"La poes¨ªa nos ense?a a esquivar las trampas de la realidad"
La edad me ha ido dejando / sin venenos, / malgast¨¦ en mala hora / esa fortuna. / ?Qu¨¦ m¨¢s puedo perder?", se pregunta Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) a sus 82 a?os reci¨¦n cumplidos, en su nueva obra, La noche no tiene paredes, un libro de poemas cuyo t¨ªtulo es "intencionadamente novel¨ªstico" y que hasta cierto punto sigue, seg¨²n sus propias palabras, "la norma estil¨ªstica del anterior, Manual de infractores, porque aunque en lo formal ¨¦ste se acerque un paso m¨¢s al irracionalismo, en su tem¨¢tica aparecen otra vez la obsesiva meditaci¨®n sobre los estragos del tiempo y la ira hacia los desastres cotidianos de este mundo en el que por el lado de los poderosos predominan el caos, la injusticia, el enga?o y las arbitrariedades, y por el lado de los d¨¦biles impera la sumisi¨®n". No es su caso, al menos no siempre, porque como tambi¨¦n se dice en otros versos del poema que hemos citado, aunque a menudo sienta que ya vive "el tiempo / ruin de los ant¨ªdotos", y que ya no tiene a mano "la osad¨ªa de bordes delictivos", "el amor consumi¨¦ndose / como un licor impuro" o "la excitante / trastienda de la noche", de vez en cuando vuelve a apoderarse de ¨¦l "cierto amago fugaz de furia y desacato".
"Empieza a verse en ciertos poetas j¨®venes una reacci¨®n, y es importante porque la buena literatura est¨¢ hecha por gente desobediente"
"Leer un buen poema es un modo de ganarle la partida a la ignorancia que nos acecha por todas partes"
"S¨®lo me apetece escribir ya poes¨ªa, eso es verdad, porque para hacer otra novela ya no me quedan ni tiempo ni ganas"
PREGUNTA. ?No ser¨¢ que con tanto criticar la poes¨ªa social y convertir en sospechosos a los escritores comprometidos se termin¨® por alejar la poes¨ªa de la realidad y ahora va a hacer falta encontrar alg¨²n camino de regreso, alg¨²n atajo que la traiga de vuelta a los lectores?
RESPUESTA. La poes¨ªa social tuvo muy mala prensa, y con raz¨®n, porque muchos la hab¨ªan abaratado a base de simplificar el lenguaje, reducir los argumentos del poema a simples consignas y desde?ar su parte art¨ªstica en beneficio de su parte ideol¨®gica. De todo aquello queda lo ¨²nico que puede quedar: los poetas como Blas de Otero, que era grande al margen de lo que escribiera. Y desde luego que hoy hace falta tambi¨¦n una poes¨ªa que, como m¨ªnimo, no le d¨¦ la espalda a la degradaci¨®n de las sociedades en las que vivimos y en las que los poderosos nos enga?an, nos dejan sin apoyaturas, se reparten el mundo, se lo llevan todo y ganan siempre, en cualquier circunstancia, y m¨¢s a¨²n cuando todos los dem¨¢s pierden, tal y como est¨¢ vi¨¦ndose ahora mismo, porque la crisis econ¨®mica los est¨¢ haciendo m¨¢s ricos todav¨ªa. Yo creo que ya empieza a verse en ciertos poetas j¨®venes una reacci¨®n, una cr¨ªtica a lo que est¨¢ ocurriendo, y eso es importante porque aunque ¨¦ste sea un mundo de personas serviles, la buena literatura est¨¢ hecha por gente desobediente.
P. Imag¨ªnese que en lugar de tener 82 a?os tuviese 25 o 30. ?Ser¨ªa uno de esos j¨®venes? ?Qu¨¦ tipo de poes¨ªa intentar¨ªa escribir?
