Razones para el optimismo urbano
Para ser real y duradero, el crecimiento necesita una s¨®lida infraestructura ¨¦tica e intelectual. Por eso, cuando la econom¨ªa se edifica sobre la depredaci¨®n o la especulaci¨®n, se desvirt¨²a la idea de crecimiento.
Tras la fuerte regresi¨®n a que han sido arrastradas las cotizaciones mundiales, hay que constatar que la inteligencia y la creatividad humanas siguen siendo la fuente originaria e insustituible de todas las dem¨¢s formas de riqueza. Hay una riqueza cultural y una riqueza cient¨ªfica que son completamente imprescindibles para la estabilidad y el bienestar de cualquier sociedad.
La Agenda de Lisboa naci¨® con el af¨¢n de convertir la econom¨ªa de la Uni¨®n Europea en el sistema productivo m¨¢s intensivo en conocimiento del planeta. Este a?o, el Foro Econ¨®mico Mundial tiene previsto revisar su ?ndice de Competitividad Global para, entre otras cosas, aumentar el peso relativo de los aspectos concernientes al conocimiento en su evaluaci¨®n para 2009.
El talento, el capital humano, es el gran activo contra la crisis para todos, desde empresas a ciudades
No existen recetas milagrosas frente a esta crisis, pero s¨ª debe exigirse a los poderes p¨²blicos que obren con visi¨®n estrat¨¦gica y no caigan en la irresponsabilidad. Se obra con irresponsabilidad cuando se dilapidan aceleradamente los activos del territorio. Cuando los principales agentes del conocimiento son considerados un estorbo. O cuando se ha dejado tan exhausta la capacidad financiera de una Administraci¨®n que se le impide reaccionar frente a cualquier contingencia.
La visi¨®n estrat¨¦gica requiere, como ha confirmado la crisis, de una continua prevenci¨®n frente al instinto coyuntural de ciertas actitudes pol¨ªticas, e invita a primar los ingredientes del crecimiento sostenible a medio y largo plazo, en detrimento de otros m¨¢s efectistas y socialmente menos rentables. Uno de los ingredientes m¨¢s relevantes de ese crecimiento es, sin duda, el talento. En el futuro, las empresas, las organizaciones, los territorios y las ciudades que mejor resuelvan el desaf¨ªo de producir, atraer y retener talento liderar¨¢n el escenario posterior a la superaci¨®n de esta crisis. El capital intelectual es el l¨ªmite en el que se repliegan los mercados cuando no queda ya ning¨²n margen de depreciaci¨®n.
Pero el talento ni surge, ni se desarrolla, ni se expande en el vac¨ªo. Desde los or¨ªgenes de la civilizaci¨®n su localizaci¨®n predilecta han sido las ciudades, porque el talento para fructificar necesita entremezclarse como s¨®lo se puede hacer en el marco de convivencia de la ciudad.
El talento rechaza el dogmatismo porque ve en ¨¦l una amenaza de paralizaci¨®n. Deplora las sociedades estratificadas porque coartan sus necesidades de relaci¨®n. Valora el espacio p¨²blico porque satisface su inquietud cultural. Repudia las ciudades excluyentes porque se alimenta de la diversidad, de la sinergia y de la fluidez.
Generar ciudades donde las oportunidades para el talento sean proporcionales a las personas que las merecen es una base program¨¢tica segura para la planificaci¨®n estrat¨¦gica urbana. Lo es porque el talento provoca en la econom¨ªa impresionantes aumentos de escala y demanda entornos urbanos de alta calidad ambiental, est¨¦tica y paisaj¨ªstica.
Las ciudades re¨²nen unas condiciones objetivas excepcionales para reubicarse el d¨ªa despu¨¦s de esta situaci¨®n de crisis global. El proyecto The Urban Age Project: The Endless City, promovido por la London School of Economics y la Alfred Herrhausen Society, estima que en el a?o 2050 el 75% de la poblaci¨®n mundial vivir¨¢ en las ciudades, cuando en 1900 s¨®lo era urbana el 10% de la poblaci¨®n.
Este proyecto internacional ha seleccionado 20 iniciativas de ciudades de todo el mundo donde se materializan los principios de una nueva planificaci¨®n urbana que rompe con el modo tradicional de entender las ciudades.
Entre las pautas metodol¨®gicas fundamentales de este nuevo modo de organizar la ciudad est¨¢n la participaci¨®n p¨²blica -con la ineludible inclusi¨®n de las miradas diversas de las mujeres-, la densidad, las nuevas tecnolog¨ªas de la edificaci¨®n e intensas operaciones de reverdecimiento urbano. Tambi¨¦n la clusterizaci¨®n de las actividades complementarias, el respeto, rehabilitaci¨®n y reutilizaci¨®n de elementos patrimoniales, la difusi¨®n capilar de bienes y servicios p¨²blicos, as¨ª como el impulso de enclaves para el conocimiento y las apuestas en¨¦rgicas por la integraci¨®n de las personas m¨¢s desfavorecidas, sin olvidar el replanteamiento radical de los modelos de transporte urbano.
A conclusiones parecidas llegaron los expertos nacionales e internacionales que reunimos, a principios de este a?o en Valencia, con motivo de la Primera Conferencia Internacional de Nueva Cultura Urbana.
En todos aquellos lugares en los que estos principios se han aplicado con rigor, la ciudadan¨ªa percibe c¨®mo una nueva ciudad emerge en los tejidos urbanos de la existente. La ciencia urbana afronta hoy pocas incertidumbres porque se han generado fuertes consensos a favor de los nuevos principios y pautas. Sin embargo, cuesta explicar por qu¨¦ esos consensos no siempre se traducen en medidas p¨²blicas eficientes que supongan la transici¨®n hacia nuevos modelos de ciudad. En el contexto actual la ciudad emerge como el espacio en el que despejar las m¨¢s inquietantes inc¨®gnitas econ¨®micas, ambientales y sociales. Los tiempos de crisis son tiempos para la cr¨ªtica. Hagamos, pues, cr¨ªtica de la ciudad, pero desde el optimismo urbano.
Carmen Alborch es senadora del PSOE.
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