"Vivimos en la gran mentira"
Christian Salmon, franc¨¦s de Marsella, donde naci¨® en 1951, dedica su esfuerzo de escritor a revelar la gran mentira en la que vivimos. El resultado es el libro Storytelling, que publica ahora en Espa?a Pen¨ªnsula y que tiene este subt¨ªtulo: La m¨¢quina de fabricar historias y formatear las mentes. ?l fue presidente del Parlamento de Escritores, y, una vez extinguida esta esforzada instituci¨®n, Salmon no ha cesado de preguntarse sobre la ficci¨®n que vivimos. Esta semana hablamos en Par¨ªs con ¨¦l acerca de sus conclusiones.
Pregunta. Se deduce de su libro que vivimos enga?ados.
Respuesta. Vivimos en la gran mentira. Se ve muy bien en la crisis financiera: la percepci¨®n de las cosas es m¨¢s importante que la realidad de las cosas. ?sta es una crisis de percepci¨®n. Y si hablamos de pol¨ªtica, es lo mismo. Los pol¨ªticos no argumentan, no abren un debate, sino un teatro, una historia. Storytelling: cuentan un cuento. John McCain ha escrito un libro, Faith of my fathers (La fe de mis padres), y Obama titula el suyo Dreams from my father (Sue?os de mi padre)... Independientemente de que nos guste m¨¢s Obama, lo cierto es que los dos presentan un teatro virtual, una cadena de posturas que obedecen a los mismos c¨®digos: storyline, timing, framing, networking... La percepci¨®n es m¨¢s importante que la realidad.
"Desde los a?os ochenta, la cosm¨¦tica de las empresas ha tomado una importancia desproporcionada" -7dion: form-data; name="datos[destacados][][destacado]"
P. ?Y la crisis tambi¨¦n se cuenta como se cuenta un cuento, o una mentira?
R. Desde los a?os ochenta, la belleza de las empresas, su cosm¨¦tica, ha tomado una importancia demasiado desproporcionada en relaci¨®n con la realidad. Toma el caso de Enron: es la primera empresa de ficci¨®n que no se comporta con un criterio racional, sino como un actor haciendo una performance ante una audiencia a la que quiere divertir y a la que quiere convencer de que es la m¨¢s innovadora.
P. La m¨¢s novedosa.
R. Pero no demuestra la capacidad de innovaci¨®n con criterios profesionales sino simb¨®licos. Echa a un 10% de trabajadores cada a?o y as¨ª cree estar dando una muestra de renovaci¨®n. Y s¨®lo est¨¢ actuando para que la vean desde Wall Street.
P. O sea, todo un circo.
R. Todo un circo. La realidad de la econom¨ªa no existe, y eso que no existe genera plusval¨ªa, pero se aleja de la realidad. Lo que ocurre hoy es un retorno, una vuelta de la realidad.
P. Una realidad terrible.
R. George Soros ha escrito un libro en el que dice que la causa de la crisis no son los especuladores, sino c¨®mo la gente en Wall Street analiza las cosas por la percepci¨®n que tienen, no por la realidad de las cosas. Existe un storytelling del management financiero, un storytelling del marketing: una marca es hoy en d¨ªa una historia. Lo que he intentado hacer en el libro es mostrar c¨®mo se construye, al lado de la realidad, un orden nuevo del relato, un orden ficticio que sustituye a la realidad.
P. En narrativa o en ficci¨®n eso es noble, pero en pol¨ªtica y en econom¨ªa eso tiene consecuencias terribles. No es lo mismo Flaubert que Enron.
R. Absolutamente. Desde siempre, la humanidad cont¨® historias. Mi convicci¨®n es que la novela moderna se constituy¨® a partir de una pol¨¦mica con el storytelling de la ¨¦poca. Don Quijote habla desde su pr¨®logo de un hombre que tiene la mente llena de mentiras, de falsos relatos.
P. Que la novela viene a limpiar.
R. A desmitificar. Madame Bovary es tambi¨¦n una reacci¨®n contra el storytelling, los cuentos, de la ¨¦poca. As¨ª que la ¨¦tica de la novela es luchar contra el storytelling. Y ahora esta tendencia a dormir a la gente con cuentos ha tomado una fuerza que nunca se hab¨ªa visto.
