?Vuelta a Keynes! Regresa la econom¨ªa pol¨ªtica
En los d¨ªas que corren es dif¨ªcil pensar en algo que no sea c¨®mo salir del agujero en el que nuestra econom¨ªa y la de otros muchos pa¨ªses comienza a entrar. El caos financiero, controlado por la masiva intervenci¨®n de los Gobiernos, era la avanzadilla de un cambio de ciclo que se est¨¢ materializando despu¨¦s. Las Bolsas de valores se desploman. El paro sube vertiginosamente, los consumos caen, y la actividad econ¨®mica decrece. La crisis muerde en la econom¨ªa real. Entramos en recesi¨®n. Una crisis que no es asimilable a las de los ¨²ltimos 30 a?os y s¨ª a las del siglo XIX y principios del XX, incluida la del 29.
No alcanzo a leer ninguna propuesta neoliberal o neocon pidiendo la inhibici¨®n de los poderes p¨²blicos y el restablecimiento del laissez faire. ?Alguna voz pide que dejemos al mercado arreglar por s¨ª solo lo que ha desarreglado? Muy pocos son los que proponen contracci¨®n de lo p¨²blico, al tiempo que se contrae lo privado (Aznar entre ellos). Las diferencias de mensaje que se perciben son entre quienes quieren un m¨ªnimo de intervenci¨®n con marcha atr¨¢s -que algo cambie para que todo siga igual- y quienes piensan que es necesario recuperar el equilibrio entre lo pol¨ªtico y lo econ¨®mico roto en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Cambio de modelo. Derecha e izquierda nuevamente.
?Alguna voz pide que dejemos al mercado arreglar lo que ha desarreglado? ?Qu¨¦ fue del 'laissez-faire'?
Las elecciones en EE UU demuestran que puede triunfar la racionalidad pol¨ªtica
Desde la izquierda, expl¨ªcitamente, y desde la derecha, t¨¢citamente, el grito es "vuelta a Keynes". No es una situaci¨®n nueva. El Partido Republicano gobern¨® EE UU (Eisenhower, Nixon) durante a?os aplicando un keynesianismo impl¨ªcito. Enterrado en los a?os setenta, Keynes resucita, y neokeynesianos son varios recientes premios Nobel de Econom¨ªa. Sin embargo, no en vano han transcurrido m¨¢s de 70 a?os desde que Keynes publicara la Teor¨ªa General. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Tres me parecen especialmente relevantes: una, el grado de globalizaci¨®n de la econom¨ªa; dos, el stock de materias primas, y tres, los cambios en la morfolog¨ªa social.
Cuando el 14 y 15 de noviembre se reunieron en EE UU los jefes de Estado y de Gobierno del G-20, ten¨ªan ante s¨ª un mundo disl¨¦xico: globalizado por las tecnolog¨ªas y los mercados, pero con las instituciones amarradas al Estado-naci¨®n. El mercado y las tecnolog¨ªas han corrido mucho m¨¢s que la pol¨ªtica. Una pol¨ªtica a la que se le han venido escapando crecientes trozos de realidad. Frente a la globalizaci¨®n, en el mundo no hay menos pa¨ªses, sino m¨¢s. Son las resistencias identitarias frente a los flujos de la globalizaci¨®n. A la vista de lo que ocurre en la Europa de los Veintisiete, m¨¢s complejidad pol¨ªtica.
El referente reiteradamente citado estos d¨ªas es la conferencia de Breton Woods. Es comprensible el atractivo del s¨ªmbolo, pero esperemos que la realidad sea otra. En Breton Woods las propuestas de Keynes salieron derrotadas y prosperaron las de White, mucho m¨¢s conservadoras. La utilidad de los organismos creados fue importante pero limitada, y por no mucho tiempo. Desde finales de los sesenta, tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial s¨®lo han sido relevantes, lo que no quiere decir beneficiosos, para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo.
Ahora en la mesa no est¨¢n s¨®lo Estados Unidos y parte de Europa como actores decisivos, sino otros muchos, y lo que se necesita son instrumentos bastante m¨¢s poderosos de lo que fueron y son el FMI y el Banco Internacional para la Reconstrucci¨®n y el Desarrollo (BIRD). Instrumentos con capacidad de intervenci¨®n y control, que de llevarse a cabo suponen cesiones de soberan¨ªa. ?Podr¨¢ hacerse lo que no se ha hecho en la ONU y que tanto trabajo cuesta en Europa, donde Reino Unido a¨²n no ha ingresado en el euro?
El problema central para dar respuesta a la recesi¨®n econ¨®mica que se entrev¨¦ en el horizonte surge de la fragmentaci¨®n de los marcos pol¨ªticos frente a la globalizaci¨®n econ¨®mica. La soluci¨®n keynesiana exige actuar sobre la demanda acentuando la propensi¨®n al consumo y el incentivo a la inversi¨®n. En crisis esto s¨®lo lo puede hacer el Estado, y los Estados son muchos, dirigidos por pol¨ªticos con ideolog¨ªas muy diferentes y en situaciones socioecon¨®micas muy variadas. Pero no caben soluciones individuales. Ning¨²n pa¨ªs puede alimentar su consumo y su inversi¨®n elevando su deuda p¨²blica si los dem¨¢s, estando en la misma situaci¨®n, no lo hacen a su vez. Estar¨ªa cavando su fosa. ?Es posible una coordinaci¨®n de medidas econ¨®micas entre los diferentes pa¨ªses similar a la que se ha producido en el ¨¢mbito financiero? ?se es el reto. Se necesita un cambio de modelo.
