El insoportable pasado de Kundera
Los autores del art¨ªculo sobre la delaci¨®n del escritor afirman que el registro policial es categ¨®rico
La mayor¨ªa de las veces el pasado acaba por atraparnos. Es lo que probablemente le sucede al escritor Milan Kundera (Brno, Rep¨²blica Checa, 1929), acusado ahora de haber delatado en su juventud a un compatriota, que a punto estuvo de ser ejecutado por el r¨¦gimen estalinista que tom¨® el poder en Praga tras el golpe de Estado de 1948. El manoseo al que somet¨ªan a sus intelectuales los reg¨ªmenes del bloque sovi¨¦tico era igual en Praga que en Berl¨ªn Oriental, como probaron ampliamente los archivos de la Stasi. El autor de La insoportable levedad del ser tampoco ser¨ªa distinto a muchos otros escritores y artistas que sobrevivieron como pudieron en los a?os de plomo.
La militancia de Kundera en el Partido Comunista checoslovaco era conocida, aunque se atribuyera a las complejas circunstancias de la posguerra; pero no que hubiera actuado como comisario pol¨ªtico. Esto es lo que mantiene Petr Tresnak, que junto con Adam Hradilek firma el art¨ªculo de la revista Respekt que reconstruye la historia de aquella traici¨®n entre estudiantes de la residencia universitaria Kolonka, de Praga. "Kundera era entonces un estalinista convencido. Ten¨ªa un cierto prestigio en la universidad y escribi¨® hasta tres libros con loas a Stalin y poemas ensalzando el comunismo", asegura. "En el documento de la polic¨ªa que recoge la denuncia figura su nombre y direcci¨®n; no tiene sentido que fuera otra persona, porque cualquiera hubiera podido hacerlo de forma an¨®nima".
"Las acusaciones son puras mentiras", insiste el novelista desde Par¨ªs
Kundera, que vive en Francia desde que se exiliara, en 1975, neg¨® ayer de nuevo lo publicado en Respekt. "Estoy extremadamente sorprendido por las informaciones difundidas por la revista checa Respekt y divulgadas por la prensa internacional. Rechazo de la manera m¨¢s firme estas acusaciones, que son puras mentiras", se?ala su nota.
Tresnak, sin embargo, en una entrevista telef¨®nica con este peri¨®dico, no tiene dudas. Por un lado est¨¢ el informe de la polic¨ªa n¨²mero 624 / 1950, procedente de los archivos del Ministerio del Interior de la antigua Checoslovaquia, que localiz¨® Hradilek, que dice que Kundera se present¨® para informar sobre la cita que aquella noche ten¨ªa la estudiante Iva Militka con el desertor Miroslav Dvor¨¢cek. Tienen, adem¨¢s, el testimonio de Militka, que les ha permitido reconstruir lo sucedido.
Dvor¨¢cek, que cumpli¨® m¨¢s de 13 a?os de trabajos forzados en una mina de uranio, siempre pens¨® que fue Militka quien le hab¨ªa denunciado. Actualmente vive en Suecia y cuando la pasada primavera Hradilek le anunci¨® que hab¨ªa encontrado el documento que se?ala a Kundera como el delator, no quiso cre¨¦rselo. Poco despu¨¦s fue v¨ªctima de un ictus cerebral y perdi¨® el habla, explica Tresnak, por lo que por el momento no es posible conocer m¨¢s detalles.
El otro personaje clave, el novio y posterior marido de Militka, Miroslav Dlask, que figura en la denuncia como la persona que le proporciona a Kundera la informaci¨®n sobre la presencia de Dvor¨¢cek en la ciudad universitaria, muri¨® hace tiempo. "Kundera y Dlask eran amigos y posiblemente debieron discutir sobre el asunto", opina Tresnak, "se podr¨ªa especular que fuera Dlask el denunciante, pero no tiene sentido que en la ficha de la polic¨ªa figure el nombre y la direcci¨®n de Kundera".
Hradilek y Tresnak intentaron varias veces ponerse en contacto con Kundera, sin que ¨¦ste aceptara nunca hablar con ellos. En Praga, se?ala Tresnak, las opiniones sobre el asunto est¨¢n muy divididas. "Kundera era un comunista convencido, lo que era algo muy normal para muchos j¨®venes de aquella ¨¦poca", explica. Kundera, a?ade, disfrut¨® un buen tiempo de los privilegios que el r¨¦gimen conced¨ªa a los intelectuales afectos. Despu¨¦s abandon¨® por completo sus convicciones estalinistas y tuvo un papel importante en la agitaci¨®n cultural y pol¨ªtica durante la d¨¦cada de 1960, en torno a la Primavera de Praga.
Pero tras la entrada de los tanques rusos se recluy¨® en su vida privada y estuvo muy vigilado por la polic¨ªa pol¨ªtica. Sin embargo, nunca milit¨® en la oposici¨®n al r¨¦gimen, ni firm¨® la famosa Carta de los 77, sino que aprovech¨® una salida al extranjero para exiliarse. La redacci¨®n de Respekt ha pedido al ex presidente y dramaturgo V¨¢clav Havel que escriba sobre el tema. "Nos ha dicho que s¨ª", se?ala Tresnak, "habr¨¢ que esperar".
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