La otra declaraci¨®n de derechos universales
La mujer nace libre y, en derechos, permanece igual al hombre". ?ste es el primer art¨ªculo de la Declaraci¨®n de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, redactada en 1791 por la francesa Olympe de Gouges. Con ¨¦l Olympe de Gouges subrayaba de entrada un olvido terriblemente significativo de la c¨¦lebre declaraci¨®n revolucionaria de 1789, en la cual no figuraba en absoluto la palabra mujer.
Se celebra estos d¨ªas el 60? aniversario de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Con tal motivo no est¨¢ de m¨¢s recordar a la mujer, pionera en la historia, que redact¨® una declaraci¨®n cuya originalidad y profundidad se reconoce hoy no s¨®lo en ambientes feministas sino tambi¨¦n en medios universitarios. En pleno proceso revolucionario franc¨¦s, Olympe de Gouges escribi¨® el primer documento que postula la igualdad jur¨ªdica y legal de las mujeres respecto a los hombres y el car¨¢cter universal de los derechos c¨ªvicos.
En plena Revoluci¨®n Francesa, una escritora redact¨® la primera proclamaci¨®n de igualdad femenina
Insta a las mujeres a recordar a los hombres que sin ellas no estar¨ªan donde est¨¢n
Nacida en 1748, hija de un carnicero y escasamente educada, Marie Olympe de Gouges se convirti¨® desde su llegada a Par¨ªs en 1788, un a?o antes de la Revoluci¨®n, en una femme de lettres reconocida, o sea, una escritora en el sentido amplio de la palabra, dedicando su talento a escribir tanto obras de teatro como numerosos art¨ªculos, panfletos y discursos sobre la necesidad de reconocer los derechos civiles de las mujeres, pero tambi¨¦n a favor de la abolici¨®n de la esclavitud, tema sobre el cual los mismos revolucionarios tuvieron m¨¢s de una vacilaci¨®n. Basta recordar que Voltaire, seg¨²n L¨¦on Poliakov, "no dud¨® en participar en un negocio de Nantes dedicado a la trata de negros, lo cual result¨® ser una inversi¨®n altamente remuneradora".
Mujer de pensamiento complejo, Olympe de Gouges se inscribe en la l¨ªnea filos¨®fica de Montesquieu y pregona la separaci¨®n de poderes. Pero al mismo tiempo se pronuncia contra la ejecuci¨®n del rey Luis XIV y dedica el pre¨¢mbulo de su Declaraci¨®n a una mujer, la reina Marie Antoinette, considerada por ella m¨¢s v¨ªctima que culpable. Nada m¨¢s peligroso en aquellos tiempos que oponerse a Robespierre y a Marat y, de hecho, Olympe de Gouges termin¨® siendo guillotinada en 1793.
"Los movimientos feministas y de mujeres en la Revoluci¨®n Francesa constituyeron no un fen¨®meno que se produce 'adem¨¢s', sino un elemento constitutivo del propio proceso revolucionario", escribe Celia Amor¨®s. Recordando otras revoluciones, como la argelina, podr¨ªamos decir que esto no es una exclusividad de la Revoluci¨®n Francesa. Y tambi¨¦n que, en la mayor¨ªa de los casos, la historia de las revolucionarias no tiene un final feliz.
Es probable que esta feminista y revolucionaria que fue Olympe de Gouges esperara mucho de sus colegas en pol¨ªtica. Pero como dif¨ªcilmente pod¨ªa ser de otra manera, la Declaraci¨®n Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de
1789, al tratar ¨²nicamente de los derechos de los varones y no de los de todos los seres humanos, debi¨® decepcionarla profundamente. Dos a?os despu¨¦s, nuestra feminista avant la lettre presentaba la Declaraci¨®n de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, un texto nuevo y original que es a la vez una cr¨ªtica punto por punto de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano y una defensa precisa y original de la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida p¨²blica y privada.
