Lo que callaba Estefan¨ªa
La ni?a ecuatoriana que muri¨® v¨ªctima de abusos sexuales s¨®lo llevaba cinco meses en Espa?a
Decenas de vecinos de Fortuna (Murcia) acudieron al cementerio del pueblo a despedir a Leslie Estefan¨ªa, la ni?a ecuatoriana que hace 11 d¨ªas amaneci¨® muerta en su cama y cuyo an¨¢lisis forense revel¨® que hab¨ªa sido v¨ªctima de abusos sexuales reiterados que probablemente causaron la infecci¨®n que acab¨® con su vida.
El sol comenzaba a perder fuerza y el fr¨ªo a hacerse notar. Entre los familiares de la ni?a estaban su padre, su hermano mayor, y dos de sus t¨ªos, que apenas conoc¨ªan a "La Bebe" (con acento en la primera e), como llaman a la ni?a. Era el martes, 11 de noviembre, el d¨ªa en que Estefan¨ªa ten¨ªa que haber cumplido ocho a?os.
Un camino de tierra conduce a la casa donde viv¨ªa Estefan¨ªa, en Cantacuervos, un paraje situado a las afueras de Fortuna, cerca de la sierra de La Pila. El sol brilla y la tierra pide a gritos un agua que no hay. Tras una curva, asoma la casa, construida por sus due?os -como tantas por aqu¨ª- ladrillo a ladrillo. En el patio, tras la verja precintada, hay una hamaca ra¨ªda, un futbol¨ªn, una vieja mesa de ping-pong, una bicicleta y la caseta vac¨ªa de Rocky, un perro que se adivina grande por el tama?o de sus excrementos. Una suerte de figura egipcia adorna uno de los muros de la casa y alguien se ha preocupado de mimar un jard¨ªn con un olivo, un pino, una palmera, un abeto, piteras, margaritas, geranios y plataneras.
Nadie comunic¨® a los servicios sociales del Ayuntamiento sospecha alguna
La madre de la peque?a y su novio contin¨²an encarcelados
En el patio, frente al edifico principal, hay una segunda construcci¨®n: el cuarto de juegos de Estefan¨ªa y sus hermanos (de 10 y 4 a?os). El tejado es de uralita y los muros est¨¢n a¨²n sin enyesar. A su lado hay una monta?a de ladrillos y una mezcladora de cemento que lleva escritas en rojo las iniciales de su due?o, J. P. M., el compa?ero de la madre de Estefan¨ªa y sospechoso de los abusos sexuales que probablemente causaron la muerte de la ni?a.
Leslie Estefan¨ªa naci¨® en Guayaquil (Ecuador) a las once y once de la noche del d¨ªa 11 del mes once de 2000. Sus padres, Ver¨®nica y Pedro, llegaron al hospital en autob¨²s. La pareja se hab¨ªa conocido tres a?os antes en la escuela donde ambos cursaban el bachillerato nocturno. Ella ten¨ªa 17 a?os y ¨¦l, 22. Poco despu¨¦s naci¨® su primer hijo, y a los dos a?os lleg¨® Estefan¨ªa. La pareja vivi¨® primero en la casa de unos t¨ªos de Pedro. M¨¢s tarde se mudaron con los padres de ella. Hasta que decidieron emigrar.
La peque?a Estefan¨ªa ten¨ªa un a?o y medio cuando su madre se subi¨® a un avi¨®n rumbo a Murcia. Estaba a punto de cumplir los dos cuando su padre la sigui¨®. Los hermanos quedaron al cuidado de sus abuelos maternos, en La Boca del B¨²a, un humilde poblado de 1.000 habitantes al noroeste de Ecuador, mal comunicado, sin alcantarillado y sin asfaltar.
Treinta kil¨®metros separan Murcia de Fortuna, el pueblo donde se instalaron Pedro y Ver¨®nica. Varias prostitutas buscan clientela al borde de la carretera que conduce a esta localidad de 9.000 habitantes, de los que alrededor del 12% son inmigrantes, sobre todo marroqu¨ªes. En los alrededores hay varias canteras y un balneario de aguas volc¨¢nicas, el orgullo del pueblo, aunque su motor durante a?os ha sido la construcci¨®n. Pedro encontr¨® trabajo como alba?il y Ver¨®nica, de chica de la limpieza. A los pocos meses la pareja se separ¨®.
Ver¨®nica conoci¨® a Juan Pedro M. en un pub. El nieto mayor de cabeza martillo, un conocido lugare?o, ten¨ªa entonces 20 a?os. Ella, 23. La pareja se traslad¨® a la casa de Cantacuervos, de la familia de ¨¦l. Poco despu¨¦s tuvieron un hijo.
