Bombay
En la geograf¨ªa del miedo est¨¢ Bombay, tambi¨¦n. Los terroristas han vuelto a se?alar la ciudad y es otra vez un punto rojo, encendido, en el mapa. Una mujer de Bombay, Mahruk Tarapor, directora adjunta del Metropolitan Museum de Nueva York, dijo que para ella la paz era el aire contra su cara al bajar del avi¨®n que la devolv¨ªa a su tierra. Basta una brizna de fuego para romper la belleza de un recuerdo.
Las met¨¢foras nacen de la infancia, y las rompe el tiempo, y en este caso el terror. La paz es el aire de Bombay. Pues ah¨ª tienen el aire, cubierto de sangre y cascotes. Lo m¨¢s tremendo del terrorismo es la muerte, claro, pero lo que queda en la retina es la desolaci¨®n. La televisi¨®n no reproduce el instante peor, todav¨ªa no, o no siempre, pero repite hasta el infinito los cascotes, la sangre, la presencia del miedo. Gente huyendo, desconcierto, el fuego en el hotel.
El terror es una bandera roja que lleva dentro una calavera; y la muerte que produce es un telegrama fat¨ªdico y obsceno; cualquier reivindicaci¨®n envuelta en asesinato es un crimen y una desverg¨¹enza. Desde que se produjo el atentado de Bombay vi esas im¨¢genes como la transposici¨®n de las que nosotros mismos sufrimos. La televisi¨®n produce una cercan¨ªa parad¨®jica; el cuarto de estar amortigua el drama, lo hace ajeno. Hay que ver esas im¨¢genes, estimo, como si nos estuvieran ocurriendo, para que sean inolvidables.
El terror es universal. El 11-S, el 11-M, este 25-N no ocurrieron en Nueva York, en Madrid o en Bombay. Brecht dec¨ªa que el sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos, ya te tocar¨¢ si no te das cuenta, no mires para otro lado; parece que lo acerca m¨¢s, pero la televisi¨®n ayuda a amortiguar el dolor convirti¨¦ndolo en una imagen que acercas o alejas a voluntad. Las im¨¢genes concitan cercan¨ªa cat¨®dica, pero olvido sentimental. Uno le da al bot¨®n del aparato, cambia de canal y ya entra en otra realidad, como si uno se quitara de delante del espejo para no ver la herida. No preguntes por qui¨¦n doblan las campanas, escrib¨ªa John Donne, doblan por ti. Y nuestro Jos¨¦ Hierro dec¨ªa que cuando mor¨ªa un espa?ol se mutilaba el universo. La met¨¢fora de la sangre nos cubre a todos.
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