El 'blues' del rescate de Wall Street
No hace falta ser un genio para comprender que el sistema financiero de Estados Unidos -el sistema mundial, en realidad- est¨¢ en una situaci¨®n ca¨®tica. Y ahora, despu¨¦s de que la C¨¢mara de Representantes estadounidense haya rechazado el plan de rescate de 700.000 millones de d¨®lares propuesto por el Gobierno de Bush, tambi¨¦n es evidente que no hay un consenso sobre c¨®mo arreglarla.
Los problemas de la econom¨ªa y el sistema financiero de EE UU son visibles desde hace a?os. Pero eso no impidi¨® que las autoridades acudieran a las mismas personas que hab¨ªan contribuido al caos, que no fueron capaces de ver los problemas hasta que est¨¢bamos al borde de otra Gran Depresi¨®n, y que se han dedicado a deambular de rescate en rescate, para pedirles que nos salven.
El rechazado plan de Bush propone meras transfusiones de sangre a quien sufre una gran hemorragia
El buen ejemplo lo dieron los pa¨ªses escandinavos ante su crisis financiera
Mientras los mercados mundiales se desploman, el plan de rescate volver¨¢, casi con seguridad, a someterse a votaci¨®n en el Congreso. Puede que salven Wall Street, pero ?qu¨¦ pasa con la econom¨ªa? ?Qu¨¦ pasa con los contribuyentes, ya agobiados por unos d¨¦ficits sin precedentes y con facturas todav¨ªa impagadas para financiar unas infraestructuras deterioradas y dos guerras? En estas circunstancias, ?puede salir bien cualquier plan de rescate?
Por supuesto, el plan de rescate reci¨¦n derrotado era mucho mejor que lo que propon¨ªa en un principio el Gobierno de Bush. Pero su enfoque de base segu¨ªa teniendo unos defectos fundamentales. Para empezar, se basaba -otra vez- en la econom¨ªa del trickle-down, del goteo: no se sabe c¨®mo, si se daba suficiente dinero a Wall Street, acabar¨ªa llegando hasta las personas corrientes, beneficiar¨ªa a los trabajadores y los propietarios de viviendas. La econom¨ªa del goteo no funciona casi nunca, y no parece probable que vaya a ser distinto ahora.
Adem¨¢s, el plan supon¨ªa que el problema fundamental era de confianza. No hay duda de que eso es parte del problema; pero el origen est¨¢ en que los mercados financieros concedieron unos pr¨¦stamos basura. Hab¨ªa una burbuja inmobiliaria y se hicieron pr¨¦stamos basados en unos precios inflados.
La burbuja ha estallado. Los precios de la vivienda seguramente bajar¨¢n a¨²n m¨¢s, as¨ª que habr¨¢ m¨¢s ejecuciones hipotecarias y, por m¨¢s que se infle el mercado, eso no va a cambiar. Los pr¨¦stamos basura, a su vez, han creado en los balances bancarios enormes agujeros que habr¨¢ que reparar. Una acci¨®n de rescate del Gobierno que pague el precio justo por esos activos no ayudar¨¢ precisamente a reparar el agujero. Al contrario, ser¨ªa como hacer transfusiones masivas de sangre a un paciente que sufre una enorme hemorragia interna.
Aunque se pusiera r¨¢pidamente en marcha un plan de rescate -cosa que parece cada vez m¨¢s improbable-, habr¨ªa cierta contracci¨®n del cr¨¦dito. La econom¨ªa estadounidense se ha sostenido gracias a un auge del consumo alimentado por el pr¨¦stamo excesivo, y eso se reducir¨¢. Los Estados y los ayuntamientos est¨¢n recortando gastos. Los balances dom¨¦sticos son m¨¢s d¨¦biles. Una desaceleraci¨®n econ¨®mica exacerbar¨¢ todos nuestros problemas financieros.