R. La que estoy escribiendo en los ¨²ltimos tiempos, desde Manual de infractores hasta ahora mismo, en La noche no tiene paredes, cuyo t¨ªtulo ya es una met¨¢fora de la libertad. Creo que podr¨ªa sentirme bastante c¨®modo entre algunos de esos poetas de ahora mismo cuya ¨²nica escuela es que no tienen ninguna, sino que cada uno va por su lado, aunque me parece que todos ellos comparten, cada uno a su modo, un cierto gusto por el hermetismo y un rechazo hacia ese realismo plano que proviene del siglo XIX y que tan arraigado est¨¢ en la poes¨ªa y la novela espa?olas. Yo estoy contra la poes¨ªa que cuenta las cosas tal y como son, porque para m¨ª el poeta nunca puede caer en lo obvio, no debe ofrecer una fotocopia, sino una interpretaci¨®n de la realidad, un modo de ahondar en ella, de buscar sus enigmas. A m¨ª, el contacto con esos j¨®venes a los que me une cierto parentesco est¨¦tico me sienta bien, me quita a?os de encima.
P. Suele decir que la poes¨ªa tiene para usted un poder curativo. Si es as¨ª y en Espa?a se lee tan poca poes¨ªa, es que este pa¨ªs est¨¢ enfermo... ?De qu¨¦?
R. De indolencia. De apat¨ªa. De sumisi¨®n. La mayor¨ªa nos hemos vuelto conformistas, gregarios, cuando no directamente serviles. Y una minor¨ªa, pero que es muy ruidosa, no se ha vuelto nada, sigue igual que siempre, en el franquismo o en sus alrededores, me refiero a toda esa gente que no tolera los derechos de los dem¨¢s, aunque ejercerlos no vulnere ninguno de los suyos: los que se manifiestan contra el divorcio, contra las bodas entre personas del mismo sexo, contra el aborto; a favor de que se imponga en los colegios, por la fuerza y sin alternativas, la asignatura de Religi¨®n; o que son enemigos viscerales de la Ley de la Memoria Hist¨®rica, porque preferir¨ªan que las v¨ªctimas de la represi¨®n sigan enterradas en fosas comunes y que las estatuas de Franco sigan en las plazas p¨²blicas... Reconozco que todo eso me indigna, me hace sentir que en Espa?a a¨²n pervive un lado oscuro, cerril, grosero. Y es verdad que, frente a todo eso, frente a una realidad a veces tan escabrosa, para m¨ª la poes¨ªa ejerce un poder curativo, y tengo la esperanza de que eso pudiera ocurrirles tambi¨¦n a otros, por eso creo que cualquier iniciativa que se encamine a promover la lectura de poes¨ªa tiene que ser celebrada como una muy buena noticia. En cualquier caso, parece que de un tiempo a esta parte se lee algo m¨¢s, aunque no se trate de un aumento espectacular en cuanto a la cantidad, pero s¨ª en lo que respecta al porcentaje: si antes se vend¨ªan 2.000 ejemplares, ahora pueden venderse 4.000. Es poco, pero es el doble.
P. Y a un aspirante a poeta, ?qu¨¦ consejos le dar¨ªa?
R. Bueno, que lea este libro tuyo que acabas de reeditar, Siete maneras de decir manzana. Yo lo acabo de releer con gusto y estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dices, aunque no comparto tu admiraci¨®n por algunos poetas como Auden. Pero claro, ¨¦sa es una cuesti¨®n de gusto personal, porque a algunos compa?eros de generaci¨®n, como Jaime Gil de Biedma, tambi¨¦n les gustaba mucho, y yo creo que, de hecho, tiene mucha influencia de ¨¦l en su obra.
P. ?Qu¨¦ papel cree que puede jugar la poes¨ªa en este mundo de realidades globales, corrientes de opini¨®n y pensamientos ¨²nicos?