El segundo asunto, excesivamente obviado en los an¨¢lisis circulantes, es el precio de las materias primas. Entre las teor¨ªas que pretendieron explicar los misteriosos ciclos econ¨®micos del capitalismo antes del a?o 29, una, la de Jevons, situaba el origen de las fases bajistas en las cosechas agr¨ªcolas. Una idea nada desde?able en el siglo XVIII y parte del XIX. Keynes, con acierto, cambia en el Libro VI de su Teor¨ªa General cosechas por materias primas. La subida de precios de las materias primas hace bajar la tasa marginal de ganancia del capital y ello desencadenar¨ªa la fase descendente. As¨ª comenz¨® la crisis de 1973. En la actual, el factor desencadenante ha sido, seg¨²n la mayor¨ªa, el mercado hipotecario estadounidense y la burbuja inmobiliaria que le acompa?aba. Creo que se olvida la galopada al alza de todas las materias primas, con el petr¨®leo a la cabeza. El tema no es balad¨ª. La incorporaci¨®n de China, India, Brasil, etc¨¦tera, a las pautas de consumo de los pa¨ªses ricos, significa multiplicar por tres, como m¨ªnimo, el potencial de consumo. Iniciada la recuperaci¨®n, las materias primas volver¨¢n a la escalada de precios, y dificultar¨¢n la misma. La rigidez de la oferta ir¨¢ contra el resurgir de la demanda.
Queramos o no, esta crisis nos va a poner sobre el escenario varios de los problemas estructurales que marcar¨¢n el siglo XXI. Cambio clim¨¢tico, agotamiento a la vista de la energ¨ªa de los hidrocarburos f¨®siles, l¨ªmites ecol¨®gicos del planeta, etc¨¦tera. O sea, la sostenibilidad de nuestros modelos de crecimiento. Ser¨¢n necesarios cambios tan profundos como dif¨ªciles. Tambi¨¦n en esto se necesita cambio de modelo.
Y finalmente la pol¨ªtica. El keynesianismo acompa?¨® durante los "treinta gloriosos" a?os de posguerra un predominio pol¨ªtico de las ideas socialdem¨®cratas. La Teor¨ªa General supon¨ªa conceder la primac¨ªa a la "econom¨ªa pol¨ªtica" sobre la "teor¨ªa econ¨®mica" de la doctrina cl¨¢sica. Esa primac¨ªa de la pol¨ªtica encontraba eco en las texturas de la sociedad industrial. Hoy las pautas sociales en la sociedad informacional son muy otras. De las clases estructuradas para la producci¨®n hemos pasado al individuo ligado a los consumos, de apostar por el gran d¨ªa futuro de los relatos ideol¨®gicos, a las exigencias del aqu¨ª-ahora. Las sociedades postmodernas son "sociedades del acontecimiento" donde s¨®lo el Estado parece poder ser "el guardi¨¢n de los relojes".
La postmodernidad naci¨® acompa?ada de un liberalismo tanto social como econ¨®mico en el que se mezclaban Adam Smith con Mayo del 68. Pero a los neoliberales pronto le sucedieron los neocon y el liberalismo econ¨®mico extremo ha ido de la mano de fundamentalismos religiosos y el conservadurismo m¨¢s rancio. A los 30 "gloriosos" y keynesianos a?os de posguerra le han sucedido otros 30 de hegemon¨ªa liberal-conservadora. Keynes y Kant bajaron a las catacumbas mientras Friedman y Nietzsche campaban por sus respetos. Muchos pensaron que las sociedades dispersas, ligadas al consumo y la informaci¨®n, ser¨ªan ya siempre juguetes en manos de los mercados sin capacidad de reacci¨®n pol¨ªtica. Las elecciones americanas acaban de demostrar que las mir¨ªadas de individuos-consumidores tambi¨¦n son capaces de imponer los valores de la racionalidad pol¨ªtica. Una vez m¨¢s, donde surge el peligro all¨ª est¨¢ la salvaci¨®n.
El mundo inercial que nos propon¨ªan los augures del fin de la historia ha tenido un recorrido corto. Lejos de toda grandilocuencia refundacional hay mimbres para recuperar el equilibrio entre la pol¨ªtica y la econom¨ªa, que siempre fue la mejor caracter¨ªstica de las democracias liberales. Cambio de modelo. Que algo cambie para que todo cambie.
Justo Zambrana es subsecretario del Ministerio del Interior. Ha publicado El ciudadano conforme (Taurus) y La pol¨ªtica en el laberinto (Tusquets).
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