢ndose de ella, pero tengo la convicci¨®n, que entonces tambi¨¦n expres¨¦, de que se contagiar¨¢ el conjunto del sistema y tendr¨¢ efectos sobre la econom¨ªa real de los pa¨ªses emergentes, no s¨®lo de los centrales.
Subyace a la crisis actual una situaci¨®n nueva, inducida por dos factores: la evoluci¨®n de los precios de las materias primas, sobre todo energ¨¦ticas, que han trasladado masivamente el capital a los pa¨ªses productores y a los que han mostrado capacidad de generar riqueza y ahorro como nuevas potencias emergentes (China o la India). El llamado Occidente desarrollado tiene que pagar en el futuro lo que ha gastado ya, en tanto que las zonas productoras de energ¨ªa y los grandes emergentes han ahorrado lo que podr¨¢n gastar o invertir en ese mismo futuro.
Y en todas partes la fuerte tensi¨®n inflacionista es el factor m¨¢s preocupante.
El "triunfo pleno" del sistema capitalista o de mercado, con las variantes que deseen desde China a Chile, tras la ca¨ªda del modelo comunista, lo ha dejado sin alternativa sist¨¦mica. No se pueden considerar alternativas ninguna de las utop¨ªas regresivas que aparecen de vez en cuando con poco recorrido y menos consistencia.
Pero estamos haciendo del mercado algo que no es. Una especie de r¨¦gimen que va m¨¢s all¨¢ de la econom¨ªa de mercado para llevarnos a una sociedad de mercado, cada vez m¨¢s global y pretendidamente autorregulada por la mano invisible.
De broma, pero en serio, podr¨ªamos decir que el capitalismo no se contrapone al comunismo, por extinci¨®n de ¨¦ste, sino que se mira en su propio espejo y constata que la imagen que le devuelve es fea y fuera de control. Durante a?os, cuando las cosas marchaban bien globalmente, aun con muchos desajustes y desigualdades lacerantes, las miradas en el espejo han sido autocomplacientes. Ahora, que estamos navegando en la incertidumbre o con la certidumbre de que esto va mal, la imagen que se refleja no satisface a nadie.
Si las consecuencias no fueran tan duras, e incluso dram¨¢ticas, ser¨ªa divertido contemplar al sistema triunfante sin saber qu¨¦ hacer consigo mismo, sin poder compararse a otros como peores y sin poder encontrar culpables. Pero no da la situaci¨®n para divertirse y hay que actuar.
Primero con el mayor pragmatismo posible y sin p¨¦rdida de tiempo, porque las teor¨ªas tradicionales no nos ofrecen soluciones a la nueva realidad que aparece fuera de libreto. Esto vale para los Gobiernos europeos y para la propia Uni¨®n Europea y su Banco Central, porque es muy peligroso y arriesgado seguir esperando con estos tipos de inter¨¦s y esta falta de liquidez.
Segundo, intentando buscar un papel para la pol¨ªtica con may¨²sculas, capaz de hacer m¨¢s previsible la evoluci¨®n futura de este mercado global que escapa a los poderes establecidos en la sociedad industrial. Un mercado global sin reglas o con las de la famosa "mano invisible", nos llevar¨¢ en el futuro a otras crisis, no c¨ªclicas como dec¨ªamos antes, sino imprevisibles y sorpresivas como la que estamos viviendo ahora. ?No se est¨¢ incubando la siguiente crisis financiera a trav¨¦s de las operaciones a futuro sobre materias primas y alimentaci¨®n con un escaso nivel de afianzamiento?
Es decir, la famosa gobernanza (papel ineludible de la pol¨ªtica) permanece en el ¨¢mbito de lo local-nacional y de los obsoletos organismos financieros del pasado, en tanto que los fen¨®menos econ¨®micos y financieros m¨¢s relevantes se mueven en el ¨¢mbito global sin gobierno alguno.
Por si fuera poco, la era posterior a la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn ha alimentado un descr¨¦dito de la pol¨ªtica como un estorbo al desarrollo sin reglas de la nueva era de la globalizaci¨®n.
Cargada de paradojas y plena de contradicciones la situaci¨®n en que nos encontramos, pasamos de pedir a los responsables pol¨ªticos que no interfieran, que no regulen, que dejen libertad a los mercados, a reclamar que arreglen los desaguisados a los que den lugar, incluso cuando la crisis, por sus causas y consecuencias, est¨¢ m¨¢s all¨¢ de sus competencias y capacidades locales-nacionales.
M¨¢s que nunca, necesitar¨ªamos, para empezar, una acci¨®n a nivel de la UE y una concertaci¨®n transatl¨¢ntica eficaz para continuar. Los responsables del comienzo de esta situaci¨®n, que alcanza ya dimensiones globales, tienen la obligaci¨®n de dar respuestas a sus ¨¢reas y al mundo. Pero no se ve en el horizonte y esto crea m¨¢s desasosiego.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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