Juan Pedro trabajaba como pintor y escayolista. Ver¨®nica atend¨ªa al p¨²blico en la tienda de todo a cien que abrieron hace unos meses los padres de ¨¦l. La tienda, ahora cerrada, est¨¢ pegada a la ermita de San Roque, construida a principios del siglo XVI. Cuando no hay oficio, el templo permanece bajo llave, pero en la puerta hay un agujero por el que se ve la imagen de San Roque, patr¨®n de Fortuna. Anita, una anciana vestida de negro, pega su boca al agujero y empieza a rezar. En un costado de la ermita hay una plaza en la que a veces se re¨²nen los marroqu¨ªes del pueblo. Sobre un muro alguien ha escrito: "Aqu¨ª moros no. ?Fuera!"
El pasado 4 de junio, Estefan¨ªa y su hermano pisaron Espa?a por primera vez. Con ellos viajaban Ver¨®nica, Juan Pedro y el hijo de ambos, que fueron a Ecuador a por los ni?os. Los padres de Juan Pedro recibieron a la familia en el aeropuerto de Alicante. Aunque hac¨ªa seis a?os que no ve¨ªa a sus hijos, Pedro tuvo que esperar dos d¨ªas para poder ver a los ni?os. Se lo pidi¨® Ver¨®nica, que no quer¨ªa mezclar ambos encuentros.
El 10 de junio, Estefan¨ªa ingres¨® en 2? de primaria del colegio p¨²blico Vicente Aleixandre, situado cerca de la iglesia de Fortuna. Tambi¨¦n empez¨® a ir a la parroquia. La catequista, sorprendida por esa ni?a que recitaba el credo y el padrenuestro de carrerilla, la pon¨ªa de ejemplo ante el resto de los alumnos.
En septiembre, y por decisi¨®n de sus profesores, Estefan¨ªa volvi¨® a ingresar en 2? de primaria. Lleg¨® a clase con un pie escayolado (el propio Juan Pedro le quit¨® la escayola pasadas unas semanas). Semanas m¨¢s tarde apareci¨® con varios puntos en la ceja izquierda. "Me he ca¨ªdo en el cuarto de ba?o", contaba a quien le preguntaba.
El 4 de noviembre Estefan¨ªa no fue al cole. Le dol¨ªa mucho el vientre. Por la noche mejor¨®. La ni?a y su hermano mayor vieron Gran Hermano. Despu¨¦s, se acostaron en su cuarto. ?l en la litera de arriba y ella en la de abajo. Su peque?o hermanastro dorm¨ªa siempre con sus padres. A la ma?ana siguiente, al bajar de la litera, el ni?o mayor se encontr¨® con el cuerpo de su hermana. Sobre las 8.30 la familia alert¨® a la polic¨ªa. Al d¨ªa siguiente, la forense dio la voz de alarma: el cad¨¢ver de Estefan¨ªa presentaba signos de malos tratos y de abusos sexuales continuados. Ten¨ªa se?ales de golpes y un fuerte desgarro en la zona genital. Una infecci¨®n generalizada provoc¨® el fallo multiorg¨¢nico (o choque s¨¦ptico) que le caus¨® la muerte.
Juan Pedro y Ver¨®nica ingresaron en prisi¨®n ese mismo d¨ªa. ?l es sospechoso de los abusos sexuales y las agresiones que vivi¨® la ni?a. Ella, de haberle encubierto. El juez del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Cieza ha dictado secreto de sumario. Los padres de Juan Pedro, que tambi¨¦n han declarado, se han encerrado a cal y canto en su casa, a pocos metros de la Ermita de San Roque.
Estefan¨ªa era una ni?a de tez oscura, ojos negros, pesta?as rizadas y nariz de bot¨®n. Era delgada y activa. Una lagartija alegre, abierta y curiosa. "Si estuviese aqu¨ª estar¨ªa preguntando '?Qui¨¦n es esta mujer? ?Por qu¨¦ te hace tantas preguntas?", dice su padre. A su lado est¨¢ su hijo mayor, que no se despega . Pedro acaba de quedarse en el paro, aunque hace meses que no cobra su sueldo. Pedro muestra fotos de su hija desde su m¨®vil, moderno, pero sin saldo.
Ninguno de los entrevistados not¨® nada raro en Estefan¨ªa durante los cinco meses que vivi¨® en Espa?a ni durante los d¨ªas previos a su muerte. En el colegio la describen como una ni?a "abierta, participativa e integrada que asist¨ªa con normalidad a clase". Nadie comunic¨® sospecha alguna a los servicios sociales del Ayuntamiento. Juan Pedro no tiene antecedentes. La Polic¨ªa Local asegura que nunca ha dado problemas. El cuerpo de Estefan¨ªa descansa en el pante¨®n de la familia de Manuel Linares, El Tripas, uno de los primeros empleadores de Pedro y que ahora tambi¨¦n est¨¢ en el paro. "Hab¨ªa otro pante¨®n vac¨ªo, pero mejor aqu¨ª, junto a mi padre y mi hermano", dice Manuel; "para que la zagala no est¨¦ solica".
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