Israel conf¨ªa en lograr m¨¢s apoyo de Washington contra Teher¨¢n
En Tel Aviv ser¨¢ m¨¢s sincera la bienvenida a la victoria de Barack Obama. En Jerusal¨¦n, sin embargo, costaba ayer encontrar a alguien que expresara alegr¨ªa por el triunfo del senador de Illinois. Por supuesto, la clase pol¨ªtica -salvo alguna voz aislada de la extrema derecha, que asegur¨® que Obama es "propenso a comprar favores ¨¢rabes con moneda israel¨ª"- alab¨® el proceso electoral en EE UU. Caben pocas dudas, no obstante, de que el Gobierno, que se guard¨® durante la campa?a de apoyar a ning¨²n candidato, habr¨ªa preferido el triunfo del aspirante republicano, un pol¨ªtico con antecedentes militares, un perfil muy israel¨ª.
"La victoria de Obama ha sido impresionante e hist¨®rica. Estados Unidos se ha mostrado otra vez como un ejemplo para las democracias mundiales", afirm¨® el primer ministro en funciones, Ehud Olmert. No hay temor a que la alianza entre Israel y Washington sufra grieta alguna. "Israel espera que la estrecha cooperaci¨®n estrat¨¦gica con la nueva Administraci¨®n y el Congreso continuar¨¢, y que se reforzar¨¢ la inquebrantable relaci¨®n entre ambos pa¨ªses", declar¨® la presidenta de Kadima y candidata a primera ministra, Tzipi Livni. Sin embargo, la victoria de Obama deja un ligero regusto amargo. Porque en Israel preocupan tres cosas. Ir¨¢n, Ir¨¢n e Ir¨¢n. Y las palabras de Obama favorables a la negociaci¨®n sin condiciones con Teher¨¢n distan un abismo de la estrategia israel¨ª de asediar al r¨¦gimen persa para desbaratar su programa nuclear.
En la acera palestina, sin novedad. Saeb Erekat, asesor del presidente Mahmud Abbas, apremi¨® a Obama a implicarse sin dilaci¨®n en el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. ?Pod¨ªan decir algo diferente? Ham¨¢s, que gobierna Gaza, apenas concede relevancia al cambio en la Casa Blanca. Creen que para ellos nada cambiar¨¢ con Obama.
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