El se?or de los tiempos
Camps inicia un nuevo ciclo pol¨ªtico tras barrer la disidencia en el PP
Francisco Camps (Valencia, 1962) cerr¨® ayer un ciclo pol¨ªtico de cinco a?os. Un lustro que se inici¨® en 2003 frente a los asientos que ¨¦l y su padre tienen asignados en la tribuna del Valencia CF. En un mitin donde Camps se jugaba la herencia cedida entonces, en usufructo, por Eduardo Zaplana y la presidencia de la Generalitat.
La reedici¨®n del glorioso mitin de Mestalla de 1996 en las auton¨®micas de 2003 con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Eduardo Zaplana y Francisco Camps fue un sonado fracaso, pero el hoy dirigente indiscutible del PP hizo un juramento p¨²blico: ser presidente de la Generaltat con todas las consecuencias (y pronto se dar¨ªa cuenta de que para ello necesitaba el partido) para lograr que un d¨ªa sus nietos hablasen con orgullo de su obra pol¨ªtica. Y pese al pinchazo del mitin, Camps gan¨® la presidencia de la Generalitat, siempre vigilado de cerca por Zaplana, que se negaba a disolver el usufructo y, en consecuencia, le negaba el conrol del PP regional.
Ayer Francisco Camps record¨® ese momento en Mestalla para dar por abierto un nuevo ciclo pol¨ªtico, esta vez como due?o y se?or del PP y de la Generalitat, sin contestaci¨®n alguna que pueda ensombrecer sus decisiones.
Atr¨¢s queda el suplicio del congreso regional del PP de 2004, que gan¨® con un 78% de los votos gracias al apoyo de un largo rosario de alcaldes y de Carlos Fabra. Todos ellos necesitados de los presupuestos de la Generalitat que dome?aba Camps con esmero. Pero ello no le evit¨® tener sobre la cabeza una espada de Damocles, esgrimida d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n por un sector del partido que amenazaba con convertirlo en un paria de la pol¨ªtica; en un presidente derrocado por su propio grupo parlamentario.
Desde aquel oto?o de 2004, Camps se ha dedicado a administrar los tiempos pol¨ªticos con gran habilidad, sorteando las provocaciones. Rodeado por una reducida guardia pretoriana (en la que figuran los hermanos Ana y Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila, Rita Barber¨¢, Vicente Rambla, Juan Cotino, Federico Trillo y pocos m¨¢s) y con los que no comparte nunca toda la informaci¨®n, Camps ha ido modelando lentamente el Gobierno valenciano, primero, y el partido despu¨¦s. A su medida. Con su imaginario de una Comunidad Valenciana reconocida en el mundo, cat¨®lica, espa?ola, conservadora, donde "se quite la parte triste de la historia y siempre se hable de las cosas bonitas". Donde PP se identifique con Comunidad Valenciana.
As¨ª, perfecto conocedor de los entresijos del PP, Camps sali¨® ayer del 12? congreso con una estructura hecha a su medida, que incluye un n¨²mero notable de mujeres y j¨®venes, y arropado por la pr¨¢ctica totalidad de la direcci¨®n nacional del PP liderada por Mariano Rajoy.
Un c¨®nclave en el que Camps ha logrado un 98% de los votos, entre los que se cuentan las papeletas de los ex zaplanistas, de los fabristas y de toda clase de localismos end¨¦micos que pueblan el PP. Compromisarios con los que el l¨ªder popular ya no tiene deudas de ninguna clase que pagar.
Y en estas condiciones, Camps abri¨® ayer un nuevo ciclo pol¨ªtico en el que parece seguir uno de los consejos de Quinto Tulio Cicer¨®n a su hermano Marco, candidato al cargo de c¨®nsul de Roma. "Ten presente en tu coraz¨®n y en tu memoria a Italia entera, compuesta y formada por tribus, y no permitas que haya ning¨²n municipio, ninguna colonia, ninguna prefectura, en fin, ning¨²n lugar de Italia, en el que no tengas apoyo suficiente".
Camps ha iniciado una nueva etapa de la que s¨®lo ¨¦l es responsable. Con un aparato de gobierno y de partido de car¨¢cter presidencialista, cuyo ¨²nico rival est¨¢ hoy por hoy en el Gobierno de Espa?a.
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