Juan Carballedo, m¨¦dico, rebelde y humanista
El m¨¦dico espa?ol Juan Carballedo muri¨® en Maputo el pasado 13 de noviembre. Hab¨ªa nacido en Madrid en 1948, de familia de ferroviarios. Estudi¨® medicina y en los a?os sesenta se incorpor¨® a las luchas estudiantiles contra la dictadura en organizaciones de lucha pol¨ªtica y ciudadana en las que tuvo un papel muy activo hasta la ca¨ªda de la dictadura. Para los curiosos de las hemerotecas, es el estudiante que est¨¢ enfrent¨¢ndose a una carga de la polic¨ªa junto a la estatua de El portador de la antorcha en la Universidad de Madrid, seg¨²n puede verse en una foto muchas veces repetida.
Se dedic¨® a la traumatolog¨ªa y tuvo destino en el hospital general de Segovia, desde donde march¨® a Nicaragua. Durante a?os dedic¨® sus esfuerzos a organizar hospitales de campa?a en medio de la guerra y a formar gente para mantener estos hospitales. Ten¨ªa que sufrir la curiosa contradicci¨®n de dedicar su esfuerzo diario a montar hospitales llevando siempre a mano su necesario Kal¨¢shnikov.
Acabada la guerra en Nicaragua, pidi¨® destino en Mozambique justo en los momentos m¨¢s duros de la posguerra. Las minas antipersona causaban los peores estragos en el tercer pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo, la violencia en la vecina Sur¨¢frica y en Angola se extend¨ªa sobre todo el Cono Sur de ?frica, la miseria ahogaba al pa¨ªs, profundamente desestructurado y de una gigantesca extensi¨®n, sin comunicaciones estables, sin maquinaria, medios de comunicaci¨®n ni medicinas. Volvi¨® a organizar hospitales por todo el pa¨ªs, viajaba a Europa para conseguir aparatos y medicinas, voluntarios y financiaci¨®n, volv¨ªa a Mozambique y trabajaba en todas las tareas precisas, sin que nunca le pareciera ninguna de poca categor¨ªa, ni ninguna extraordinaria. Era su vida y su labor. Era algo, para ¨¦l, normal.
Llevaba casi 20 a?os dedicado a estas funciones y en el ¨²ltimo periodo hab¨ªa organizado una ONG, Consejo Interhospitalario, que ¨¦l mismo dirig¨ªa y que ten¨ªa proyectos desde Cabo Verde hasta Mozambique.
La muerte le ha sorprendido lleno de vida. Siempre fue sabedor del papel que jugaba en ella. Nunca actuaba por conveniencia, ni se dejaba llevar por presiones, modas o intereses, siempre actu¨® por pasi¨®n y por su m¨¢s profundo convencimiento. Eso le hac¨ªa dif¨ªcilmente clasificable, no pod¨ªa ser militante de partido ni activista de parte, sino un hombre que segu¨ªa adelante en su lucha, estuviera acompa?ado y acogido por muchos, por pocos o por nadie.
Era vital y descre¨ªdo, con un punto de iron¨ªa sobre los creyentes, fueran religiosos o laicos, sobre los convencidos, sobre todos los seguros de s¨ª mismos. ?l, que no le importaba no estar seguro de muchas cosas, s¨®lo estaba seguro de su vida y de su acci¨®n.
Pero nos queda algo que vale mucho: la imagen de un hombre fundamentalmente bueno, digno, luchador, idealista pr¨¢ctico, lejos de teorizar inutilidades, practicaba realidades ¨²tiles para miles de personas. No conoc¨ªa fronteras, no conoc¨ªa razas m¨¢s que la humana, no conoc¨ªa m¨¢s intereses econ¨®micos que los de reunir dinero para otros, no conoc¨ªa la envidia, ni el miedo, ni tantas cosas que son moneda com¨²n y que ¨¦l valoraba en nada. Era, en suma, un hombre rebelde.
Juan Barcel¨® es periodista, editor y vocal del Archivo de Guerra y Exilio.
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