La chispa griega o un nuevo Mayo del 68
La juventud helena se alza contra el Gobierno y sus ecos recorren Europa - Los expertos advierten de que no debe subestimarse el alcance de la revuelta
Ya hay quien compara diciembre de 2008 con mayo de 1968. La muerte del joven griego Alexandros Grigoropulos, de 15 a?os, fallecido en Atenas el pasado 6 de diciembre tras recibir un disparo de un polic¨ªa, encendi¨® la mecha de la indignaci¨®n en Grecia. Surgieron manifestaciones y estallaron disturbios desde Sal¨®nica, al norte, hasta Heracli¨®n, en Creta. Cientos de universitarios y bachilleres salieron a las calles para protestar contra la violencia policial y, sobre todo, contra el Gobierno y contra un futuro negro en el que se ven cobrando 700 euros al mes (algo as¨ª como ser mileurista en Espa?a), con empleos precarios e incapaces de abandonar el hogar de sus padres. Y no est¨¢n solos. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, justo en la misma jornada en la que Grecia quedaba paralizada por una huelga general, peque?as r¨¦plicas del terremoto social heleno se extendieron hasta Italia, Alemania, Francia, Dinamarca y Espa?a (donde arrecia otra protesta estudiantil: la que se opone a la Declaraci¨®n de Bolonia). Soci¨®logos y antrop¨®logos coinciden en un consejo: no se debe menospreciar el alcance de la revuelta.
"Los j¨®venes tienen peores perspectivas que sus padres", asegura un soci¨®logo
"Hay ecos del 68; quiz¨¢ sea una revuelta cultural", dice un antrop¨®logo
"Los estudiantes del sur de Europa sienten su futuro bloqueado"
"La sociedad griega tolera demasiado la violencia", advierte un profesor heleno
?Existe el peligro de contagio hacia otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea? "Como el contagio biol¨®gico, el contagio social s¨®lo se expande si existen condiciones ambientales que lo favorezcan", indica Carles Feixa, profesor de antropolog¨ªa social de la Universitat de Lleida y co-autor de Movimientos juveniles: de la globalizaci¨®n a la antiglobalizaci¨®n. En Grecia, donde la revuelta sigue viva dos semanas despu¨¦s, la causa ha sido una combinaci¨®n de factores: "Brutalidad policial y corrupci¨®n pol¨ªtica por un lado y, por otro, perspectivas pesimistas para los j¨®venes (en educaci¨®n, el mercado laboral y la formaci¨®n del propio hogar); y a todo ello se ha sumado la falta de integraci¨®n de los inmigrantes y el miedo a la crisis econ¨®mica mundial", se?ala desde la capital griega Manos Matsaganis, profesor del Departamento de estudios econ¨®micos europeos e internacionales de la Universidad de Econom¨ªa y Negocios de Atenas.
Uno de esos factores, el que ata?e a la falta de un porvenir digno para los j¨®venes, es com¨²n en el sur de Europa, indican los expertos. Y en Espa?a se da una situaci¨®n singular en el continente. Es el ¨²nico pa¨ªs de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) en el que se ha reducido el poder adquisitivo del salario medio (un 4% entre 1995 y 2005; parad¨®jicamente, en un per¨ªodo de vacas gordas). Y cuenta tambi¨¦n con una elevada precariedad: tiene la tasa de temporalidad laboral m¨¢s alta de Europa: un 31% de los trabajadores es eventual (casi uno de cada tres), el doble de la media de la Uni¨®n Europea (14,5%), seg¨²n datos de Eurostat de 2007. "Los salarios para los j¨®venes que empiezan son bajos en todas partes, pero en ning¨²n lado se encuentran con que su futuro profesional est¨¢ tan bloqueado como en Europa del sur y, quiz¨¢, en Francia", a?ade Matsaganis.
