Rafael ?lvarez Colunga, el empresario desbordante
Presidi¨® la patronal andaluza y fue vicepresidente de la CEOE
Rafael ?lvarez Colunga (Mor¨®n de la Frontera, Sevilla, 1937) ha sido un personaje singular¨ªsimo. Naci¨® en el seno de una empresa familiar vinculada a la agricultura y la ganader¨ªa; en su casa conoci¨® de peque?o a la Ni?a de los Peines y se aficion¨® para siempre al flamenco; montaba en coches de caballos y cre¨® en Sevilla un museo de carruajes; era un amante apasionado de la Feria de Abril y del Roc¨ªo, pero ni cantaba ni bailaba. B¨¦tico de coraz¨®n generoso, lleg¨® a ostentar la vicepresidencia econ¨®mica del club; torero desde la barrera, buen aficionado y promotor del monumento que se erigi¨® a la figura de Curro Romero en los aleda?os de la Real Maestranza. Un "coleccionista de amigos", como a ¨¦l le gustaba llamarse, y un enamorado del mar, sobre todo de las aguas onubenses de Mazag¨®n, en cuyo puerto amarraba un barco que lleva por nombre Andaluc¨ªa.
Muri¨® al incendiarse la embarcaci¨®n que pilotaba a seis millas de Huelva
S¨®lo le faltaba morir en la plaza, como el torero Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, solo, ante el toro. Y lo hizo el pasado s¨¢bado, al incendiarse la embarcaci¨®n que pilotaba en solitario a seis millas de las playas de Huelva, adonde se hab¨ªa dirigido para presenciar unas regatas.
Su muerte ha provocado una honda conmoci¨®n en la sociedad andaluza. Porque Rafael ?lvarez Colunga era mucho m¨¢s que un buen amante de los aspectos l¨²dicos de la vida.
Rafael era farmac¨¦utico, doctor en Qu¨ªmica Org¨¢nica y especialista en distintas ramas de la ciencia boticaria. Y un convencido del protagonismo de la sociedad civil. As¨ª, presidi¨® la Cruz Roja de Andaluc¨ªa, la Fundaci¨®n Antonio Mairena, el Club de los Leones, el Colegio Farmac¨¦utico de Sevilla, la Asociaci¨®n para la Defensa del Patrimonio Hist¨®rico Art¨ªstico de Sevilla, la Real Academia de Gastronom¨ªa de Espa?a y otras instituciones privadas. Dicen que hizo muy buenas migas con el PCE de la transici¨®n y se rumore¨® si ten¨ªa o no el carn¨¦ del PSOE, sin olvidar que su sobrino se llama Javier Arenas.
Pero lo que de verdad era Rafael es empresario. Mantuvo siempre el negocio agr¨ªcola familiar, y ampli¨® su riesgo hacia la distribuci¨®n farmac¨¦utica, la agroindustria y la construcci¨®n. Era miembro de m¨¢s de 30 consejos de administraci¨®n y, no contento con ello, intent¨® por dos veces, aunque sin ¨¦xito, liderar la creaci¨®n de un banco andaluz.
Era un empresario consagrado cuando en 1996 accedi¨® a la presidencia de la Confederaci¨®n de Empresarios de Andaluc¨ªa (CEA), responsabilidad que ostent¨® hasta 2002. Durante ese tiempo se gan¨® el respeto y el afecto de pol¨ªticos y sindicatos por su talante dialogante y por su firmeza -siempre con una sonrisa en los labios- en la defensa de los intereses empresariales. Poco amigo de lo pol¨ªticamente correcto, sorprendi¨® en ocasiones por sus declaraciones p¨²blicas, encaminadas todas ellas en la b¨²squeda del prestigio que merece la actividad empresarial.
Particip¨® en la fundaci¨®n de la CEOE, organizaci¨®n de la que fue vicepresidente desde 1999 hasta 2002, y actualmente segu¨ªa vinculado a la representaci¨®n empresarial como presidente de honor de la CEA.
Por sus muchos m¨¦ritos, por su vitalidad y dinamismo, por su grandeza desbordante como empresario y como andaluz, el presidente de la Junta le entreg¨® el 28 de febrero de 2005 la Medalla de Andaluc¨ªa. Cuando le preguntaron a Rafael, con la voz entrecortada por la emoci¨®n, s¨®lo acert¨® a decir: "?ste es el orgullo m¨¢s grande de mi vida".
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