Bush
George Bush ha sido, muy probablemente, el peor presidente de la historia de Estados Unidos. No vamos a discutir sobre eso. El zapatazo de ayer en Bagdad, tan descarnado y dolido como el propio Irak, marca el tono de su despedida. Nadie echar¨¢ en falta a un hombre que ha hecho buenos a Carter, Ford o al propio Nixon.
En estos d¨ªas finales abundar¨¢n los balances, ferozmente negativos, y los zapatazos intelectuales. Comparto el desprecio por el personaje. Bush y su malvado tutor, el vicepresidente Cheney, no han podido, sin embargo, ser los ¨²nicos responsables del desaguisado. Algo habremos hecho los dem¨¢s.
Un general prestigioso como Colin Powell, tan progre que ha votado a Obama y espera tal vez un carguito en la nueva Administraci¨®n, se ocup¨® de demostrar ante la ONU que Irak pose¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. Un acto de servicio, claro. Diarios respetables como The New York Times o The Washington Post no s¨®lo se empecinaron con la existencia de las supuestas armas, sino que jalearon cualquier guerra que se le ocurriera a Bush. Tambi¨¦n acto de servicio. Repasen la hemeroteca de este mismo diario, EL PA?S, y encontrar¨¢n orondas cr¨®nicas de Washington en las que se reproduc¨ªan todas las mentiras de aquel momento: lo s¨¦ porque yo mismo las firmaba. Un acto de servicio al lector, sin duda.
Gobiernos presuntamente respetables, como el de Espa?a, cooperaron con la infamia de Guant¨¢namo: hay papeles que lo demuestran, aunque el actual Gobierno, del PSOE, asegure que nunca pas¨® por aqu¨ª un vuelo de la CIA. Un acto de servicio al secreto de Estado y al aliado americano, supongo.
Ya saben aquello de las campanas: no doblan por Bush, sino por todos nosotros.egonzalez@elpais.es
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