Ordinariez

Se sabe que entre los indesmayables amores de Serrat, adem¨¢s del Mediterr¨¢neo, est¨¢ el Barcelona de Kubala, el de Cruyff, el de Guardiola. O sea, su cuelgue es ancestral con ese s¨ªmbolo que presume de ser m¨¢s que un club. Aunque no existan dudas sobre la po¨¦tica condici¨®n de este hombre, su respuesta al resultado que desea entre el Barcelona y el Madrid es muy pragm¨¢tica: "No voy a cometer la ordinariez de decir que gane el mejor". A la misma pregunta, el tambi¨¦n azulgrana Zapatero responde: "Que gane el mejor". Siempre tan previsibles los pol¨ªticos, tan obvios, tan ordinarios.

Tambi¨¦n le escucho al incontaminado l¨ªder aseveraciones arriesgadas e improbables como que en esta crisis nadie quedar¨¢ a su suerte y que vamos a salir todos juntos de ella. Lo primero es digno de Teresa de Calcuta y lo segundo extremadamente injusto. No concibo que los que lo van a pasar crudo con ella deseen un final compartido con los abstractos indeseables que la han creado. Bueno, en Estados Unidos han decidido que los ladrones no son entes que pululan por el espacio sino que tienen jeta y acaban de meter en la c¨¢rcel al intachable y admirado tibur¨®n Bernard Madoff. Algo es algo. Aqu¨ª, los parados presentes y futuros no son tan vengativos. Se conformar¨ªan con repartirse toda la pasta que los especuladores impunes y supuestamente an¨®nimos acumularon en los para¨ªsos fiscales. Despu¨¦s hasta estar¨ªan dispuestos a salir de la crisis con gesto feliz y agarrados de la manita con los legitimados estafadores. Tambi¨¦n suena a c¨®mica utop¨ªa la convicci¨®n zapateriana de que impedir¨¢ que los empresarios arrimen el ascua a su sardina. Otra ordinariez expresiva.

Rubalcaba asegura que ETA desperdici¨® tres oportunidades de acabar como el IRA y van a acabar como el GRAPO. Ojal¨¢. Pero a los segundos, como mucho, les comprend¨ªan y apoyaban sus familias y alg¨²n aspirante al frenop¨¢tico. ?Qu¨¦ va a hacer el Estado con el 10% del electorado vasco que les considera sus heroicos gudaris? ?Pasarlos por las armas? Es la impagable soluci¨®n que proponen los sabios taxistas que se chutan con la Cope. Que el diablo nos conserve la salud mental.