R. Puede ser una defensa contra todo eso, porque la poes¨ªa nos ense?a a pensar por nosotros mismos, a formarnos una opini¨®n personal de las cosas y a esquivar las trampas de la realidad. Y adem¨¢s es una l¨ªnea recta hacia la emoci¨®n, que yo creo que es el sentimiento m¨¢s noble, el m¨¢s exquisito de todos. Yo recuerdo muy bien ese sentimiento, me acuerdo de cuando empec¨¦ a leer y a saltar de un libro a otro; al principio, alguna novela de Emilio Salgari; luego, otras de aventuras, especialmente si ocurr¨ªan en el mar, que siempre fue mi escenario predilecto, y as¨ª llegu¨¦ a Robert Louis Stevenson, a Joseph Conrad, a Herman Melville, a Jack London... Y despu¨¦s llegu¨¦ a la poes¨ªa, en una temporada en la que estaba enfermo, en cama, y un amigo me llev¨® la antolog¨ªa de los poetas de la Generaci¨®n del 27 hecha por Gerardo Diego y un tomo de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez que me dej¨® paralizado, me turb¨® de un modo inexplicable y me hizo sentir esa emoci¨®n rara y muy profunda que, en mi caso, fue lo que me impuls¨® a querer ser poeta. Otro consejo que le dar¨ªa a un joven que quisiera aprender a escribir versos es que lea de arriba abajo a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, que con todos sus excesos es un entrenador de poes¨ªa extraordinario.
P. Ahora aparece en EL PA?S una colecci¨®n de poes¨ªa que usted ha dirigido, y que pondr¨¢ al alcance de un n¨²mero muy grande de lectores potenciales a treinta maestros de nuestro idioma que van de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y Antonio Machado a C¨¦sar Vallejo, Federico Garc¨ªa Lorca o Pablo Neruda. ?se puede ser un buen est¨ªmulo para que los lectores se aficionen al g¨¦nero.
R. A m¨ª me parece extraordinario que un peri¨®dico como EL PA?S se haya lanzado a esta aventura que, hasta donde yo s¨¦, nadie hab¨ªa intentado antes, ni en Espa?a ni fuera de Espa?a. Desde que me lo dijo Juan Cruz, que fue quien tuvo la osad¨ªa de proponer ese proyecto, me pareci¨® una idea magn¨ªfica, ejemplar; y desde luego, creo que si se ve desde el periodismo, puede parecer un atrevimiento, pero si se mira desde la poes¨ªa, es un acontecimiento. Seguro que muchos de estos libros llegar¨¢n a lectores poco habituados a la poes¨ªa, y es bonito imaginar que algunos de ellos encontrar¨¢n en cualquiera de estas obras esenciales, de pronto, un est¨ªmulo hasta ahora desconocido para ellos, algo que les haga sentir esa emoci¨®n de la que habl¨¢bamos hace un momento, algo que les ponga ante los ojos una ventana a lo desconocido, que es lo que siempre hay dentro de un buen libro de poemas, y estos treinta son de los mejores, re¨²nen buena parte de la mejor poes¨ªa contempor¨¢nea que se han escrito en nuestro idioma. Creo que la colecci¨®n instigar¨¢ y promocionar¨¢ la lectura de poes¨ªa y que puede ser un aut¨¦ntico revulsivo para el g¨¦nero. Yo, desde luego, he trabajado con esa ilusi¨®n. Y te puedo asegurar que he trabajado mucho, much¨ªsimo.