Podr¨ªamos hacer m¨¢s con menos dinero. Los agujeros de los balances de las instituciones financieras deber¨ªan repararse
con transparencia. Los pa¨ªses escandinavos nos mostraron c¨®mo, hace 20 a?os. Warren Buffet ha ense?ado otra manera, al proporcionar capital a Goldman Sachs. Al emitir acciones preferentes con garant¨ªas (opciones), se reduce el riesgo de p¨¦rdidas del p¨²blico y se garantiza que pueda participar en parte de los posibles beneficios.
Esta estrategia no s¨®lo ha demostrado su validez sino que ofrece los incentivos y los medios para que se reanuden los pr¨¦stamos. Evita la in¨²til tarea de intentar valorar millones de complejas hipotecas y los productos financieros, todav¨ªa m¨¢s complejos, en los que est¨¢n incrustadas, y resuelve el problema de las gangas: que el Gobierno se quede con los activos peores o m¨¢s sobrevalorados. Por ¨²ltimo, se puede poner en pr¨¢ctica mucho m¨¢s deprisa.
Al mismo tiempo, se pueden tomar varias medidas para disminuir las ejecuciones hipotecarias. En primer lugar, es posible hacer que la vivienda est¨¦ m¨¢s al alcance de los estadounidenses de rentas bajas y medias convirtiendo la deducci¨®n por hipoteca en un cr¨¦dito fiscal reembolsable. El Gobierno, en la pr¨¢ctica, paga el 50% del inter¨¦s hipotecario y los impuestos sobre el patrimonio de los ciudadanos de rentas m¨¢s altas, pero no hace nada por los pobres. En segundo lugar, es necesaria una reforma de las bancarrotas para permitir que los propietarios reduzcan el valor de su vivienda y permanezcan en sus casas. Tercero, el Gobierno podr¨ªa hacerse cargo de parte de una hipoteca, aprovechando sus costes de pr¨¦stamo inferiores.
Por el contrario, el enfoque del secretario del Tesoro estadounidense Henry Paulson es un ejemplo m¨¢s de los juegos de trileros que han metido al pa¨ªs en este l¨ªo. Los bancos de inversiones y los organismos calificadores de cr¨¦dito cre¨ªan en la alquimia financiera, la idea de que era posible crear un valor importante a base de cortar y dividir valores. La nueva opini¨®n es que es posible crear valor real descortando y desdividiendo, sacando esos activos del sistema financiero y poni¨¦ndolos en manos del Gobierno. Pero eso significa pagar un precio demasiado alto por los activos, y eso s¨®lo beneficia a los bancos.
Al final, existen grandes probabilidades de que, si se acaba por aprobar un plan as¨ª, los contribuyentes estadounidenses se queden atrapados. En la econom¨ªa del medio ambiente hay un principio b¨¢sico que es "el que contamina, paga". Es una cuesti¨®n de justicia y de eficacia. Wall Street ha contaminado la econom¨ªa con hipotecas t¨®xicas. Deber¨ªa pagar la limpieza.
Existe cada vez m¨¢s consenso entre los economistas de que cualquier rescate basado en el plan de Paulson no va a funcionar. De ser as¨ª, el enorme incremento de la deuda nacional y la conciencia de que ni siquiera 700.000 millones de d¨®lares son suficientes para salvar la econom¨ªa estadounidense erosionar¨¢n la confianza a¨²n m¨¢s y agravar¨¢n su debilidad.
Pero, por otro lado, los pol¨ªticos no pueden no hacer nada en una crisis semejante. As¨ª que quiz¨¢ tengamos que rezar para que un acuerdo elaborado con la misma mezcla t¨®xica de intereses especiales, una econom¨ªa equivocada y unas ideolog¨ªas de derechas que provoc¨® la crisis pueda, de una u otra forma, producir un plan de rescate que funcione, o cuyo fracaso no haga demasiado da?o.
Arreglar esta situaci¨®n -incluido un nuevo sistema de regulaci¨®n que disminuya la probabilidad de que vuelva a ocurrir una crisis como ¨¦sta- es una de las muchas tareas con las que se encontrar¨¢ el pr¨®ximo Gobierno.
Joseph E. Stiglitz, catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Econom¨ªa en 2001. ? Project Syndicate, 2008. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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