Pijoaparte
Declaraba con sospechoso hast¨ªo Juan Goytisolo al enterarse de que le hab¨ªan concedido el Premio Nacional: "Al llegar al hotel me dieron la mala noticia. Quer¨ªa descansar, simplemente. A mi edad, ning¨²n premio hace ilusi¨®n. No me presento a ning¨²n premio, no me produce la menor emoci¨®n". Qu¨¦ alentador este desd¨¦n hacia esa cosita tan prescindible de los honores mundanos y el reconocimiento acad¨¦mico, desmintiendo la popular sentencia de que a nadie le amarga un premio. Qu¨¦ bonito encontrarse a alguien que desprecia el galard¨®n oficial a su arte. Y piensas en lo equivocado que estuvo el desesperado John Kennedy Toole al quitarse de en medio porque ni Dios quer¨ªa publicarle su memorable novela La conjura de los necios. Dudo que llegaran ecos a su nicho de que gracias a la tenacidad de su madre d¨¢ndole incansable brasa a todos los editores ese libro se publicara, que los lectores fliparan de gusto y de risa con ¨¦l, que le concedieran p¨®stumamente el Pulitzer. El gran triunfador hab¨ªa muerto de fracaso. Como Van Gogh, como tantos desdichados geniales a los que el mundo no les hizo ni puto caso, aunque su obra siga alucinando al personal en el curso del tiempo.
No hay noticias de que a Proust, a Tolstoi, a Kafka, a Joyce y a Borges les saliera una ¨²lcera porque los b¨¢rbaros, miopes o simplemente miserables de la Academia Sueca les negaran el Nobel, pero el desprestigio y el anacronismo del galard¨®n m¨¢s trascendente y goloso de la literatura ser¨¢ carne de sarcasmo a perpetuidad, un chiste cochambroso. Que se lo pregunten a los eternos habitantes del Parnaso Jos¨¦ Echegary y Jacinto Benavente.
Dicen que Juan Mars¨¦ frunci¨® la ceja al enterarse de que Cervantes le hab¨ªa bendecido y pregunt¨®: "?Me ha tocado?, me lo esperaba s¨ª y no, bueno casi no". Ning¨²n ¨¦nfasis, ninguna frase para la posteridad, ning¨²n rencor ante el esc¨¢ndalo de que hubieran demorado tanto tiempo el reconocimiento a una escritura admirable, al retratista m¨¢s conmovedor y profundo de la derrota cotidiana, de lo perdido, de la ausencia. Mars¨¦, como Fitzgerald, es incomparable describiendo sentimientos, apelando a la memoria dolorida, resumiendo un universo en una frase, coloc¨¢ndote el nudo en la garganta. Bendito sea.
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