La ventaja de Obama resiste el voto indeciso
EE UU vive momentos de excitaci¨®n a 24 horas de una cita con la historia
La ¨²ltima esperanza de John McCain, la de un masivo corrimiento en su favor del voto indeciso, bien por razones raciales o de resistencia al cambio, se difumina en v¨ªsperas de los comicios a medida que la ventaja de Barack Obama en las encuestas crece y que las dudas sobre ¨¦l desaparecen. Un 4% del electorado, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de The New York Times, no ha decidido todav¨ªa su voto. Esa cifra es mayor en algunos Estados -hasta un 10%- y crece un poco tambi¨¦n si se incluye un sector que admite que un acontecimiento imprevisto podr¨ªa hacer variar su decisi¨®n. Pero, en todo caso, es una cifra insuficiente para que McCain pueda sobreponerse a la casi abrumadora desventaja con que llega a las urnas.
McCain necesitar¨¢ atraer a todos los electores dudosos para poder vencer
El 'factor raza' ha jugado m¨¢s a favor que en contra del senador negro
El sondeo diario de Gallup situaba ayer a Obama por delante por 10 puntos, la m¨¢xima ventaja de toda la campa?a. Existen otros muchos sondeos nacionales y estatales: todos de similares proporciones; la que menos, Rasmussen Reports, s¨®lo cinco puntos.
Las opciones de victoria de McCain son, a 24 horas de la votaci¨®n, pr¨¢cticamente nulas. Los indecisos no son tantos como para revertir esa situaci¨®n. Tendr¨ªa que conseguir la proeza de capturar el 100% de ese grupo de electores para que el candidato republicano tuviera posibilidades de victoria.
Pero la pauta actual es, precisamente, la contraria. Los votos indecisos, sobre todo aquellos que corresponden a electores independientes, se sienten m¨¢s inclinados a votar dem¨®crata que republicano: un 30% frente a un 22%, seg¨²n una encuesta de Pew.
La derrota de Obama ma?ana significar¨ªa, por tanto, el mayor fracaso de la historia de los institutos de opini¨®n. O bien, el electorado m¨¢s mentiroso jam¨¢s entrevistado por los encuestadores. Hasta el ¨²ltimo d¨ªa, varios analistas, sobre todo en el extranjero, han estado considerando el riesgo de que los votantes blancos no digan la verdad sobre sus verdaderas intenciones respecto a un candidato negro.
Es lo que algunos llaman el racismo oculto o el efecto Bradley. Se conoce as¨ª en referencia a la sorprendente derrota sufrida en 1982 por el alcalde de Los ?ngeles, Tom Bradley, en su batalla por la gobernatura de California. Ken Khachigian, un abogado de California que fue asesor de Ronald Reagan y sigui¨® de cerca aquella campa?a, descartaba ayer en un art¨ªculo que Bradley hubiera sido derrotado por racismo, sino por otros motivos que ¨¦l explica prolijamente.
Pero aunque el efecto Bradley hubiera existido, es altamente dudoso que reaparezca ma?ana. Obama puede perder algunos votos por raz¨®n de su raza -un 8%, seg¨²n un estudio de la Universidad de Stanford-, pero no muchos m¨¢s de lo que McCain puede perder por su edad o por haber padecido c¨¢ncer, y tampoco muchos menos de los que Obama gana precisamente por el hecho de ser negro.
Se aprecia en cualquiera de los actos electorales de Obama: un importante sector de la poblaci¨®n blanca, j¨®venes y ciudadanos de educaci¨®n superior, especialmente, se confiesan entusiasmados ante la posibilidad de elegir por primera vez un presidente negro.
El mismo furor ha levantado Obama entre los propios negros, que est¨¢n acudiendo a las urnas en los Estados en los que ya se vota en proporciones mucho mayores a las registradas en anteriores comicios.
El n¨²mero de estadounidenses que deber¨ªan haber mentido en las encuestas para que las cifras se volvieran en contra de Obama por su raza tendr¨ªa que ser muy abultado, lo que no se explica hoy ni por presi¨®n social -Obama no ha sido v¨ªctima de un solo incidente racista de cierta relevancia en toda la campa?a- ni por lo que puede deducirse de los detalles de esos sondeos.
Si existe el efecto Bradley, los ciudadanos no s¨®lo deber¨ªan haber mentido en las encuestas sobre a qui¨¦n van a votar, sino tambi¨¦n sobre qui¨¦n es el candidato mejor preparado para dirigir la econom¨ªa, qui¨¦n tiene un mejor plan de reforma sanitaria o qui¨¦n puede mejorar el papel de EE UU en el mundo, conceptos todos en los que Obama domina ampliamente.
Si Obama pierde a¨²n estas elecciones, dif¨ªcilmente ser¨¢ atribuible a su raza -que forma parte del fen¨®meno que lo ha aupado hasta aqu¨ª-, sino de la irrupci¨®n final del instinto conservador que lleve a los estadounidenses a rechazar un cambio tan ins¨®lito como el que el candidato dem¨®crata representa.
No es eso, sin embargo, lo que se respira en EE UU en las ¨²ltimas horas de esta excepcional, maravillosa campa?a electoral. Al contrario, lo que se ve son cientos de miles de personas siguiendo a los candidatos con pasi¨®n, se ven cientos de casas convertidas en murales electorales, voluntarios trabajando de sol a sol, j¨®venes buscando sufragios puerta a puerta. Se ve a un pa¨ªs movilizado ante la perspectiva de una cita con la historia.
En estas ¨²ltimas horas de campa?a, los pron¨®sticos de los sabios llenan las pantallas de la televisi¨®n. Pr¨¢cticamente existe unanimidad en anticipar el triunfo de Obama, incluso en anunciar una amplia victoria que d¨¦ paso a un extenso predominio dem¨®crata y a un profundo cambio de ciclo pol¨ªtico.
Pero todo eso queda para pasado ma?ana. En estos momentos la emoci¨®n lo oculta todo. El pa¨ªs vive en vilo. Unos se frotan los ojos para creer lo que ven. Otros intentan capear el temporal con su mejor sonrisa. Todo est¨¢ en calma y armon¨ªa. El cambio se acerca a una naci¨®n con buen humor.
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