Un plan para Europa
El G-4 debe pactar una acci¨®n conjunta contra la crisis a pesar de las diferencias franco-alemanas
Ante el fracaso inicial del Plan de Rescate financiero elaborado por la Administraci¨®n de Bush, parece l¨®gico que Europa quiera elaborar su propia estrategia contra la crisis bancaria. Pero as¨ª como el plan estadounidense ha tropezado en primera instancia contra la resistencia de los republicanos m¨¢s fundamentalistas y los dem¨®cratas m¨¢s esc¨¦pticos, las diferencias entre Francia y Alemania han arruinado las primeras propuestas de esbozo de dicho plan. La iniciativa francesa de crear un fondo con cientos de miles de millones destinados a garantizar la solvencia de los bancos europeos fue recibida con reticencias, si no con hostilidad, por Alemania, en medio de cierta confusi¨®n.
Es muy probable que Francia considere rentable patrocinar en el G-4 del s¨¢bado un plan similar al que en Washington elaboraron Paulson y Bernanke; con una propuesta de esa envergadura, Nicolas Sarkozy tomar¨ªa la iniciativa en Europa y suplir¨ªa con su impulso, un punto megal¨®mano, el evidente d¨¦ficit de coordinaci¨®n entre las instituciones econ¨®micas europeas. Pero la posici¨®n de Alemania derrocha sensatez, siempre que no se eternice en la negativa. No es conveniente en Europa aprobar un plan que signifique entregar un cheque en blanco a los bancos con dificultades porque, a diferencia de Estados Unidos, el deterioro financiero no amenaza ruina inmediata y los pa¨ªses implicados tienen una independencia regulatoria que defender. Precisamente porque Europa no es una naci¨®n, la crisis global afecta de manera diferente en cada pa¨ªs. La famosa reuni¨®n del G-4, el pr¨®ximo s¨¢bado, puede ser un ¨¢mbito adecuado para examinar cu¨¢les son las iniciativas m¨¢s adecuadas en la eurozona.
De la experiencia deben surgir la reflexi¨®n y las ideas. Y la experiencia sugiere que las intervenciones en B¨¦lgica, Alemania e Irlanda, aprobadas ayer por Bruselas, son un m¨¦todo limpio, eficaz y discreto para afrontar las turbulencias que sacud¨ªan sus mercados financieros. Siempre que se entienda que medidas como el aval del Estado a la banca irlandesa tienen un car¨¢cter excepcional. Pero, a pesar del ¨¦xito nacional, es evidente que el mercado financiero de la eurozona necesita una estrategia conjunta contra la amenaza de colapso financiero; no cabe esperar que EE UU resuelva tambi¨¦n los problemas de este lado del Atl¨¢ntico.
No tan evidente, pero muy probable, es que cualquier plan europeo tendr¨¢ que aceptar la intervenci¨®n p¨²blica excepcional para garantizar los dep¨®sitos de la banca; que todos los pa¨ªses, incluido Espa?a, deber¨¢n revisar las capacidades y prestaciones de sus fondos de garant¨ªa de dep¨®sitos; que el BCE y el Ecofin tendr¨¢n que intensificar su coordinaci¨®n y, en el caso del Ecofin, quiz¨¢ recibir algunos poderes m¨¢s legislativos y ejecutivos; y que es necesario subir los requerimientos de capital en los bancos con el fin de aumentar su solvencia, siempre en la dosis adecuada para no agravar los problemas de liquidez. El G-4 tiene tarea, y el tiempo apremia.
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