En boca de sabios
Siempre me han impresionado las ideas tontas de los sabios. Me refiero a esas boutades que sueltan de vez en cuando. Como todos nosotros, por supuesto, pero en ellos llama mucho m¨¢s la atenci¨®n por el contraste radical de esa peque?a sombra desplegada sobre la lucidez de su pensamiento. Repasemos unos pocos ejemplos.
El ¨²ltimo, la entrevista concedida estos d¨ªas por la neur¨®loga Rita Levi-Montalcini, Premio Nobel de Medicina, y que est¨¢ a punto de cumplir cien espl¨¦ndidos a?os. No cabe duda de que el cerebro de esta mujer sigue funcionando a las mil maravillas (mejor que cuando era joven, sostiene): por las ma?anas dirige las investigaciones de su laboratorio; por las tardes trabaja en su fundaci¨®n. Entiendo perfectamente que le apasione de tal manera su tarea que no piense jubilarse. Sin embargo, hay algo chirriante en su afirmaci¨®n: "Estoy en contra de la jubilaci¨®n o cualquier otro tipo de subsidio. Vivo sin ello. Renunci¨¦ a ello". No explica si se trata de un rechazo generalizado a las pensiones por jubilaci¨®n, pero parece sugerirlo. Me resulta incomprensible: si hay un avance social indiscutible, es ¨¦se. Tal vez ella pueda seguir gan¨¢ndose la vida a esas edades, y en lo que le apasiona, pero un m¨ªnimo de conciencia social nos recuerda que ¨¦se no es el caso del com¨²n de los mortales.
Fuera de la actividad a la que se ha dedicado, un sabio puede ser tan bobo como cualquiera
Tambi¨¦n me viene a la cabeza Hannah Arendt, en una estupenda entrevista que concedi¨® a la televisi¨®n alemana en 1964 (que, por cierto, se puede ver ¨ªntegra en Youtube). Para entonces ya hab¨ªa publicado obras capitales como Los or¨ªgenes del totalitarismo o Eichmann en Jerusal¨¦n y se hab¨ªa revelado como una audaz te¨®rica de la pol¨ªtica. El entrevistador comienza pregunt¨¢ndole por su posici¨®n respecto a la emancipaci¨®n de las mujeres. La respuesta de Arendt no puede ser m¨¢s decepcionante: "Yo, en realidad, he sido una persona anticuada. Siempre he sido del parecer de que hay determinadas ocupaciones que no son para las mujeres, que no les van, si puedo decirlo as¨ª. Cuando una mujer se pone a dar ¨®rdenes, la cosa no tiene buen aspecto; debiera intentar no llegar a tales posiciones si le importa seguir siendo femenina". Asombra que una pensadora que se atreve a ir a la ra¨ªz de las m¨¢s intrincadas cuestiones pol¨ªticas reproduzca intactos los prejuicios sexistas de la ¨¦poca.
Un ¨²ltimo ejemplo. Hace pocos meses levant¨® cierta pol¨¦mica una entrevista concedida por otro pensador, George Steiner. El gran intelectual europeo se permiti¨® opinar sobre una multitud de temas, incluido "el problema vasco", al que ya hab¨ªa dedicado un art¨ªculo que vaticinaba el inminente final de ETA. Ahora reconoc¨ªa el fracaso de esa previsi¨®n. ?Por qu¨¦? "No lo s¨¦. Ese idioma tan misterioso es muy raro, muy poderoso. Quiz¨¢ por eso a alguna de esa gente le resulta tan imposible aceptar el mundo exterior. Pero no estoy seguro de nada". Esta respuesta nos dej¨® turulatos a m¨¢s de uno. ?l, que tanto ha reflexionado precisamente sobre el papel de las lenguas, no pod¨ªa estar diciendo en serio tama?a tonter¨ªa...
Es claro que, fuera de la esfera de pensamiento en la que ha concentrado sus esfuerzos intelectuales, un sabio puede ser tan bobo como cualquiera. Simplemente, supongo, relaja sus m¨²sculos cr¨ªticos, se aligera, se acomoda. Su luz se va disipando en c¨ªrculos conc¨¦ntricos hasta mezclarse con las sombras. Humano, claro, demasiado humano.
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