Calumnia, que algo queda
Hace un par de semanas le¨ª, primero con estupor y luego con indignaci¨®n, las acusaciones divulgadas en la revista checa Respekt por Adam Hradilek y Petr Tresnak, y reproducidas al punto por la prensa internacional. Seg¨²n estos investigadores de las cloacas del r¨¦gimen estalinista de la ex Checoslovaquia, esto es, los archivos de la Stasi, Milan Kundera habr¨ªa delatado a un desertor, Miroslav Dvor¨¢cek, al ser informado por su amigo, hoy fallecido, Miroslav Dlast, de su presencia clandestina en Praga, hu¨¦sped de la compa?era universitaria de ambos, Iva Matlika, con quien posteriormente Dlast se cas¨®.
La manera de presentar los hechos por el corresponsal en Par¨ªs de este peri¨®dico -desde el t¨ªtulo de su segunda cr¨®nica, El insoportable pasado de Kundera, hasta p¨¢rrafos como "la mayor¨ªa de las veces el pasado acaba por atraparnos. Es lo que probablemente le sucedi¨® al escritor Milan Kundera...", y la frase de que no se sab¨ªa hasta hoy "que hubiese actuado como comisario pol¨ªtico"- ignoran la presunci¨®n de inocencia de quien es v¨ªctima de tales calumnias. El espacio concedido al rotundo desmentido de Kundera no ocupa ni una d¨¦cima parte del texto en el que se detallan las supuestas revelaciones de los colaboradores de la revista checa.
Falsas acusaciones contra Kundera se expanden merced al sensacionalismo sin control de Internet
Conoci¨¦ndose bien las posibilidades de una manipulaci¨®n mafiosa de los archivos policiales -la fabricaci¨®n de informes y documentos destinados a desacreditar a los opositores e intelectuales rebeldes es una pr¨¢ctica com¨²n a todos los reg¨ªmenes totalitarios del mundo-, sorprenden dos cosas. Primera: la aceptaci¨®n inmediata y acr¨ªtica por los medios informativos de las acusaciones vertidas contra un escritor molesto tanto para el r¨¦gimen estalinista que rein¨® en Praga de 1948 a 1989 como para los sectores nacionalistas y reaccionarios, m¨¢s pro-Bush que el propio Aznar, que marchan viento en popa en la actual Rep¨²blica Checa.
Segunda: la tardanza en sacarlos a la luz, siendo as¨ª que los espulgadores de pasados poco limpios est¨¢n al pie del ca?¨®n para apuntar a los culpables de leso patriotismo y que, para colmo, cambiaron de nacionalidad (en realidad Kundera fue despojado de ella en 1980), y m¨¢s grave a¨²n, de lengua (recuerdo lo de "el ahora franc¨¦s Julio Cort¨¢zar" firmado por un pu?ado de mediocres, celosos de su talento).
El morbo y sensacionalismo de la noticia avasallan en el mundo de hoy al profesionalismo de la informaci¨®n. Cualquier personaje p¨²blico -y, pese a su encomiable deseo de ser simplemente una persona, Kundera lo es-, puede convertirse en blanco de todo tipo de acusaciones respecto a su vida profesional y privada, sus preferencias sexuales, sus remotas afinidades pol¨ªticas con estalinistas o nazis, y un largo etc¨¦tera. Basta que un bloguero de mala uva o el oscuro titular de una p¨¢gina web lancen el infundio para que ¨¦ste se divulgue en tiempo real por nuestro infeliz planeta. Como dice Yasmina Reza en un art¨ªculo de opini¨®n publicado en Le Monde del pasado 16 de octubre, "la impotencia absoluta de una persona ante tal marejada" obliga a reflexionar sobre el c¨®digo ¨¦tico y la deontolog¨ªa profesional, pues "las palabras forman parte de nuestra percepci¨®n de lo real y pronunciadas o escritas toman caminos imprevisibles que pueden ser destructores".
Los sembradores de sospecha que, a partir de documentos f¨¢cilmente manipulables, de admisiones tard¨ªas de hechos reales que se remontan a la adolescencia del atacado o de simples cotilleos de aficionados a la chismograf¨ªa, intentan desmontar de sus inventadas estatuas a quienes admiramos por su valor art¨ªstico e independencia de todos los poderes f¨¢cticos, se frotan las manos desde su presunta altura moral: ?vean ustedes, son como los dem¨¢s! (ellos no, dada su insignificancia, nadie les pedir¨¢ cuentas y alcanzar¨¢n al rev¨¦s con sus patra?as una fama ilusoria y ef¨ªmera).
La carta del historiador literario checo Zdenek Pesat del 15 de octubre -y el excelente art¨ªculo de Monika Zgustova que leo mientras corrijo estas l¨ªneas- ponen las cosas en su lugar. Estudiante de Filosof¨ªa y cuadro del partido comunista en la universidad praguense, Pesat recibi¨® la visita, dice, de Miroslav Dlak, en la que ¨¦ste le inform¨® de que su amiga y luego esposa Iva albergaba en su domicilio a un ex compa?ero de estudios desertor y supuesto esp¨ªa y que, a fin de protegerla, hab¨ªa denunciado a Dvor¨¢cek a la Stasi.
Los amigos y admiradores de Kundera queremos expresar nuestra protesta contra tal linchamiento medi¨¢tico y reivindicar su ejemplaridad de artista y de intelectual ajeno a todo compadrazgo pol¨ªtico, aun a sabiendas de que corr¨ªa el riesgo de sufrir por ello los ataques y golpes bajos de una c¨¢fila de enemigos amparados en el anonimato y la ubicuidad del universo virtual en el que actualmente vivimos.
Juan Goytisolo es escritor.
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