Mundos encontrados
Nunca fuimos m¨¢s libres que durante la ocupaci¨®n alemana... desde que el veneno nazi se infiltr¨® incluso en nuestras mentes, toda idea justa supuso una victoria... toda palabra se torn¨® tan preciosa como una declaraci¨®n de principios". Estas frases de Sartre las citaba Roland Penrose en su libro sobre Picasso, a prop¨®sito de aquellos d¨ªas en los que el pintor se hizo dramaturgo. Fue en 1941, con Par¨ªs en manos alemanas, cuando Picasso escribi¨® El deseo cogido por la cola, una especie de farsa entre dada¨ªsta, surrealista y ubuesca, dedicada al difunto Max Jacob, que fue le¨ªda en una inolvidable sesi¨®n en 1944, en casa del propio autor, bajo la direcci¨®n de escena de Albert Camus, con interpretaci¨®n a cargo de gentes como los editores Georges Hugnet y Jean Aubier, la mujer de ¨¦ste, la actriz Zanie Campan, el guionista Jacques-Laurent Bost, junto a Raymond Queneau, Sartre, Simone de Beauvoir, Dora Maar, Michel Leiris, con Brassa? de reportero gr¨¢fico y con espectadores como Michaux, Cocteau, Valentine Hugo, Pierre Reverdy, Mar¨ªa Casares y hasta el freudiano Jacques Lacan.
Esta conjunci¨®n de fil¨®sofos, artistas, literatos y allegados nos habla, desde luego, de la indeleble centralidad de Picasso en el mundo de la cultura de vanguardia. Pero tambi¨¦n nos puede hacer pensar en la manera imprevisible en que a veces se reacciona ante situaciones excepcionales. De hecho, la ocurrencia de Picasso recuerda a la del fil¨®sofo Adorno, quien en plena irrupci¨®n del Tercer Reich, en 1932, se dedicaba en Francfort a la composici¨®n de una opereta inspirada en Mark Twain.
La exposici¨®n en el remozado Centro Cultural Bancaja (hasta el 1 de enero), de Valencia, a cargo de Juan Manuel Bonet, revela claramente la mano del comisario. Para empezar, est¨¢ llena de libros. Pero tambi¨¦n de im¨¢genes coet¨¢neas de aquellos a?os: dibujos, grabados, carteles, fotograf¨ªas de los participantes, que documentan, en un excelente montaje, aquel episodio irrepetible.
En el mismo espacio (hasta el 25 de enero) el espectador puede visitar una exposici¨®n, de un orden bien diferente, de obras de Imi Knoebel (Dessau, 1940). Aqu¨ª se trata del juego con los rigores del color y la geometr¨ªa, con la ret¨ªcula y el relieve, as¨ª como con lo visible y lo invisible. Bajo el temprano influjo de Mal¨¦vich, Knoebel tuvo el valor de no dejarse impresionar por las actitudes de Beuys, su profesor en los tiempos en que estudiaba en D¨¹sseldorf. Una independencia de criterio que no deja de manifestarse en sus peculiares intereses formales (Drunter und Dr¨¹ber, Rosa Ecke, 2007), entre los que se incluye su insistente problematizaci¨®n de la belleza (Grace Kelly, 1990; Liliana, 2002).
Estos contrastes se diluyen en el contexto de las exposiciones que componen Fotogr¨¤fica 2008, una serie de muestras que viene celebr¨¢ndose en Valencia desde 2005 y que este a?o contar¨¢ con 30, distribuidas en 18 espacios. Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es la dispar procedencia de sus autores y, por ende, de su sentido. Adem¨¢s de fotograf¨ªas de car¨¢cter antropol¨®gico (Mundos tribales, o nativos de Guinea, Mbimi, en el Museo Valenciano de Etnolog¨ªa), sobre mujeres colombianas o sobre la infancia (La Nau, Universitat de Valencia), encontramos im¨¢genes de fot¨®grafos art¨ªsticos, como el luso-franc¨¦s G¨¦rard Castello-Lopes, seguidor de Cartier-Bresson (con escenas de Portugal y de distintas ciudades europeas), o de Bernard Plossu y Luis Bayl¨®n (im¨¢genes urbanas), tanto como otras (Muvim, hasta el 7 de diciembre) de "profesionales" a la manera de los hermanos Vargas, con estudio en Arequipa, Per¨² (im¨¢genes documentales, paisajes y retratos de entre 1912 y 1930). Ah¨ª mismo encontramos trabajos fascinantes del arquitecto Giuseppe Pagano, muerto en Mauthausen despu¨¦s de su heroica traici¨®n al fascismo (edificios rurales, detalles insospechados, construcciones delirantes), pero tambi¨¦n fotograf¨ªas de "aficionado" realizadas durante apenas dos a?os por Karel Capek, el escritor checo a quien se le atribuye la invenci¨®n de la palabra "robot" (en realidad se le ocurri¨® a su hermano). Esta pluralidad se hace evidente en los 21 fot¨®grafos de Visiones de M¨¦xico, en donde, como se puede suponer, hay de todo.
Por otro lado, tenemos tambi¨¦n a los artistas, digamos, propiamente dichos. Aqu¨ª dominan las mujeres: fotograf¨ªas de Eul¨¤lia Valldosera, capaz de relacionar la teor¨ªa cu¨¢ntica con los "objetos energ¨¦ticos" -gas, sartenes, cazuelas, alimentos- en la cocina, cosas relacionadas con la nutrici¨®n y con la transformaci¨®n de la materia en energ¨ªa y viceversa; o fotograf¨ªas de Mireia Mass¨®, artista de intereses ecol¨®gicos, que nos ofrece un tan bello como peculiar reportaje de un largo viaje a la Ant¨¢rtida, continente en donde el hielo se funde sin remedio. Incluso Carolina Ferrer, cuyo asunto b¨¢sico es la pintura, la plantea en t¨¦rminos metafotogr¨¢ficos, en im¨¢genes fr¨ªas, bru?idas, reflectantes, acerca de objetos (sillas, escaleras, gente) vinculados a ella, y al espacio (Fundaci¨®n Chirivella-Soriano) en donde Miguel Fern¨¢ndez Cid ha concebido la exposici¨®n. Hay m¨¢s, pero m¨¢s de lo mismo, lo cual es menos. De todos modos, en el Espacio de Arte Contempor¨¢neo de Castell¨®n siguen resonando los ecos (y los silencios) de una exposici¨®n sobre John Cage...

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