Crisis de identidad
Aunque la crisis econ¨®mica amenaza la supervivencia de los museos americanos, en la medida en que, de titularidad privada, una parte sustancial de sus recursos proceden de lo que eufem¨ªsticamente hoy se denomina mecenazgo, ser¨ªa harto simplificador afirmar que el problema al respecto es s¨®lo imputable a la p¨¦sima coyuntura financiera. Y es que los museos de arte en general, hist¨®ricos y contempor¨¢neos, y en todo el mundo, arrastran una fuerte crisis de identidad, y, por tanto, de criterio, de organizaci¨®n y de gesti¨®n, desde hace aproximadamente un cuarto de siglo. En cualquier caso, la peor parte se la llevan los museos de arte contempor¨¢neo, que se han multiplicado alocadamente en los ¨²ltimos tiempos. Este crecimiento ha sido impulsado por el vertiginoso aumento del mercado de arte actual, por la presi¨®n medi¨¢tica y por la rentabilizaci¨®n pol¨ªtica, entre otros factores caracter¨ªsticos de una sociedad que se ha modernizado hasta el punto de que no ve ni aprecia nada que no sea la moda del presente. En este clima fervoroso, los museos de arte han transformado su condici¨®n de templos de la sociedad secularizada en panteones para lustrar el ego de los millonarios con todos los peligros que ello comporta.
El ejemplo del Museum of Contemporary Art (MOCA) de Los ?ngeles, cuya sede original en el centro de la ciudad construy¨® el arquitecto japon¨¦s Isozaki y que se hizo con una parte sustancial de la m¨ªtica Colecci¨®n Panza, es aleccionador. Detr¨¢s de ¨¦l, como de casi todo el entramado muse¨ªstico californiano, est¨¢ la poderosa sombra de un err¨¢tico mecenas, Eli Broad, que, primero, lo apoy¨® en su sede original, as¨ª como posteriormente en su extensi¨®n o anexo, la Geffen Contemporary Gallery, en el Down Town de Los ?ngeles; luego le retir¨® su apoyo para d¨¢rselo a su rival, Los ?ngeles County Museum of Art, construido por el arquitecto italiano Renzo Piano, donde abri¨® una nueva ala dedicada a su persona, para finalmente decidir construirse un museo personal al margen de estos dos citados. Todo lo anterior no impide que Eli Broad haya acudido en auxilio del MOCA, que ha anunciado su cierre temporal a principios del pr¨®ximo enero durante seis meses, con la nada despreciable cantidad de 23,6 millones de euros. No obstante, mucho me temo que estas impresionantes ayudas puntuales para esta instituci¨®n como para otros museos americanos hoy igualmente amenazados, sean m¨¢s que una gota de agua en un oc¨¦ano de absurdo.
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