Un Lope restaurado
Antonio Tordera, que es sin duda mejor profesor de teatro que director de escena, ha peinado lo bastante el texto de Lope de Vega como para que el asunto no se pierda en meandros y para que el texto, el verso, fluya aqu¨ª sin mayores dificultades, en esta producci¨®n de Teatres de la Generalitat que reabre el teatro Rialto despu¨¦s de una remodelaci¨®n a fondo de la sala. Quiero decir que se lo ha puesto a huevos a un director como Vicente Genov¨¦s, que resulta cada vez m¨¢s divertido. El problema, como siempre, es el verso. ?C¨®mo hacerlo decir por actores que en buena parte apenas si colocan la voz, no dir¨¦ ya la dicci¨®n, en las series televisivas? Porque el verso o se dice o no se dice, pero si se dice a medias, el resultado es que el espectador no se lo cree.
LA VIUDA VALENCIANA
De Lope de Vega, en adaptaci¨®n y dramaturgia de Antonio Tordera. Int¨¦rpretes, Alicia Ram¨ªrez, Juanjo Prats, Cesca Salazar, Paco Alegre, Pepe Miravete, Jaime Linares, Jos¨¦ Montesinos, Paco Gisbert, Panchi Viv¨®, Francisco Guinot, Manuel Puchades, Reyes Ruiz. Vestuario, Pascual Peris. Iluminaci¨®n, Juanjo Llorens. Espacio esc¨¦nico, Manuel Zuriaga, Josep Sim¨®n. Asesor de verso, Gabriel Arbisu. Asesor musical, Joan Cerver¨®. Direcci¨®n, Vicente S. Genov¨¦s. Una producci¨®n de Teatres de la Generalitat. Teatro Rialto. Valencia.
Es el primer escollo, no siempre salvado, de un montaje que junto a una iluminaci¨®n muy a lo V¨ªctor Erice sufre de un espacio esc¨¦nico que oscila entre la liviandad de lo sugerido y la pesadez de lo resuelto, adem¨¢s de un vestuario de ¨¦poca capaz de arruinar la verosimilitud moderna de lo que estamos viendo (he visto a Ian McKellan en un Macbeth vestido de cuero riguroso como un rockero sin que su personaje se resintiera para nada, antes al contrario). Vicente Genov¨¦s ha resuelto jugar todas las bazas de la comedia en sus funciones de director, as¨ª que la puesta en escena oscila entre la perseverancia de lo rijoso y el encanto de una movilidad esc¨¦nica de mucho m¨¦rito. Juanjo Prats, a quien no le he visto nunca un renuncio esc¨¦nico, est¨¢ glorioso, mientras que Alicia Ram¨ªrez vacila entre su rotunda potencia y los matices que sus muchas voces le confieren, en un reparto ajustado, en el que conviene mencionar a Pepe Miravete. La buena noticia es que por fin se reabre el Rialto para albergar las producciones de Teatres de la Generalitat. De momento, con un cl¨¢sico algo devaluado. Veremos.
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