Congreso en falso
Izquierda Unida se condena a la irrelevancia pol¨ªtica por las profundas divisiones internas
Izquierda Unida ha celebrado su IX Congreso en un clima de crisis profunda, tanto por los adversos resultados en las ¨²ltimas elecciones, que privaron a la coalici¨®n de grupo parlamentario propio, como por un clima de divisi¨®n interna que, con altibajos, arrastra casi desde su creaci¨®n. El IX Congreso no ha sido un instrumento para alcanzar un acuerdo m¨ªnimo sobre el programa y los dirigentes de la tercera fuerza de ¨¢mbito nacional, sino una escenificaci¨®n de las dificultades que tendr¨¢ para seguir si¨¦ndolo en el futuro.
La aprobaci¨®n del programa pol¨ªtico para la legislatura ha exigido una ardua negociaci¨®n, lastrada adem¨¢s por la falta de un liderazgo capaz de obtener el respaldo mayoritario. Las dificultades m¨¢ximas se han dado en la tarea frustrada de elegir al sustituto de Gaspar Llamazares para el puesto de coordinador general. Ha sido tan evidente la incapacidad para llegar a acuerdos que el nuevo Consejo ha optado por la soluci¨®n, que m¨¢s parece un suicidio pol¨ªtico aplazado, de demorar la elecci¨®n de un coordinador hasta el pr¨®ximo Consejo Pol¨ªtico Federal.
Es verdad que IU ha sido v¨ªctima de la polarizaci¨®n pol¨ªtica durante la anterior legislatura. Pero esta explicaci¨®n no basta para dar cuenta de una constante p¨¦rdida de influencia tras cada cita electoral. En los ¨²ltimos a?os, IU ha buscado su espacio pol¨ªtico en las posiciones que dejaba libres el obligado pragmatismo de un PSOE de nuevo en el Gobierno. Esta ¨²ltima estrategia no s¨®lo se vio obstaculizada por el voto ¨²til que acab¨® desencadenando el tipo de oposici¨®n desarrollada por el PP; los dirigentes de IU no supieron elaborar un proyecto aut¨®nomo ni transmitir un mensaje coherente. En cuestiones controvertidas para la izquierda, IU ha aparecido en demasiadas ocasiones como un ariete del Gobierno socialista. Y la participaci¨®n de Javier Madrazo en el tripartito vasco, avalando decisiones contrarias a los intereses de la direcci¨®n federal, ha supuesto un tal¨®n de Aquiles para las opciones electorales de la coalici¨®n.
Exist¨ªa escaso margen para que este congreso representara un punto de inflexi¨®n en el imparable descenso de IU a los infiernos. Pero la lucha entre facciones, tanto para definir el proyecto pol¨ªtico como para elegir coordinador, ha impedido aprovecharlo. Si ninguna circunstancia imprevista viene a desmentirlo, IU ha consolidado el rumbo hacia la irrelevancia pol¨ªtica.
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