Los j¨®venes espa?oles tienen motivos suficientes para estar descontentos, seg¨²n advierte Josep Espluga Trenc, doctor en Sociolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. "La mayor¨ªa de estudios sobre las perspectivas de futuro de las actuales generaciones j¨®venes muestran escenarios peores que los de las anteriores". Y enumera y concluye: "Tienen mayores dificultades para acceder a viviendas y formar nuevas familias. Ante estas presiones no es extra?o que haya gente joven -y no tan joven- dispuesta a protestar". Podr¨ªa suceder, incluso, que personas que se sienten agraviadas por otros procesos de exclusi¨®n social decidan sumarse. "El contexto de crisis propicia que la revuelta se pueda reproducir en cualquier pa¨ªs".
La concentraci¨®n de toda esa insatisfacci¨®n, sumada a la cr¨ªtica al Gobierno del primer ministro conservador Kostas Karamanlis, es la que ha conferido un gran ¨ªmpetu a la agitaci¨®n en Grecia, bautizada ya como el alzamiento de la generaci¨®n de los setencientoseuristas. Recelan del sistema pol¨ªtico (y su corrupci¨®n), del judicial, de los medios y de la iglesia. "En todas partes hay minor¨ªas marginadas e insatisfechas", opina el profesor Matsaganis, "lo singular de Grecia es que estas minor¨ªas han encontrado una base com¨²n con estratos sociales m¨¢s amplios, sobre todo debido al extremo rechazo generalizado hacia el Gobierno". Se han unido grup¨²sculos antisistema, antiglobalizadores y anarquistas, pero el grueso de las protestas lo integran estudiantes de universidades e institutos. "Todos ellos son j¨®venes, aunque obviamente no todos comparten las mismas razones", precisa el profesor griego.
Los especialistas coinciden en que, ateni¨¦ndose a ciertas similitudes de los contextos socioecon¨®micos, "cualquier tipo de protesta es f¨¢cilmente exportable", seg¨²n opina Celso Arango, jefe de la Unidad de adolescentes del hospital Gregorio Mara?¨®n, de Madrid. "Todav¨ªa es pronto para valorar si lo que sucede con la revuelta griega y la protesta anti-Bolonia (en cierta manera, una revuelta ib¨¦rica) son acontecimientos puntuales o m¨¢s profundos", advierte el antrop¨®logo Feixa, "pero s¨ª existen ciertas condiciones socioambientales comunes en Europa (sobre todo en la mediterr¨¢nea), que en parte explican tambi¨¦n la revuelta de las banlieues francesas [barriadas de la periferia] de hace unos a?os y la que est¨¢ empezando a surgir en Italia".
Otros se confiesan confiados aunque con ciertas reservas: "No tenemos la sensaci¨®n de que se vaya a extender", indic¨® la semana pasada a la agencia Associated Press el presidente del Consejo de la Juventud Espa?ola Daniel Lostao. "Esperemos que no me equivoque", a?adi¨®.
El caso griego, con todo, es singular, seg¨²n precisa el profesor Matsaganis, que asiste desde el inicio de la revuelta a la ocupaci¨®n de su universidad. La raz¨®n: el problema de la violencia inherente en la sociedad griega. "Las actividades del grupo terrorista local 17 de noviembre nunca han recibido una condena p¨²blica firme similar a las dirigidas contra ETA o las Brigadas Rojas. El n¨²mero de gente indiferente cuando los terroristas mataron a un agente de la CIA, a un pol¨ªtico de centro-derecha o a un industrial fue considerable. Lo explica nuestro individualismo rampante y nuestra costumbre de la confrontaci¨®n pol¨ªtica". Matsaganis, cr¨ªtico con el Gobierno y exmilitante de la Coalici¨®n de la Izquierda Radical (SYRIZA), de la que se distanci¨® porque la consideraba extremista, rechaza la violencia de los disturbios.
