"Ya no se ruedan pel¨ªculas que no sean pol¨ªticas"
A¨²n recuerda los tiempos en que en Israel unos bocadillos de carne de cerdo eran la comida r¨¢pida m¨¢s popular. Y ahora... "Todo es pol¨ªtica. Cualquier cosa que diga es pol¨ªtica o provoca reacciones pol¨ªticas. Los limoneros cuenta un drama, el de dos mujeres atrapadas en un enfrentamiento pol¨ªtico, pero no impone un punto de vista. As¨ª que no es un filme pol¨ªtico..., pero ya no hay pel¨ªculas que no sean pol¨ªticas en mayor o menor medida". Eran Riklis r¨ªe y empieza a hablar de su vida, de su educaci¨®n cosmopolita. Nacido en Israel en 1954, pas¨® su infancia en Estados Unidos, Canad¨¢ y Brasil (su padre, diplom¨¢tico, lleg¨® a ser embajador de Israel en el pa¨ªs suramericano). "Imag¨ªnate, las chicas en la playa en R¨ªo de Janeiro, y yo intentando concentrarme en los libros. Eran tiempos duros", y vuelve a re¨ªrse. Remat¨® sus estudios en Inglaterra y retorn¨® a Tel Aviv, a hacer cine, como la pel¨ªcula Zohar (1993), la m¨¢s taquillera en Israel en la d¨¦cada de los noventa. Varios taquillazos m¨¢s tarde, en los que no abandon¨® el gusto por el buen cine, La novia siria (2004) le devolvi¨® a los festivales internacionales. C¨¢ustico, con mucha retranca ante la vida y ante lo que ocurre en su pa¨ªs, Riklis no se siente especialmente mal en Tel Aviv, donde reside. "Porque hago el cine que quiero. Tambi¨¦n es cierto que mis coproductores son europeos [franceses y alemanes] y que puedo ir a mi aire".
"Las cosas se resolver¨ªan m¨¢s f¨¢cilmente si escuch¨¢ramos"
Y ahora, el truco, el pu?o de hierro en guante de seda, en el que Riklis es un maestro, como demuestran los premios del p¨²blico en Berl¨ªn y en San Sebasti¨¢n -certamen en el que se realiz¨® esta entrevista y donde los espectadores la eligieron la mejor pel¨ªcula europea-. Los limoneros describe el enfrentamiento en los tribunales entre una viuda palestina, poseedora, por herencia paterna, de un campo de limoneros, y el ministro de Defensa israel¨ª, que se acaba de mudar a la casa contigua y al que el servicio secreto le recomienda talar el cultivo, posible escondite para terroristas. La mujer del alto cargo y la viuda viven oprimidas en sus mundos, imposibilitadas por sus respectivos bandos para acercarse mutuamente. "Los personajes femeninos conectan especialmente con el p¨²blico, es cierto. Quer¨ªa rodar una historia conmovedora que fuera accesible a cualquier espectador del mundo".
Tambi¨¦n es verdad que Riklis quer¨ªa repetir con la actriz Hiam Abbas, la viuda palestina, que en Espa?a conocemos por Free zone, Conversaciones con mi jardinero o M¨²nich. Y que al cineasta le sorprendi¨® que los palestinos pudieran llegar en sus reclamaciones hasta el Tribunal Supremo israel¨ª. "Eso dice mucho de nuestro sistema judicial". Y poco m¨¢s, ideol¨®gicamente, le cuenta al espectador. "No juzgo si es blanco o negro, no tomo partido por ning¨²n bando. Sencillamente, los limoneros est¨¢n en el peor sitio tras la mudanza del ministro. Y en ambas partes hay radicales y manipuladores". Por eso, Riklis cree que la paz, "obligatoria", a¨²n est¨¢ muy lejos. "?Necesitaremos otra generaci¨®n? No lo s¨¦. Pero no vamos por buen camino. Oriente Pr¨®ximo cambia constantemente y a la vez no cambia tanto. Me gusta usar los limoneros como testigos de las actividades humanas. Y est¨¢n mudos, solos, aunque no tanto como las dos protagonistas".
Riklis pregunta en San Sebasti¨¢n por la violencia soterrada... y por qu¨¦ est¨¢ tan bueno el jam¨®n. "Es puro desconocimiento mutuo. Estuve hace poco en El Cairo, en su festival, y al hablar en ingl¨¦s durante d¨ªas nadie descubri¨® que yo fuera israel¨ª. Nos parecemos todos, y viajando se te quitan las ganas de pelea. Las cosas se resolver¨ªan m¨¢s f¨¢cilmente si fu¨¦ramos capaces de escuchar".
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