Miedo al contagio griego
El miedo al contagio griego ha conducido al Gobierno franc¨¦s a aplazar la reforma de los institutos. La presencia de cada vez m¨¢s manifestantes -y muy j¨®venes- en las calles de las ciudades, el estallido de un n¨²mero creciente de incidentes provocados por unos manifestantes que buscan el enfrentamiento, y las im¨¢genes de los tumultos de Atenas circulando en bucle por Internet, son algunos de los elementos que han llevado al presidente Nicolas Sarkozy a pedir que por el momento se posponga la reforma.
A decir verdad, este temor a una explosi¨®n existe tambi¨¦n en Italia -que acaba de salir de dos meses de manifestaciones y movilizaciones contra la reforma de la escuela-, donde hay un profundo malestar entre la juventud; e incluso en una Espa?a en v¨ªas de adaptaci¨®n a las normas europeas cuyo Gobierno teme un levantamiento en masa de los estudiantes.
Tras a?os de universidad, los j¨®venes descubren que su ¨²nica perspectiva es un empleo subcualificado
En Europa se ha levantado un viento de radicalidad, sobre todo en la extrema izquierda
El temor al estallido de un movimiento amplio existe pues tanto en Par¨ªs como en Roma y en Madrid. Ahora bien, en nuestros pa¨ªses democr¨¢ticos, es imposible controlar este tipo de movimientos con los medios policiales cl¨¢sicos, a no ser a costa de granjearse la hostilidad de toda la poblaci¨®n. Hay que hablar, explicar, convencer. Es lo que va a intentar hacer el Gobierno franc¨¦s.
Lo cierto es que, sin detenernos en los problemas espec¨ªficos del contexto griego -corrupci¨®n, estado desastroso de la educaci¨®n, Gobierno pusil¨¢nime-, existen factores comunes que alimentan el profundo malestar de la juventud. En todas partes existe, en efecto, una especie de ruptura generacional que coloca a las generaciones activas ante su responsabilidad con las generaciones por venir.
Esos factores son numerosos. He aqu¨ª algunos de ellos. Para empezar, hay un abismo entre el poder de compra de los asalariados de 50 a?os y el de los de 30 Hace tres d¨¦cadas en Francia, la diferencia era del 15%; ahora es del 40%. En los pa¨ªses latinos se habla de los mileuristas en referencia a unos salarios que son la ¨²nica perspectiva de unos treinta?eros diplomados a los que, precisamente, sus diplomas hubieran debido garantizarles unos empleos mejores y m¨¢s cualificados. Es sin duda el factor m¨¢s importante de la fractura generacional.
A los j¨®venes cada vez les piden m¨¢s diplomas para acceder al mercado laboral. Al final de una larga carrera universitaria descubren que, despu¨¦s de tantos esfuerzos, no tienen otra perspectiva que aceptar empleos subcualificados en relaci¨®n con su nivel de estudios.
A esto se a?ade la pr¨¢ctica paralizaci¨®n de las oportunidades de ascenso social. Desde ese punto de vista, la generaci¨®n que ten¨ªa 20 a?os en 1968 fue privilegiada; conoci¨® una inserci¨®n inmediata en el mercado laboral y un ascenso r¨¢pido tanto en t¨¦rminos de carrera como en t¨¦rminos de poder de compra. Hoy, la inserci¨®n es tard¨ªa y deja poco margen para las perspectivas r¨¢pidas. Tambi¨¦n sabemos que tanto la cuesti¨®n de las pensiones como la del endeudamiento representan una carga para las generaciones futuras que la generaci¨®n en el poder se niega a pagar y recae pues sobre las pr¨®ximas. ?stas son algunas de las cuestiones subyacentes a las manifestaciones que se est¨¢n produciendo.
Hay que a?adir que en Europa se ha levantado por casi todas partes un viento de radicalidad, especialmente en la extrema izquierda, con aspiraci¨®n a la violencia -cuyo origen se puede datar en torno a la cumbre altermundialista de G¨¦nova, violentamente reprimida-. Es un fen¨®meno que tiende a cobrar amplitud. Y que es casi mec¨¢nico desde el momento en que se combinan la renovaci¨®n de la cr¨ªtica anticapitalista, alimentada por los sobresaltos, a veces asombrosos (caso Madoff), de la crisis financiera y la presencia de un Gobierno de derechas (Sarkozy, Berlusconi) que permite polarizar la cr¨ªtica. En Alemania, la tentaci¨®n de la violencia resurge alrededor del rebrote antinuclear. S¨®lo cabe incitar a los Gobiernos a la prudencia y la vigilancia. Deber¨ªan tener presente que, como dec¨ªa Mao Zedong, "una sola chispa puede incendiar la pradera".
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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