El Paluso cierra, su Navidad sigue
El bar que invita a cenar a los solitarios en Nochebuena se despide por la crisis
"Quiero que se sepa que el Paluso va a desaparecer, pero la cena va a seguir. Vamos a cerrar pronto, a¨²n no s¨¦ la fecha, pero pronto. Hay mucha crisis y yo tengo otro empleo, por las ma?anas, de cocinera, en una casa de comidas... Algo m¨¢s seguro que esto". Chus Iglesias, alma del Paluso (bar, raxer¨ªa y churrasquer¨ªa de Conxo) garantiza que la ¨²nica cena que ofrece la hosteler¨ªa compostelana en Nochebuena se va a seguir celebrando y "quiz¨¢s para siempre". El local, en la plaza del psiqui¨¢trico, con una barra, dos comedores, cocina, una larga trastienda y huerta, est¨¢ alquilado, y cuando el Paluso cierre, Chus y Seraf¨ªn Varela, su marido, van a tener que buscarse otro lugar a cubierto para invitar a todas aquellas personas que pasan las fiestas solas. Llevan haci¨¦ndolo, con ¨¦ste, 14 a?os.
"Yo no quiero saber por qu¨¦ vienen, lo que me importa es que est¨¦n aqu¨ª"
A la mesa se sientan abogados, indigentes, abuelos o peregrinos
Echan la cuenta con facilidad porque, cuando empezaron, Soana, su hija peque?a, ten¨ªa s¨®lo un a?o. "Cuando nosotros faltemos", contin¨²a Chus, "estamos seguros de que la ni?a buscar¨¢ la manera de seguir compartiendo la Nochebuena" con todas las personas que no tienen con qui¨¦n cenar. "Es lo que ha vivido siempre y se ilusiona mucho con los preparativos". De momento, el Centro Sociocultural de Conxo ya le ha ofrecido a Chus "una sala grande" para los a?os venideros.
En el Paluso, un acr¨®nimo formado por los nombres de los tres hijos (Patricia, Luis y Soana) que tuvo este matrimonio, hubo alg¨²n a?o que se llegaron a juntar 80 personas. Lo normal, sin embargo, es que ronden las 50. Hasta las diez o las once de la noche nunca saben cu¨¢ntos van a ser, porque no es necesario reservar, sino s¨®lo presentarse. "Pero cuantos m¨¢s mejor", afirma Seraf¨ªn, "por eso mi mujer pega anuncios por todas partes". El 24 y el 25, en la fiesta gratis del Paluso suele haber m¨¢s hombres que mujeres, indigentes o simples solitarios, j¨®venes y ancianos, personas de toda condici¨®n que se han quedado colgadas, turistas en una ciudad fantasma pero tambi¨¦n parejas y hasta familias. "El a?o pasado llegaron dos abogados chilenos buscando d¨®nde cenar, y siempre vienen peregrinos, belgas, italianos, brasile?os, que terminan aqu¨ª su viaje".
?ngel, Manuel y Susi?o, de Santiago, son convidados fijos. Como tambi¨¦n lo fue la se?ora Rosa, "a nosa abuela de Vilagarc¨ªa", hasta que se encontr¨® demasiado mayor para venir. Ahora manda una felicitaci¨®n, y esto tranquiliza a todos. Por lo menos, la se?ora Rosa sigue viva. Sin embargo, "o noso abuelo de Boiro", lleva dos a?os sin dar se?ales. Se apunt¨® a las Veladas Navide?as de los Corazones Perdidos la primera vez que se celebraron y ya nunca fall¨®. "Ven¨ªa desde Boiro el d¨ªa antes, dorm¨ªa en el albergue y nos avisaba de que estaba ya en Santiago para que cont¨¢semos con ¨¦l", recuerda Chus. "Andamos preocupados por ¨¦l, y no tenemos forma de saber qu¨¦ le ha pasado".
Porque "o noso abuelo de Boiro" no ten¨ªa m¨¢s nombre que ¨¦ste. Chus nunca le quiso preguntar por su vida. Nunca lo ha hecho con nadie. "Yo no quiero saber por qu¨¦ vienen", dice, "lo ¨²nico que me importa es saber que est¨¢n aqu¨ª". Todo empez¨® una Nochebuena en la que la pareja volv¨ªa de cenar en casa de unos familiares por la r¨²a de San Pedro. Hab¨ªa gente sola, comiendo bocadillos en la calle. "Nos sent¨® como una patada en el pecho", cuenta Chus, "as¨ª que al a?o siguiente montamos la primera cena". "Cosas de mi mujer, que cuando se enfada tiene muy mala hostia pero en el fondo tiene un coraz¨®n de oro", explica Seraf¨ªn Varela.
Los banquetes, esta vez, fueron igual de estupendos que siempre. Hubo langostinos, bacalao con coliflor, las zamburi?as que don¨® "o noso Jos¨¦", el jam¨®n asado que trajo crudo "o noso Tom¨¢s" y 14 pollos comprados m¨¢s los dos "ghalos", grandes como capones, que se criaron este a?o en el corral del Paluso. Mucho turr¨®n y, como siempre, nada de alcohol. "Aunque un poquito de champ¨¢n, en Navidad, s¨ª que sacamos", confiesa feliz Seraf¨ªn. A punto de echar el cierre, el Ayuntamiento ha reconocido el altruismo de esta familia con un premio Vagalume. Un diploma que ya no podr¨¢n colgar en el bar.
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