Una galer¨ªa subterr¨¢nea
Las tres chimeneas de Fecsa son tres barrotes de hormig¨®n para un paisaje hist¨®rico. Es el paisaje del viejo suburbio industrial en primera l¨ªnea de playa, del que ya no queda m¨¢s que eso, cientos de toneladas de cemento dormido, 65.000 metros cuadrados de recinto rodeado por muros coronados con vallas de espino y garitas con los cristales rotos, con enormes tubos de refrigeraci¨®n que se adentran en el mar y lo recalientan como se recalienta el planeta; pero que durante a?os ha proporcionado energ¨ªa suficiente para iluminar todo un pa¨ªs desde su noche perif¨¦rica. Ahora las turbinas de Fecsa, sus tres torres de 200 metros de altura, no van a poder alumbrar ni su propia biograf¨ªa. La compa?¨ªa el¨¦ctrica ha anunciado que tiene previsto renovar las instalaciones y que en 2010 va a derrumbar estas torres, como cae derrumbado un vagabundo por una calle desierta. Y el Ayuntamiento de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, en una consulta que tendr¨¢ lugar del 17 al 23 de noviembre, ha decidido preguntarles a sus vecinos, igual que hac¨ªa Kiko Ledgard en el juego del Un, dos, tres..., si quieren tirar las torres o se plantan con lo que hay. Lo que hay es, ante todo, un s¨ªmbolo, y para salvar el s¨ªmbolo van acumul¨¢ndose propuestas de utilidad pr¨¢ctica, como convertir las torres en un hospital, en un restaurante, en un lanzadero de parapente, en pisos para j¨®venes e incluso en una galer¨ªa de arte.
Las tres chimeneas de Fecsa son tres barrotes de hormig¨®n para un paisaje hist¨®rico
Al pie de las tres torres de Fecsa hay toneladas de horas de trabajo que pusieron los trabajadores emigrados de todas partes, y tambi¨¦n pusieron huelgas antifranquistas, y pusieron adem¨¢s un muerto en aquellas huelgas, del que hoy queda el nombre en una calle del barrio de La Mina. Manuel Fern¨¢ndez M¨¢rquez. Las tres chimeneas de Fecsa tienen mucho de sociol¨®gico, de crueldad arquitect¨®nica y hasta de estatua de la Libertad hundida en la arena de un nuevo planeta de los simios; pero sobre todo tienen algo pol¨ªtico, algo de destruida c¨²pula de Carabanchel y hasta otro algo de fosa de una clase que ha sido enterrada o por lo menos maquillada. Hoy, en Sant Adri¨¤, lo que se ha puesto de moda son las peluquer¨ªas, los estilistas, las tiendas de maquillaje y cosm¨¦ticos con un punto de delicatessen. Ya que no es posible un mundo m¨¢s justo, a¨²n se puede aspirar a vivir la vida sin padrastros.
Cuando uno se acerca al pie de las tres chimeneas para adorarlas como un templo proletario de una era olvidada, lo que se encuentra es un pu?ado de viejos desnudos amojam¨¢ndose al sol de la playa con los ojos cerrados para no quemarse la vista, pero tambi¨¦n para no ver el cartel que dice: "Zona muy peligrosa. Prohibido el ba?o". Y merodeando tras estos hombres, andan con los pu?os vueltos y la camisa abierta, que aletea como un aguilucho en busca de comida, los emigrantes, chavalotes que vienen a hacer de chaperos a lo largo del d¨ªa.
Es precisamente en esta zona playera de las tres chimeneas donde ha ido form¨¢ndose el museo m¨¢s vivo, una de las galer¨ªas de arte m¨¢s apasionantes y m¨¢s verdaderas de Barcelona. Es en esta parte del muro de cemento de Fecsa donde los plantilleros y las plantilleras Borbo, Coolture, y creo que tambi¨¦n Olivia (me fascinan, pero no estoy puesto), han ido dibujando sus plantillas, han ido dejando sus pinturas murales, que hablan del mundo tal como lo sentimos, sobre la pared m¨¢s apartada y marginada de la periferia, porque saben que el arte es ir contra todos y contra todo. Y todo ello en medio de la obstinaci¨®n del mar, de la obstinaci¨®n de las torres, de la obstinaci¨®n de los chaperos, de la obstinaci¨®n del arte... por la vida.
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