P. Ahora todo es cuento, parece. Lo que dec¨ªa Le¨®n Felipe: nos tratan de dormir con cuentos.
R. Antonio Damascio, un neurocient¨ªfico, dec¨ªa recientemente que "el cerebro es la articulaci¨®n de raz¨®n y de ilusi¨®n". Eso es normal. Pero hoy d¨ªa una campa?a electoral es una agresi¨®n permanente del cerebro con un bombardeo de noticias falsas. Cuando Roosevelt hablaba en la radio, uno ten¨ªa tiempo de pensar, la raz¨®n pod¨ªa retomar el argumento; pero hoy no hay tiempo de reflexi¨®n, y eso hace desaparecer los espacios democr¨¢ticos. Porque necesitan un tiempo, una arquitectura institucional (las c¨¢maras parlamentarias, el poder ejecutivo, el poder legislativo). Toda esta arquitectura hoy d¨ªa desaparece por otra escena, una escena de la performance pol¨ªtica: un hombre se sit¨²a ante la audiencia y trata de orientar las emociones hacia s¨ª mismo.
P. Y, adem¨¢s, ese hombre no es ¨¦l mismo, est¨¢ rodeado de gente que le susurra qu¨¦ ha de hacer.
R. Son los spin doctors de los candidatos, los lobbies, los storytellers... He escrito algo c¨®mico sobre el primer Gobierno de Sarkozy. Dec¨ªa que la Mesa del Consejo era como un gobierno de las flores, cada uno representaba un s¨ªmbolo: uno era la igualdad; el otro, los derechos humanos, el otro era el humanitario. ?Un jard¨ªn! Los ministros no son elegidos por su competencia, sino por su presencia medi¨¢tica, por su capacidad de acci¨®n en los campos medi¨¢ticos.
P. Por la flor que representan.
R. Es terrible. Por ejemplo, la ministra de Justicia, Rachida Dati, la que va a tener un hijo con no se sabe qui¨¦n, es como la Cenicienta, que se transforma a medianoche en una reina. Es una historia, como un cuento. Y est¨¢ en las elecciones norteamericanas, por supuesto: Barack Obama cuenta un cuento, John McCain cuenta un cuento. Pero Barack Obama va a ganar porque no es solamente el cuento: ¨¦l dispone de un cuadrado m¨¢gico (el storyline, el timing, el framing, el networking) que le permite gestionar el tiempo, encuadrar su mensaje, financiar la campa?a con los adecuados militantes... Y McCain s¨®lo tiene el storyline, todo lo dem¨¢s se le ha desbaratado. Y cuando ha atra¨ªdo a Sarah Palin, no lo ha enmendado, lo ha empeorado: ¨¦l es un presidente viejo que tiene un encuadre ideol¨®gico, y ella es una vicepresidenta joven con un encuadre completamente diferente.
P. Volvamos a la mentira. Insuperable la de las armas de destrucci¨®n masiva en Irak.
R. Bush lleg¨® en el 2000 con una historia (un storytelling) que contar, todo el gabinete estaba preparado para contar un cuento, y el atentado contra las Torres Gemelas crea otra realidad... En los d¨ªas posteriores al 11-S, el equipo de Bush cit¨® en la Casa Blanca a los directores de Hollywood: hab¨ªa que imaginar lo que segu¨ªa.
P. Y fue la invasi¨®n de Irak.
R. Con un cinismo tremendo. Una invasi¨®n basada en cuentos. Y hay un cuento, el de las mujeres afganas a las que los talibanes arrancaban las u?as, que empez¨® a estar en todos los discursos, como si ¨¦sa fuera una pr¨¢ctica habitual que justificaba cualquier represi¨®n. Y luego t¨² investigas y ves que ese fue tan s¨®lo un caso, y no tan grave como lleg¨® a estar en los cuentos sobre las atrocidades de los talibanes.
P. La mentira sirve para controlar a la opini¨®n.
R. El poder hace circular historias para mantenerse. Si consiguiera del todo su prop¨®sito estar¨ªamos ante un totalitarismo, pero a¨²n es posible contradecir los cuentos.
P. ?Habr¨ªa que desconfiar de todo?
R. No, de la experiencia no hay que desconfiar. Yo creo que estamos en un nuevo modo de opresi¨®n, no solamente pol¨ªtica, sino una opresi¨®n simb¨®lica que impide a la gente construir su propia vida, pensar y contar su propia experiencia. ?ste es el momento de una nueva lucha democr¨¢tica.
P. Para salir del cuento y del infierno.
R. Exacto. -

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.