Moral
Vamos a asistir, en los pr¨®ximos a?os, a un conflicto interesante, aunque muy complejo. Digamos que no tan complejo como la guerra del f¨²tbol entre PRISA y La Sexta, pero m¨¢s interesante que la guerra de la telebasura entre La Sexta y Telecinco. Se trata de la previsible tensi¨®n entre Barack Obama y Benedicto XVI.
Durante la campa?a electoral estadounidense, el Vaticano ha rezado por McCain y, si es doctrinalmente aceptable rezar contra alguien, contra Obama. El nuevo presidente es partidario de la vigente ley del aborto y de la investigaci¨®n sobre todo tipo de c¨¦lulas madre, y en ambos asuntos choca frontalmente con la doctrina cat¨®lica sobre bio¨¦tica. Obama, adem¨¢s, ha elegido un vicepresidente cat¨®lico, Joe Biden, que defiende tambi¨¦n la ley del aborto. Esto ¨²ltimo molesta sobremanera a la jerarqu¨ªa vaticana.
Benedicto XVI encontr¨® en el protestante George Bush a un firme aliado cultural: un hombre que en cuestiones internacionales como la lucha contra el sida o la planificaci¨®n familiar se alineaba siempre con el Vaticano. Ratzinger pod¨ªa dedicar parte de su tiempo, una parte quiz¨¢ exagerada, a batallar contra el relativismo de Zapatero. Si el presidente espa?ol disfrutaba de la relevancia que le otorgaba el Papa, Rouco mediante, debe darse prisa en encontrar un nuevo hueco como profeta de la reforma financiera: el eje del debate moral ya no pasa por Madrid, sino por Washington. Eso reduce tambi¨¦n, por supuesto, el papel de la Conferencia Episcopal Espa?ola.
El debate adquirir¨¢ complejidad porque el Vaticano, para mantener su influencia (hablamos de diplomacia y de cultura, no de fe), tendr¨¢ que matizar sus posiciones y buscar nuevos aliados. Como se sabe, el Vaticano no cambia con los papas, sino con el ambiente. Y el ambiente mundial va a cambiar much¨ªsimo.
Quiz¨¢ todo esto ayude a propagar el inter¨¦s por las cuestiones morales, a elevar la discusi¨®n por encima de las l¨ªneas partidistas y a colocar en primer t¨¦rmino asuntos tan esenciales como la vida y la muerte. Quiz¨¢ incluso en Espa?a llegue a hablarse m¨¢s de eutanasia y menos de coches oficiales.
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