Hoy Olympe de Gouges no es mucho m¨¢s que un s¨ªmbolo para los movimientos de liberaci¨®n de la mujer. Y tambi¨¦n se le reconoce un papel significativo en la historia de las ideas.
Dirigi¨¦ndose desde la primera l¨ªnea a "las madres, hijas, hermanas, representantes de la Naci¨®n que piden constituirse en Asamblea Nacional", y enfocando de entrada lo privado a la par de lo p¨²blico y pol¨ªtico, Olympe pasa revista en 17 art¨ªculos a todas las anomal¨ªas o lagunas del pensamiento masculino en materia de derechos humanos. Casi nada escapa a la redactora: al contrario de la Declaraci¨®n oficial, ella relaciona de entrada Libertad y Justicia, en cuyo nombre reclama para las mujeres el derecho al voto, la igualdad de acceso al trabajo -hoy la todav¨ªa vigente reivindicaci¨®n de la igualdad de oportunidades- y los derechos a hablar en p¨²blico de temas pol¨ªticos, a ejercer un papel en la vida pol¨ªtica y a tener propiedades privadas y administrarlas.
"Las contribuciones de la mujer y del hombre son iguales", dice el art¨ªculo 13. "Ella participa en todas las cargas, en todas las tareas penosas; debe, pues, participar igualmente en la distribuci¨®n de puestos, de empleos, de cargos, de dignidades; tambi¨¦n debe poder entrar en el Ej¨¦rcito y ostentar cargos tanto en la educaci¨®n como en la industria o la Iglesia".
No se sabe si fue consciente de todo el alcance de sus ideas cuando escribi¨® en el art¨ªculo X la frase m¨¢s famosa de su Declaraci¨®n: "Si una mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe tener igual derecho a subir a la tribuna pol¨ªtica". Ella misma cumpli¨® con ambas cosas.
En varios de sus escritos al margen de la Declaraci¨®n de los Derechos de la Mujer, Olympe se pronunci¨® a favor de la supresi¨®n del matrimonio tradicional, de la instauraci¨®n del divorcio y de la creaci¨®n de un contrato de convivencia renovable anualmente y firmado por dos personas libres. Otra faceta de su originalidad fue pensar en algunos derechos propios de la mujer y dedicarse a la defensa de la infancia. Consciente del alcance de una de las plagas sociales de su ¨¦poca, y dirigi¨¦ndose directamente en el art¨ªculo XI a las Madres de la Naci¨®n, abog¨® por que las mujeres puedan "decir libremente 'Soy la madre de un ni?o que os pertenece', sin que un prejuicio b¨¢rbaro la obligue a disimular la verdad" y a "esconder un hijo ileg¨ªtimo". Tambi¨¦n teoriz¨® la creaci¨®n de maternidades, de talleres nacionales para los parados y de hogares para los mendigos.
En el ep¨ªlogo de su Declaraci¨®n, Olympe de Gouges insta a todas las mujeres a recordarles a los hombres que sin ellas no estar¨ªan donde est¨¢n. Y, por haber olvidado esto, ataca directamente a la Declaraci¨®n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, consider¨¢ndola una traici¨®n.
Tirada en s¨®lo cinco ejemplares y rechazada por la Asamblea revolucionaria, la Declaraci¨®n de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana lleg¨® sin embargo a ser conocida en toda Francia y tambi¨¦n fuera de ese pa¨ªs. V¨¢lida tanto para los hombres como para las mujeres, est¨¢ considerada como la primera verdadera declaraci¨®n de los derechos humanos cuya misma existencia invalidaba la de 1789.
"Mientras las mujeres no se inmiscuyan", dec¨ªa Mirabeau, "no existe una verdadera revoluci¨®n". Pues bien, a muchas de ellas, recordando de paso a Madame Roland, les ha ido muy mal.
Nicole Muchnik es periodista y pintora.
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