Se?oras, organizaci¨®n
A pesar de todas las precauciones que tom¨¦ para no perderme la entrada de los vips al congreso, acreditarme me llev¨® esperar cerca de una hora. Bueno, no exactamente esperar, sino m¨¢s bien caminar, buscando la tarjetita de marras. Organizan peor que gobiernan, que ya es decir. Primero, una se?ora me mand¨® salir del edificio y girar a la derecha. Me pod¨ªa haber imaginado la direcci¨®n, pero no: camin¨¦ y camin¨¦ y por la derecha no encontr¨¦ nada. Volv¨ª a la sala de organizaci¨®n y pregunt¨¦ a otra se?ora: "Salga y gire a la izquierda". Media hora despu¨¦s no hab¨ªa encontrado tampoco nada.
Como soy hombre de fe, persist¨ª y finalmente hall¨¦ a dos muchachos y una chica que atend¨ªan a la prensa. Mientras la burocracia segu¨ªa su proceder me di cuenta de que tanto por la derecha como por la izquierda se llegaba al mismo sitio (tomen nota). As¨ª que me entregaron la cartulina y les dije que estaba muy cabreado, y que eso se notar¨ªa en mis cr¨®nicas. Alzaron los hombros, disculp¨¢ndose, y amablemente me se?alaron el camino m¨¢s corto para llegar a la sala del congreso. Solo cien metros de pasillo interior, pero las dos se?oras me hicieron andar una hora (ojal¨¢ perd¨¢is las elecciones).
De vuelta al hall y a falta de vips habl¨¦ con Manolo Gimeno, alcalde de Lloc Nou de la Corona (cuarenta o cincuenta habitantes y quince millones de pesetas de presupuesto). Manolo no lo sabe, pero en esa pedan¨ªa present¨¦ yo a mi amigo Sebasti¨¤, El Roget, por el Bloc. No sacamos ni un voto, pero tampoco perdimos mucho. Unas semanas antes, nos dimos una vuelta por all¨ª y preguntamos a un vecino cu¨¢nto terreno ten¨ªa el pueblo: "No res, dos carrers", sonri¨® el muy socarr¨®n. O sea, que no hab¨ªa solares ni para un PAI con pisos para pigmeos. Con todo, yo estaba decidido a convocar un mitin con el fin de trasladar a los electores nuestro compromiso: honradez y responsabilidad con las arcas municipales. Sin embargo, el Bloc no lo crey¨® oportuno (o les sobran concejales o vieron la foto de El Roget).
Cuando empiezan los discursos me largo. Paso por una sala donde veo a un tipo boxeando con un mu?eco de una televisi¨®n interactiva, que ha montado el partido para evitarle al personal el co?azo de los oradores (pienso si hoy, domingo, a Mariano Rajoy le resultar¨¢ un co?azo venir a Valencia a clausurar el congreso. Me lo pregunto inquieto, porque en una semana estar¨ªa dos veces de acuerdo con ¨¦l). En la salida, armando bulla con pitos y otros instrumentos, un grupo de trabajadores de la empresa Tragsa piden un incremento salarial (qu¨¦ poca consideraci¨®n, con la que est¨¢ cayendo). Mientras me alejo, oigo la primera ovaci¨®n un¨¢nime. Alguien me informa de que se la han dedicado a Adela Pedrosa, alcaldesa de Elda, presidenta o algo similar del Comit¨¦ Organizador; la se?ora cuyas empleadas, envi¨¢ndome ahora por la derecha y despu¨¦s por la izquierda, me han bajado el nivel del az¨²car.
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