P. Hagamos otro juego: si le dieran a elegir, ?cu¨¢l de esos treinta autores le habr¨ªa gustado ser?
R. ?Y a ti?
P. No me importar¨ªa haber sido Neruda, por ejemplo.
R. Pues... no es sencillo contestar a eso, ni siquiera fue sencillo elegir s¨®lo a treinta autores para la colecci¨®n, porque cuando tienes que hacer eso sabes perfectamente que aunque los treinta que escojas sean indiscutibles, hay por lo menos otros siete u ocho que se van a quedar fuera, que tambi¨¦n son excepcionales y que, por a?adidura, est¨¢n igualmente entre tus preferidos. O sea, que si me result¨® doloroso elegir a treinta autores, imag¨ªnate elegir cu¨¢l de ellos me gustar¨ªa haber sido. Pero bueno, si me obligas, creo que me inclinar¨¦ por Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, por su respeto reverencial a la poes¨ªa, de la que hizo casi una religi¨®n y a la que dedic¨® su vida completa, hasta llegar, no lo niego, a sobrepasar todos los l¨ªmites, a tener una vocaci¨®n abusiva que, por lo que sabemos, ocupaba cada minuto de su existencia, lo que queda bien patente en aquel lema que a ¨¦l le gustaba repetir: vida y poes¨ªa. Pero, con todas sus exageraciones, pocos como ¨¦l han enaltecido el trabajo de escritor, que consideraba poco menos que sagrado. Yo, que soy una mezcla de rom¨¢ntico y surrealista, admiro mucho ese romanticismo extremo de Juan Ram¨®n, con el que est¨¢ claro que ¨¦l siempre fue coherente.
P. Leer poes¨ªa puede ser un modo de resistencia contra la levedad del tiempo, ?no? Sobre todo a una edad como la suya, que le hace sentir de vez en cuando, seg¨²n se dice en otro de los poemas de La noche no tiene paredes, la "tristeza / de estar aqu¨ª acord¨¢ndome de algo / que queda ya m¨¢s lejos que el recuerdo".
R. Cuanto menos tiempo te queda, menos tiempo puedes perder, y yo tengo la segura convicci¨®n de que leer un buen poema jam¨¢s es una p¨¦rdida de tiempo, sino todo lo contrario, es un modo de enriquecerse, de multiplicar nuestras percepciones, de ganarle la partida a la ignorancia que nos acecha por todas partes en este mundo b¨¢rbaro entregado en cuerpo y alma a lo intrascendente.
P. En su caso, su estilo ha evolucionado en los ¨²ltimos libros, se ha hecho menos barroco y m¨¢s directo en Manual de infractores y ahora en La noche no tiene paredes.
R. Me ha preocupado siempre no estancarme, porque en la poes¨ªa el que no evoluciona se termina convirtiendo en una momia. Adem¨¢s, hay que estar siempre atento a lo que ocurre, a lo que te ofrece la vida, y tambi¨¦n hay que buscar maneras de escribir que se adapten a lo que pretendes en cada momento y con cada libro. Yo he querido ser menos barroco en mis ¨²ltimas obras, como dices, m¨¢s severo en la dicci¨®n, porque creo que es lo que m¨¢s les conven¨ªa a esos libros.
P. Siempre se ha definido como un escritor discontinuo, al que no le preocupaba pasar por ¨¦pocas de sequ¨ªa. Pero veo que en La noche no tiene paredes hay un poema que acaba as¨ª: "Me llamo Nadie, como Ulises. / ?Y qui¨¦n responde? / Nadie: / una p¨¢gina en blanco".
R. El problema de una p¨¢gina en blanco es que es el espejo de una mente en blanco; y ¨¦se, el de tener la mente en blanco, no es ni mucho menos un buen estado para un escritor, para alguien cuyo oficio consiste en imaginar, en tomar decisiones, en crear. Pero lo que a m¨ª me ha ocurrido siempre es que he alternado etapas de absoluta pereza con otras de mucha actividad, que es en las que he escrito mis libros, y por eso nunca me he preocupado.
P. Volviendo a los cambios que ha habido en su ¨²ltima poes¨ªa, no deja de ser curioso que cuando quiere hacer una poes¨ªa que proteste, que clame contra los horrores de este mundo, opta por la severidad, en lugar de por la opulencia, que era el camino de Neruda, Alberti o Miguel Hern¨¢ndez. ?Piensa, como Auden, que cualquier poeta moderno que levante demasiado la voz sonar¨¢ falso?
