'Crack is crack'
La ¨¦poca de la Gran Depresi¨®n, que sigui¨® al crack del 29, conserva algunas im¨¢genes evanescentes. Cuando en Norteam¨¦rica la codicia estaba a punto de romper el saco, el Gran Gatsby aun se cre¨ªa inmortal sentado en un descapotable con el traje color manteca. Los invitados a sus fiestas de Long Island eran los que se hab¨ªan hecho millonarios en un solo d¨ªa especulando en la Bolsa. Llevaban sombreros el ala blanda y los pantalones con muchos pliegues; sus chicas luc¨ªan el talle en mitad de las caderas y collares hasta la cintura. Entraban y sal¨ªan de la mansi¨®n de Gatsby, se beb¨ªan su whisky, se ba?aban en su piscina, bailan el foxtrot en sus salones y el anfitri¨®n ni siquiera los conoc¨ªa. Aquellas lib¨¦lulas de oro cre¨ªan haber conquistado el derecho a ser felices fluctuando en medio del dinero enloquecido. Maullaba en los garitos la gata Billie, las metralletas de los g¨¢ngsteres hac¨ªan el contrapunto al clarinete de Benny Goodman, pero ?qui¨¦n iba a sospechar que el swing estaba presagiando tanta miseria? De pronto revent¨® la gloria. Algunos invitados a las fiestas de Long Island alquilaron suites en Waldorf Astoria para arrojarse al vac¨ªo y junto a su cad¨¢ver aplastado en el asfalto del Park Avenue los del carro de la leche ni siquiera volv¨ªan la cara. Las colas de los cines para ver al Gordo y el Flaco daban la vuelta a la manzana y eran id¨¦nticas en tama?o a las que formaban los parados con un cazo en la mano ante las perolas del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n. Deme diez centavos, hermano. Glenn Miller grab¨® su primer disco en 1932 y Dorothy Parker le hab¨ªa escrito la letra: "Qui¨¦n iba a saber que el amor era esto". ?Dice usted amor? Para salir de aquel marasmo hubo necesidad de hacer una guerra mundial con 50 millones de muertos. El propio Glenn Miller fue uno de ellos. La Gran Depresi¨®n del 29 a¨²n suena a jazz y Scott Fitzgerald nos transmiti¨® su ¨²ltima seducci¨®n. Si las r¨¦plicas del actual cataclismo financiero acaban por reventar, como entonces, las calderas de la banca y se va todo al infierno, imagina qu¨¦ clase de seducci¨®n tendr¨¢ nuestra ¨¦poca ma?ana si no es la misma codicia de siempre poblada esta vez de catetos del ladrillo y brokers bailando juntos alrededor de las hormigoneras.
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