Una violencia que es com¨²n en muchas reivindicaciones juveniles, seg¨²n Guillermo Ballenato, psic¨®logo de la Universidad Carlos III. "Las respuestas violentas de grupos de j¨®venes son en gran medida un reflejo de la violencia social que se respira en la calle", explica. "La juventud sufre un gran desencanto. No le gusta la sociedad que ve y sobredimensiona lo m¨¢s negativo: el individualismo, la competitividad, las injusticias", al tiempo que "se siente impotente para cambiar la sociedad".
La r¨¦plica del se¨ªsmo social griego lleg¨® a Espa?a el pasado 10 de diciembre. En Madrid, una concentraci¨®n de 300 antisistema en la Puerta del Sol, en solidaridad con la muerte del joven griego, deriv¨® en un ataque a una sede cercana de la Polic¨ªa Municipal, que se sald¨® con nueve detenidos y numerosos destrozos. En Barcelona, 400 personas marcharon de manera pac¨ªfica desde la plaza de Urquinaona, pero unos 40 encapuchados la emprendieron contra el mobiliario urbano y se encararon con la polic¨ªa auton¨®mica.
Al mismo tiempo, tambi¨¦n se produc¨ªan enfrentamientos en Italia (seis polic¨ªas y un soldado heridos leves en Bolonia y Roma, respectivamente); en Dinamarca (un grupo de manifestantes carg¨® con botellas y botes de pintura contra la polic¨ªa en la capital, Copenhague); en Alemania, dos d¨ªas antes, 15 personas ocuparon el consulado griego en Berl¨ªn y unas 100 se concentraron ante el de Frankfurt. Los altercados regresaron a Barcelona el pasado s¨¢bado. Unos 200 antisistema se manifestaron en un acto que dej¨® cinco agentes contusionados y tres detenidos.
"Lo que est¨¢ sucediendo en Grecia parece probar que la extrema izquierda existe, contrariamente a lo que pensaban algunos durante las ¨²ltimas semanas", aseguraba recientemente G¨¦rard Gachet, portavoz del Ministerio de Interior franc¨¦s, en declaraciones a la agencia Associated Press. "Por el momento, no podemos sacar m¨¢s conclusiones y decir que existe un peligro de contagio de la situaci¨®n griega en Francia. Todo est¨¢ siendo observado con atenci¨®n".
Los especialistas tambi¨¦n inciden en destacar la relevancia de la revuelta como indicadora de problemas estructurales profundos. "No es casual que estas revueltas coincidan e incluso se avancen a la crisis (en un sentido no s¨®lo econ¨®mico sino cultural)", considera el antrop¨®logo Feixa. "Los j¨®venes suelen ser el term¨®metro de los cambios sociales. Mientras hace cuarenta a?os (1968) anunciaban los l¨ªmites del progreso, ahora anticipan sus efectos perversos". Y glosa: "En la Europa mediterr¨¢nea, la juventud se ha convertido en una fase de la vida extremadamente larga, cuyo inicio se adelanta y cuyo final se atrasa ad infinitum, como consecuencia de las precarias pol¨ªticas estatales de bienestar social, vivienda y trabajo. Lo que conlleva un modelo de adultescencia (j¨®venes adultos parcialmente emancipados) viable en situaciones de bienestar pero menos soportable cuando arrecia la crisis. Lo relevante es que ello no s¨®lo afecta a los sectores marginados sino tambi¨¦n a la juventud universitaria, que ve su futuro peligrar".
La oleada de protesta encontr¨® en Espa?a el terreno abonado. Ya hab¨ªa un caldo de cultivo de insatisfacci¨®n entre los estudiantes, que han han intensificado sus protestas en los ¨²ltimos meses contra la Declaraci¨®n de Bolonia, cuyo objetivo es unificar el sistema universitario europeo. Miles de alumnos se manifestaron en Madrid y cientos en otras ciudades espa?olas el pasado 14 de noviembre para oponerse a una reforma que, seg¨²n su opini¨®n y entre otras cr¨ªticas, Bolonia conlleva el aumento de las tasas y una mercantilizaci¨®n de los estudios: es decir, la acomodaci¨®n de los programas educativos a las necesidades de las empresas.
