Ganar la calle
La calle valenciana solo conserva tres erupciones arquet¨ªpicas: la l¨²dica, la deportiva y la religiosa
Desde siempre las cosas importantes se han decidido en la calle. La primera forma de democracia naci¨® en Grecia como una asamblea de ciudadanos al aire libre. Los romanos enseguida comprendieron que si la Rep¨²blica quer¨ªa ser viable hab¨ªa que sentar en el Senado el p¨¢lpito revolucionario de la calle y por eso se inventaron los Tribunos de la Plebe. Y tambi¨¦n para que el lado espiritual de occidente comenzase su rodadura tuvo que hacerse un cambio de humor muy repentino en el ambiente de la calle durante las horas que mediaron entre el domingo de ramos y el d¨ªa de la crucifixi¨®n.
El siglo XX ha sido en Europa abundante en calles decisivas y c¨¦lebres. Casi todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que el siglo intelectual se inicia como una reacci¨®n contra la decadencia asfixiante de las calles austroh¨²ngaras de Viena. La Segunda Guerra Mundial ya la ensayaron en Berl¨ªn las milicias urbanas en las calles de Weimar. Luego est¨¢n las calles de Mayo del 68 y las de la Primavera de Praga. Y de nuevo en Berl¨ªn, un enorme desfile de ciudadanos desarmados clausur¨® el siglo en medio de multitudinarios abrazos una noche de noviembre de no hace tantos a?os.
Con retraso comenz¨® en Espa?a el siglo XX con calles muy sangrientas en Barcelona. Pero la guerra no lleg¨® hasta que la derecha perdi¨® las elecciones del 36 y el alzamiento decidi¨® que hab¨ªa llegado la hora de echar el cerrojo a las calles de la Rep¨²blica. ?La calle es m¨ªa! sentenci¨® Fraga cuando al r¨¦gimen le quedaban dos telediarios. Le sirvi¨® de poco, porque estaban al caer las calles apote¨®sicas de la transici¨®n. Las calles m¨¢s sonoras de la Espa?a reciente fueron primero las de Irak y luego de las del 11-M, que ya dejaron claro que su potestad estaba por encima de la de cualquier Gobierno con mayor¨ªa absoluta.
Y as¨ª llegamos hasta hoy, en que las calles de medio mundo est¨¢n aguardando una se?al de los mercados financieros para saber si siguen como hasta ahora o si ponen a funcionar el magma que fluye bajo su asfalto y que no se apaga jam¨¢s.
?Y en Valencia?, ?qu¨¦ sucede hoy en las calles de Valencia? A la calle valenciana se le han evaporado casi todas las erupciones y conserva hoy tan s¨®lo tres formaciones arquet¨ªpicas: la l¨²dica, la deportiva y en menor medida la religiosa. La derecha gana de calle porque gobierna simb¨®licamente todas esas dimensiones y porque ha comprendido mejor que nadie las funciones predominantes que desempe?an las calles en sociedades estables: el tr¨¢nsito, el ocio y el negocio.
En este contexto acaba de hacerse con las riendas del socialismo valenciano un joven que ha demostrado ser un triunfador nato de la calle municipal. La izquierda del pa¨ªs lleva quince a?os saliendo a la calle a contar socavones, pero nada parece indicar que esa t¨¦cnica sirva para cuadrar la contabilidad electoral. As¨ª es que, simplificando un poco, podr¨ªa decirse que el desaf¨ªo fundamental del alartismo consiste en poner el pie en las calles de la Comunidad desde configuraciones que puedan rivalizar con la hegemon¨ªa callejera de la derecha. Para ello no es que la soluci¨®n sea transmutarnos en el PPCV, sino que m¨¢s bien el problema ha sido que el PPCV lleva a?os transmut¨¢ndose en nosotros.
Esa batalla tiene que empezar aplastando la mediocridad de los intelectuales de la derecha regional y de toda la tropa de replicantes que les estiran el chicle y envenenan la calle. Pero hace falta m¨¢s, much¨ªsimo m¨¢s. Hay que ganar la empresa, la fiesta, el deporte, el comercio, la procesi¨®n, el casino y el delantal. Salvo cautivas excepciones, ninguno de esos agentes es cong¨¦nitamente conservador y en ning¨²n sitio est¨¢ escrito que con la necesaria sugesti¨®n los valencianos no est¨¦n dispuestos a abandonar las calles de la tierra por las calles del mar.
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