Un diario ?para qu¨¦?
?Para qu¨¦ se escribe un diario ¨ªntimo? Nos lo hemos preguntado este verano los ponentes del curso Escribir a solas: el diario ¨ªntimo en el siglo XXI, dirigido por Anna Caball¨¦ y Celia Fern¨¢ndez Prieto en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en Santander. Y la respuesta no es f¨¢cil. Llevar un diario requiere tanto trabajo como escribir cuentos o novelas -no necesita, es cierto, imaginaci¨®n, ni tampoco estructura, pero s¨ª relato, descripciones, reflexi¨®n, caracterizaci¨®n de personajes... y muchas horas ante el papel o la pantalla- y sin embargo no sirve, a primera vista, para nada. No se publica; no se paga; ni siquiera tiene el efecto colateral -ese que seg¨²n Garc¨ªa M¨¢rquez es el verdadero fin de quien escribe- de que nuestros amigos nos quieran m¨¢s. De hecho, si lo leyeran y nos vieran como realmente somos, cabe sospechar, ay, que m¨¢s bien nos querr¨ªan menos... Y sin embargo, desde aproximadamente el siglo XVII hay algunas personas -imposible saber cu¨¢ntas- que cada noche registran lo que han hecho, pensado, sentido, a lo largo del d¨ªa.
Averiguar por qu¨¦ es interesante en la medida en que refleja c¨®mo se viven ciertos cambios sociales. La misma aparici¨®n del diario (quiz¨¢ el ¨²nico g¨¦nero realmente nuevo desde las tres categor¨ªas: ¨¦pica, l¨ªrica y dram¨¢tica, que estableci¨® Arist¨®teles) responde a un cambio en la concepci¨®n del tiempo: ya no c¨ªclico, ni con referencia a Eternidad alguna, sino como algo fugaz, irrepetible. No es casualidad que el diario (¨ªntimo) aparezca a la vez que el diario (peri¨®dico): ambos hacen lo mismo, fijar un tiempo que no queda ni vuelve. Por su parte, la dimensi¨®n de intimidad responde a una vivencia m¨¢s individual del yo, ya no fundido con el grupo sino convertido en solitario y soberano, por obra y gracia del capitalismo y la Reforma religiosa. Tampoco es casualidad que el diario, como la autobiograf¨ªa de corte confesional, florezca entre los protestantes (Pepys, Amiel, Rousseau, Constant, Gide...), acostumbrados a hacer su examen de conciencia a solas -lo que permite hacerlo por escrito-, mientras que los cat¨®licos lo hacen de viva voz en el confesionario. Otra explicaci¨®n -recordemos a Ana Frank- es la que liga el diario con el desarraigo, la desorientaci¨®n, el cambio hist¨®rico que nos deja hu¨¦rfanos de patria, de identidad, de certezas. La Revoluci¨®n Francesa propicia diarios y autobiograf¨ªas (Joubert, Maine de Biran, Chateaubriand...), como en Espa?a la guerra y el exilio: Mari¨¤ Manent, Rosa Chacel, Max Aub son algunos de nuestros grandes diaristas, en un pa¨ªs que ha dado muy pocos, seguramente por ultracat¨®lico y contrarreformista.
?Y hoy? Tras el ejemplo de Andr¨¦ Gide, primero en publicar el suyo en vida, hoy hay escritores (no escritoras, al menos aqu¨ª y por ahora que yo sepa) que env¨ªan sus diarios a la imprenta, inmediatamente o pocos a?os despu¨¦s de su escritura: Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Mart¨ªn, Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano, Jos¨¦ Carlos Llop, Valent¨ª Puig, ?lex Susanna, Andr¨¦s Trapiello... Son textos, en algunos casos, literariamente muy valiosos, pero que se van pareciendo m¨¢s y m¨¢s a la columna period¨ªstica o al blog. Quiz¨¢ porque lo verdaderamente ¨ªntimo es por definici¨®n impublicable. S¨ª, quiz¨¢ esa categor¨ªa, la intimidad, que tanto juego dio del siglo XVII a mediados del XX, en la ¨¦poca de Facebook y Gran Hermano ha quedado para siempre arrumbada en el desv¨¢n de la Historia. -
Laura Freixas (Barcelona, 1958) es escritora. Su ¨²ltimo libro publicado es la autobiograf¨ªa Adolescencia en Barcelona hacia 1970 (Destino, 2007).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.