La postal m¨¢s cara del mundo
Hace unos a?os vino Woody Allen a Barcelona para presentar la que es para m¨ª su ¨²ltima buena pel¨ªcula, Anything else (Todo lo dem¨¢s), y tuve la ocasi¨®n de entrevistarle para este diario. Entre otras cosas le pregunt¨¦ si la escena de esa pel¨ªcula en la que dos personajes salen del cine y uno le dice al otro: "Lo que no entiendo es por qu¨¦ simplemente no cruzan la puerta y salen de la habitaci¨®n" era una alusi¨®n a El ¨¢ngel exterminador, de Luis Bu?uel, que como sabe el lector es la historia de unos se?ores y se?oras de la alta sociedad mexicana que al acabar la fiesta en casa de unos amigos simplemente no pueden salir del sal¨®n, aunque nada ni nadie se lo impida f¨ªsicamente, y tienen que pasar unos d¨ªas encerrados hasta que aparece un reba?o de corderos, cruza el sal¨®n y sale por la puerta, y el hechizo se levanta tan arbitrariamente como cay¨®. Allen dio un bote en la silla y respondi¨® que ¨¦se era su gag preferido, pero que en su pa¨ªs nadie lo pillaba. Con esa escena hab¨ªa querido rendir un peque?o y privado homenaje a Bu?uel, cineasta al que pon¨ªa muy alto en el firmamento de sus preferidos: no por encima de Bergman o Fellini, sino en otro sitio, en un lugar especial e inaccesible.
Ahora Vicky Cristina Barcelona est¨¢ teniendo un ¨¦xito inesperado en Estados Unidos. Parece que esta vez en Milwaukee le pillan todos los chistes y en Illinois entienden todos los gags. Tambi¨¦n tiene ¨¦xito en Espa?a, lo que no es novedad, y especialmente en Catalu?a: ha recaudado ya tres millones de euros -creo que esto nunca hab¨ªa pasado con una pel¨ªcula de Allen- y ayer en este diario encabezaba la lista de las pel¨ªculas m¨¢s vistas. Es evidente que se esperaba el estreno con verdadera curiosidad.
Pero la curiosidad es de varias clases. Entre los que sienten una curiosidad sana, l¨®gica y natural, est¨¢ esa inmensa mayor¨ªa de buenos ciudadanos que quieren ver c¨®mo un cineasta dilecto realza el escenario de nuestras rutinas diarias a la categor¨ªa de escenario para el s¨¦ptimo arte. Entre los que sienten una curiosidad malsana y reprochable, est¨¢n los que se preguntan a santo de qu¨¦ nuestras instituciones, que tan agobiadas est¨¢n por la escasez del finan?ament, han considerado oportuno subvencionar sustanciosamente a un productor multimillonario y a un cineasta americano del que tampoco se puede decir que est¨¦ en la indigencia.
Luego est¨¢ la curiosidad que sent¨ªa Joel Joan, patriota fosforescente, por o¨ªrse hablar en catal¨¢n en la pel¨ªcula de Woody, prop¨®sito que se hizo en cuanto le ficharon para el papelito. "Doncs jo parlar¨¦ en catal¨¤!".
En fin, que con tanto ¨¦xito y tanta curiosidad en el ambiente, cab¨ªa esperar una cr¨ªtica apasionada, rotunda, quiz¨¢ dividida y hasta visceral. Pero por el contrario, salvo alguna loable excepci¨®n, los cr¨ªticos de cine y tribunos de la prensa de Barcelona se han manifestado con tal prudencia, moderaci¨®n y mesura, que se dir¨ªa que no les gusta, pero no lo dicen, quiz¨¢ para no ser acusados de algo feo o para que alguien no se enfade. No me ha quedado m¨¢s remedio que confirmar personalmente mis temores y meterme en el cine.
Lo hice anoche, en los Princesa de Madrid, donde la pasan en VOSE. En cuanto apareci¨® Javier Bardem, en el papel de un pintor contemplado por dos turistas americanas, se oyeron algunas risas: algunos en el p¨²blico recordaban la primera frase de La ciudad de las mujeres, cuando vemos a Marcello Mastroianni dormido en el tren y se oye la voz en off de Fellini, que exclama con tanta ternura como fastidio: "Ma Marcello!... Ancora tu!".
Pero ese primer acceso de risa no fue nada comparado con las carcajadas que provocan las escenas de bronca entre Bardem y Pen¨¦lope Cruz, a las que asiste, sobrecogida, Scarlett Johansson, y no es que act¨²en mal, que no lo hacen, es que Pen¨¦lope le grita a Bardem: "?Eres un cabr¨®n hijoputa!", y ¨¦l, furioso, responde: "In english, Maria Elena! When Cristina is at home, you must speak english!".
La Barcelona que sale retratada, modernismo y Pedralbes, es muy bonita, de postal tur¨ªstica -la postal m¨¢s cara del mundo-. En estas circunstancias no se puede producir la "suspensi¨®n de la incredulidad". Como adem¨¢s la historia de pasiones y amor¨ªos que se cuenta est¨¢ en la estela de tantos relatos anglosajones y franceses sobre ardientes latinos y castizas espa?olas con navaja en la liga, me dio tiempo a preocuparme de adivinar por qu¨¦ los protagonistas ten¨ªan que llamarse precisamente Juan Antonio y Maria Elena...
Casi se me pasa la escena de Joel Joan, que gesticula con bravura y habla, pero ?mecachis! lo que dice lo tapa una voz en off.
Lamento decir que la pel¨ªcula me parece muy floja. Pero se puede salir de la sala, y de la postal, sin esperar al reba?o salv¨ªfico de El ¨¢ngel exterminador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.