Amor y odio en Heathrow
Los ingleses tienen con el aeropuerto de Heathrow una relaci¨®n de amor y odio semejante a la que les une al NHS, el servicio nacional de salud. Unas veces hablan del NHS como si fuera el caos total, clamando por la superioridad de la sanidad francesa. Otras veces tratan a m¨¦dicos y enfermeras como si fueran h¨¦roes y parecen creer que s¨®lo el Reino Unido goza de sanidad p¨²blica gratuita.
Con Heathrow pasa algo as¨ª. Un d¨ªa denuncian colas y retrasos como si fuera el peor aeropuerto del mundo y al siguiente hablan de la terminal5 como si fuera una de las siete maravillas.
Y es que Heathrow tiene algo. No hay duda de que es la joya de la corona de Ferrovial en BAA. Una corona que est¨¢ a punto de perder alg¨²n diamante. La obsesi¨®n de los brit¨¢nicos con Heathrow se apoya en hechos reales: los servicios ofrecidos han estado muy por debajo de los est¨¢ndares exigibles. Pero ?es la segregaci¨®n de Gatwick y Stansted la medicina necesaria? Quiz¨¢s, pero el deterioro de Heathrow parece m¨¢s un problema de mala gesti¨®n hist¨®rica que de falta de competencia porque sus competidores est¨¢n en Francfort, Par¨ªs y ?msterdam, no en el sureste de Inglaterra.
La gran batalla es ahora la construcci¨®n de una tercera pista
El aeropuerto vive una transformaci¨®n que deb¨ªa haber empezado hace a?os
Mala gesti¨®n porque Heathrow vive una transformaci¨®n que deb¨ªa haber empezado hace a?os. Una transformaci¨®n cuyo estandarte es la T5 y que le llevar¨¢ a renovar y ampliar todas sus terminales y agrupar a las compa?¨ªas a¨¦reas en funci¨®n de la alianza a la que pertenecen: la remozada T-3 para One World -al lado de la T-5 de British Airways-, la T-4 para SkyTeam y la nueva terminal, que surgir¨¢ de la fusi¨®n de las viejas T-1 y T-2, para Star Alliance.
El arranque de la T-5 fue una cat¨¢strofe publicitaria, pero dicen en BAA que ahora funciona mejor que ninguna otra terminal en Europa. En una reciente visita, sin embargo, este corresponsal y otros periodistas espa?oles padecieron 35 minutos de control de seguridad en un pat¨¦tico ejercicio de b¨²squeda de explosivos en cada hoja de sus libretas y cada capuch¨®n de sus bol¨ªgrafos. La espera dio paso a cinco minutos en un rinc¨®n de la ultramoderna planta de distribuci¨®n de equipajes que dieron tiempo para contemplar la llegada de un convoy de maletas en un carricoche que ven¨ªa directamente del avi¨®n, sin necesidad de cintas controladas por ordenador. Un operario, m¨®vil en mano, descarg¨® las maletas con la otra mano mediante la cl¨¢sica t¨¦cnica de arrojarlas a la t¨ªpica cinta transportadora, lo mismo las marcadas como fr¨¢gil que las que no. Eso s¨ª, se tomaba su tiempo entre maleta y maleta.
Encarrilada la reforma de las terminales, que deber¨ªa culminar en 2012, el a?o de los Juegos Ol¨ªmpicos, la gran batalla de Heathrow es ahora la construcci¨®n de una tercera pista. Muchos est¨¢n en contra. Como el nuevo alcalde de la capital, Boris Johnson, que defiende la idea de erigir un nuevo aeropuerto en el estuario del T¨¢mesis. ?M¨¢s ecol¨®gico que construir una tercera pista en Heathrow? Dudoso. ?M¨¢s conveniente para que Londres compita con Francfort, Par¨ªs y ?msterdam como aeropuerto de enlace internacional e intercontinental? Mmm... no parece.
Un nutrido grupo de multinacionales puso el otro d¨ªa un anuncio en la prensa londinense defendiendo la tercera pista. No tuvieron mucho eco: ese d¨ªa se desplom¨® Lehman Brothers.
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