R. Lo que est¨¢ claro es que hoy ya no hay Albertis ni Nerudas, que ya no quedan poetas de esa estirpe, combativos, militantes, abanderados que ten¨ªan la voluntad de serlo porque escrib¨ªan versos para ser dichos en plazas p¨²blicas llenas de banderas, por as¨ª decirlo, seguramente porque ni las circunstancias hist¨®ricas son iguales ni la concepci¨®n que los poetas tenemos de nosotros mismos es la misma. Al menos en nuestra cultura, porque en el mundo ¨¢rabe, por ejemplo, es muy distinto, yo he estado en algunos pa¨ªses en los que los poetas son poco menos que reverenciados, y los he visto leer para multitudes enfervorizadas, en campos de f¨²tbol en los que sesenta o setenta mil personas los aclamaban como a h¨¦roes, coreaban los poemas... Algo incre¨ªble. En nuestro ¨¢mbito, a veces es f¨¢cil tener la impresi¨®n de que un artista es un estorbo, o un ornamento, pero en otras partes todav¨ªa se ve a los creadores casi como or¨¢culos, o al menos se los considera, en principio, personas a las que merece la pena escuchar. Quiz¨¢ es que el inter¨¦s por la cultura es all¨ª m¨¢s profundo y aqu¨ª m¨¢s superficial.
P. La Fundaci¨®n Caballero Bonald, en Jerez de la Frontera, despliega una actividad incre¨ªble, all¨ª se organizan continuamente cursos, conferencias, lecturas, un congreso anual, presentaciones de libros... ?Cree que ¨¦se es un buen modelo para fomentar la literatura entre los ciudadanos?
R. Todo depende de c¨®mo se haga y de qui¨¦n la dirija. En Espa?a hay algunas fundaciones y tambi¨¦n algunas fundiciones, en las que ciertos parientes del escritor que les da su nombre se dedican a saldar su obra y a dilapidar su prestigio. Yo tengo la suerte de que en la m¨ªa trabajen personas entusiastas y responsables, y de contar con un buen apoyo institucional que ayuda, pero no impone nada. Y s¨ª, desde luego que este sistema me parece bueno tanto para poner a salvo de manos codiciosas o ignorantes la obra de un autor, su biblioteca, sus cartas y el resto de su legado, y esto lo digo pensando en ciertas viudas y otros parientes que andan por ah¨ª, como para dinamizar la vida cultural de la ciudad en la que est¨¦ su sede. Yo estoy contento con la marcha de mi fundaci¨®n.
Nos detenemos aqu¨ª, y Pepe Caballero vac¨ªa y deja sobre la mesa la copa de vino oloroso, que ha rellenado un par de veces durante la entrevista, y se somete, con una paciencia algo esquiva, a la sesi¨®n fotogr¨¢fica. Mientras ¨¦l posa, yo echo un vistazo a los libros que tiene sobre su mesa de trabajo y a algunas postales que hay en sus estanter¨ªas. Y al hacerlo, el c¨ªrculo de la fidelidad se cierra, porque en ambos lugares ocupan un puesto central el retrato de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, aquel genio tenaz que le abri¨® las puertas de la poes¨ªa, y algunos de sus libros, entre ellos una primera edici¨®n de Espa?oles de tres mundos. Otro de los vol¨²menes que est¨¢n a la vista es, precisamente, el primero de la colecci¨®n que ha preparado para EL PA?S, y que es una antolog¨ªa de la obra en verso del premio Nobel de Moguer, prologada por ¨¦l mismo. Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald sigue haciendo poes¨ªa e intentando difundirla entre los lectores, mientras sue?a por escrito, en La noche no tiene paredes, con ser un hombre justo, "aquel que edific¨® su casa / con nobles piedras y a su abrigo / vivi¨® adecuadamente / sin mandar ni ser mandado, / aquel que obedeci¨® estatutos / de la naturaleza y as¨ª pudo / igualar con la vida el pensamiento". -
La noche no tiene paredes, de Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, se publicar¨¢ en la primavera de 2009.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.