En el aniversario del asesinato de Rabin
Ma?ana, 4 de noviembre, es el decimotercer aniversario del asesinato del primer ministro de Israel Yitzhak Rabin por un extremista jud¨ªo. Muchos art¨ªculos e incluso libros se han escrito sobre el significado del asesinato y las implicaciones del mismo en diferentes ¨¢mbitos. Me centrar¨¦ s¨®lo en dos aspectos: las consecuencias que ha tenido para la democracia israel¨ª y c¨®mo ha influido en las relaciones de Israel con sus vecinos palestinos.
El asesinato fue la culminaci¨®n de un proceso de polarizaci¨®n ideol¨®gica experimentado por la sociedad israel¨ª con el trasfondo de los acuerdos de Oslo. Rivalidades pol¨ªticas leg¨ªtimas se fueron deteriorando en aquellas semanas, derivando en manifestaciones de hostilidad y odio. La violencia estaba en el aire. El asesinato, por chocante que fue, no ten¨ªa por qu¨¦ sorprender a quienes leyeron correctamente el mapa de la realidad. Hoy es f¨¢cil llegar a esa conclusi¨®n, pero en 1995 muy pocos lo hicieron. La mayor¨ªa de los israel¨ªes -pol¨ªticos y responsables de seguridad incluidos- pensamos entonces: nuestra democracia es fuerte e inmune ante este tipo de fen¨®menos. Nos equivocamos.
A ¨¦l se debe el consenso actual en Israel sobre la necesidad de un Estado palestino
En el corto plazo, el tr¨¢gico asesinato fren¨® la escalada del odio; un proceso interno de reflexi¨®n condujo a un descenso en los niveles de la discusi¨®n y a la vuelta del debate democr¨¢tico a l¨ªneas aceptables y leg¨ªtimas. Pero temo que no se ha hecho lo suficiente. Hoy, cuando existe la posibilidad de que estemos pr¨®ximos a una toma de decisiones cr¨ªticas en las negociaciones con nuestros vecinos, la violencia pol¨ªtica vuelve a asomar su cabeza en la sociedad israel¨ª. Hace s¨®lo un mes fracas¨®, milagrosamente, un atentado contra la vida del profesor Zeev Sternhell, una figura prominente en el campo de la izquierda sionista israel¨ª. Es un hecho muy preocupante. La democracia israel¨ª no puede permitirse otro asesinato pol¨ªtico.
A principios de la d¨¦cada de los a?os setenta, la primera ministra de Israel, Golda Meir, dijo: "El pueblo palestino no existe". Hace algunos meses, el primer ministro dimitido, Ehud Olmert, dec¨ªa: "Si al lado de Israel no va a existir un Estado palestino independiente, Israel tampoco podr¨¢ existir como Estado jud¨ªo y democr¨¢tico".
Yitzhak Rabin tuvo un papel importante y central en este profundo cambio de percepci¨®n y en el recorrido que han hecho la opini¨®n p¨²blica israel¨ª y sus l¨ªderes en este lapso de tiempo. Rabin, nacido en Tel Aviv en 1922, no responde al "perfil cl¨¢sico" de un hombre de paz. Fue un militar que luch¨® en todas las guerras de Israel, desde la batalla por su independencia en 1948 hasta la Guerra de los Seis D¨ªas en 1967, en la cual ocup¨® el puesto de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas bajo el Gobierno en el que Golda Meir ocupaba un puesto como ministra. Cuando ella lleg¨® a primer ministro, ¨¦l fue nombrado embajador en Estados Unidos y luego ministro de Trabajo en su Gabinete. No hay motivo para suponer que cuando ella dijo "el pueblo palestino no existe", ¨¦l no estuviera de acuerdo con ella.
Pero Rabin ten¨ªa una virtud bastante infrecuente, que es la que diferencia a un pol¨ªtico de un estadista: sab¨ªa cambiar. En su calidad de patriota israel¨ª y sionista en alg¨²n momento entendi¨® que la existencia de Israel como Estado jud¨ªo y democr¨¢tico requer¨ªa un cambio dr¨¢stico en las posiciones de Israel y es lo que le lleva a tomar la decisi¨®n de reconocer a la OLP y luego a la Autoridad Palestina.
Como en cualquier episodio hist¨®rico, es dif¨ªcil saber qu¨¦ hubiese pasado si las balas del asesino no hubieran segado su vida en el coraz¨®n de Tel Aviv. Pero una cosa est¨¢ clara: el consenso que existe hoy en Israel en cuanto a la necesidad de un Estado palestino junto a Israel se consigui¨® en gran medida por la decisi¨®n de Rabin. Un consenso que en la actualidad abarca tambi¨¦n sectores muy significativos de la derecha, que en su momento estaba contra la decisi¨®n de Rabin.
Trece a?os despu¨¦s del asesinato, se puede decir que la iniciativa de Yitzhak Rabin -dirigida a asegurar la existencia de Israel como Estado jud¨ªo y democr¨¢tico- sobrevivi¨® a las balas de su asesino. Para sus compa?eros de viaje, sus seguidores y quienes le recuerdan, esto deber¨ªa servir, en cierta medida, de consuelo.
Raphael Schutz es embajador de Israel en Espa?a.
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