El ¨²ltimo episodio de las manifestaciones anti-Bolonia sucedi¨® el pasado jueves en Barcelona. Cientos de estudiantes cortaron el tr¨¢fico en hora punta en varios accesos a la ciudad, y adem¨¢s ocuparon el Comisionado de Universidades. Protestaban por la expulsi¨®n de seis estudiantes acusados de cometer actos violentos durante la pasada primavera en otra manifestaci¨®n contra Bolonia. El rectorado de la Universitat de Barcelona sigue ocupado desde hace varias semanas por grupos de estudiantes.
La agitaci¨®n urbana es un recurso extremo, seg¨²n observan los especialistas, al que se opta cuando se han agotado las v¨ªas habituales. "Cuando ciertas demandas ciudadanas no encuentran respuesta en el entramado institucional y pol¨ªtico, tienden a manifestarse en forma de conflictos en la esfera p¨²blica; es decir, principalmente en la calle y a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n de masas", explica el soci¨®logo Espluga. Y se trata de un recurso atractivo para los j¨®venes. "Su situaci¨®n vital, que comprende el desarrollo de su madurez, impulsividad, diferente concepto de responsabilidad, falta de cargas familiares y gregarismo hacen que sea en esta edad en la que m¨¢s protestas de este tipo aparecen", apunta Arango.
El simbolismo de la revuelta tambi¨¦n es importante, seg¨²n avisa desde Atenas el abogado Nikos Kairis. "Esta revuelta es un grito de atenci¨®n y cada Gobierno europeo deber¨ªa buscar las causas en su propia comunidad", sostiene. "Todo ello constituye un c¨®ctel explosivo que podr¨ªa conducir a un nuevo mayo del 68 en toda Europa. Por eso todos los gobiernos europeos deber¨ªan escuchar a las sociedades que representan, intentando afrontar m¨¢s los problemas humanos que los monetarios". Un diagn¨®stico con el que coincide el antrop¨®logo Feixa. "Diciembre del 2008 tiene ciertos ecos de mayo del 68: m¨¢s que a una revuelta econ¨®mica o pol¨ªtica, quiz¨¢ asistimos a una revuelta cultural, no por minoritaria menos significativa".
La protesta se coordina en la Red
La difusi¨®n de la revuelta griega a trav¨¦s de Europa ha contado con una correa de transmisi¨®n excepcional: Internet. Decenas de proveedores de noticias alternativos a los grandes medios han seguido el d¨ªa a d¨ªa de los disturbios y han difundido la convocatoria de manifestaciones desde Madrid a Mosc¨² (y en casi una veintena de pa¨ªses, seg¨²n la entrada de la revuelta en Wikipedia: 2008 Greek riots).
Uno de los m¨¢s activos ha sido Independent Media Center (Indymedia), una red internacional de colaboradores que informan sobre asuntos pol¨ªticos y sociales, desde un enfoque pr¨®ximo a los movimientos antiglobalizadores y opuesto al neoliberalismo. Sus integrantes recelan de la cobertura de los medios tradicionales (Indymedia Barcelona declin¨® responder a EL PA?S). La delegaci¨®n ateniense ha participado en la coordinaci¨®n de las protestas en la capital griega.
En Espa?a, existen decenas de webs similares, como Nodo50.org, Rebeli¨®n.org, Alasbarricadas.org y Kaosenlared.net.
"Nada es lo mismo que antes de Internet", subraya el soci¨®logo Josep Espluga Trenc, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Los movimientos sociales, a?ade, funcionan ya de manera sustancialmente diferente. "En primer lugar, porque los discursos que circulan por la esfera p¨²blica ya no son los de las fuentes oficiales, sino que hay una multitud de fuentes alternativas. Ya no dependemos de los expertos oficiales", indica. "La Red permite a los m¨²ltiples grup¨²sculos coordinarse entre s¨ª, establecer conexiones entre diversos territorios y planificar actuaciones conjuntas".
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