La agon¨ªa de Gaza y la trampa de Israel
Aunque Israel est¨¦ dispuesto a arrostrar las condenas por la muerte de civiles palestinos, no est¨¢ claro c¨®mo puede triunfar en un conflicto como el actual. ?Es realista pensar en derrocar a Ham¨¢s?
Con todos los cohetes que se lanzan a diario contra las ciudades israel¨ªes desde la franja de Gaza, m¨¢s la rivalidad entre los pol¨ªticos israel¨ªes para ver qui¨¦n ofrece la respuesta m¨¢s dura a las bravatas de Ham¨¢s y dado que la capacidad del Gobierno egipcio para mediar en un nuevo alto el fuego m¨¢s s¨®lido que el anterior se ha visto gravemente perjudicada por sus propias tensiones con los islamistas de Gaza, una operaci¨®n militar masiva de Israel era s¨®lo una cuesti¨®n de tiempo.
La falta de cauces pol¨ªticos es lo que ha convertido este conflicto en tal tragedia humana y ha hecho que la acci¨®n militar sea el ¨²nico lenguaje de comunicaci¨®n entre las dos partes. Ham¨¢s e Israel se obstinan en negarse mutuamente, la comunidad internacional ha boicoteado a Ham¨¢s por su negativa a incorporarse al proceso de paz encabezado por el Cuarteto, y la Uni¨®n Europea ha seguido los pasos de la obcecada pol¨ªtica de Estados Unidos de permitir que se desmorone el acuerdo de La Meca. Dicho acuerdo ofrec¨ªa la oportunidad, por endeble que fuera, de que un movimiento palestino unido pudiera alcanzar un acuerdo negociado con Israel. Ahora, para Israel, se trata de decidir si invadir Gaza u optar por una t¨¢ctica diferente. Pero Ham¨¢s tampoco est¨¢ libre de contradicciones. Tanto Israel como Ham¨¢s est¨¢n atrapados en un dilema aparentemente irresoluble.
Los pol¨ªticos israel¨ªes compiten por ofrecer la respuesta m¨¢s dura a las bravatas de Ham¨¢s
Un ataque contra una tierra tan poblada propicia acusaciones de cr¨ªmenes de guerra
Ham¨¢s, como autoridad, debe ser juzgado por su capacidad de proporcionar seguridad y un gobierno decente a la poblaci¨®n de Gaza, pero, como movimiento, es incapaz de traicionar su empe?o implacable de combatir al ocupante israel¨ª hasta la muerte. Al fin y al cabo, no gan¨® las elecciones para lograr la paz con Israel ni mejorar las relaciones con Estados Unidos. Por muy prometedoras que resulten algunas se?ales espor¨¢dicas de que se aproxima al campo del realismo pol¨ªtico, entre sus prioridades inmediatas no est¨¢ el traicionar su propia raison d'etre mostrando su apoyo al proceso de Ann¨¢polis de los estadounidenses.
La ofensiva de cohetes Kassam de Ham¨¢s, que ha convertido todo el Neguev occidental en reh¨¦n de los caprichos de los escuadrones islamistas, no es un intento de arrastrar a Israel a una costosa invasi¨®n que podr¨ªa sacudir su r¨¦gimen, sino una medida destinada a establecer un equilibrio de amenazas basado en mantener vivas las llamas de un conflicto de baja intensidad aunque se acuerde una nueva tregua.
Un Ham¨¢s cada vez m¨¢s arrogante y extremadamente bien armado confiaba en que se acordara dicha tregua s¨®lo a cambio de nuevas concesiones de Israel y Egipto: la apertura de los pasos de Gaza, entre ellos el paso de Rafah, controlado por los egipcios (inflexibles en su postura de que debe permanecer cerrado), la liberaci¨®n de presos de Ham¨¢s en Egipto, la suspensi¨®n de las operaciones de Israel contra activistas de Ham¨¢s en Cisjordania y el derecho a responder a cualquier supuesta violaci¨®n del alto el fuego por parte de Israel.
Sin embargo, la actitud de Ham¨¢s ha demostrado ser un peligroso ejercicio de pol¨ªtica suicida, porque un conflicto de baja intensidad puede degenerar f¨¢cilmente en una aut¨¦ntica llamarada si, como ha ocurrido ahora, la contenci¨®n exhibida hasta el momento por los israel¨ªes se vuelve pol¨ªticamente insostenible. A diferencia del ataque de Israel contra Hezbol¨¢ en el verano de 2006, la operaci¨®n actual no es una reacci¨®n impulsiva desencadenada por un inesperado casus belli; es una decisi¨®n que pretende cambiar la ecuaci¨®n estrat¨¦gica entre Israel y el r¨¦gimen de Ham¨¢s en Gaza.
Ham¨¢s tambi¨¦n ha estado jugando con fuego en el frente egipcio. Mostr¨® su rechazo con su altanera interrupci¨®n del proceso de reconciliaci¨®n con la OLP de Mahmud Abbas encabezado por Egipto y al comprometerse a desbaratar la iniciativa egipcia y saud¨ª para ampliar el mandato presidencial de Abbas hasta 2010. Ham¨¢s ha dejado claro que, cuando termine oficialmente la presidencia de Abbas, el 9 de enero, preferir¨ªa nombrar en su lugar al presidente del Parlamento palestino, un miembro del movimiento que se encuentra en una prisi¨®n israel¨ª.
El radicalismo de Ham¨¢s no carece de prop¨®sito pol¨ªtico. Lo que est¨¢ llevando a cabo es un intento de enterrar definitivamente lo poco que queda de la soluci¨®n de los dos Estados. Los pobres resultados del proceso de Oslo hasta ahora son, para Ham¨¢s, nada m¨¢s que la confirmaci¨®n de su opini¨®n de siempre, que Oslo estaba condenado al fracaso y que Israel y Estados Unidos nunca tuvieron intenci¨®n de respetar los requisitos m¨ªnimos del nacionalismo palestino. Ham¨¢s nunca ha sido indiferente a los c¨¢lculos pol¨ªticos cotidianos, pero tampoco se limita exclusivamente a ellos. Es un movimiento fundamentalmente religioso que opina que el futuro pertenece al islam y que se ve, en el futuro, envuelto en una lucha armada a largo plazo por la liberaci¨®n de toda Palestina.
Tampoco fue completamente irracional el ejercicio de pol¨ªtica suicida, porque el legado del intento frustrado de Israel de destruir Hezbol¨¢ en 2006 es que el aparato militar israel¨ª se ha dedicado, por primera vez en la historia del pa¨ªs, a propugnar la contenci¨®n y oponerse a las acciones m¨¢s duras propuestas en las reuniones del consejo de ministros. El ej¨¦rcito no quer¨ªa esta guerra; estaba resignado a que era inevitable. La resistencia de Israel a lanzar un ataque masivo contra el r¨¦gimen de Ham¨¢s en Gaza nace de un an¨¢lisis detallado de los l¨ªmites de lo que se puede lograr por la fuerza, hasta el punto de que el ministro Barak estaba dispuesto a pagar un alto precio pol¨ªtico, en plena temporada de elecciones, al aceptar una nueva tregua incluso aunque Ham¨¢s la violase de forma intermitente.
Un ataque militar contra una franja de tierra tan peque?a y tan densamente poblada, en la que Ham¨¢s ha utilizado de forma sistem¨¢tica a los civiles como escudos humanos, no tiene m¨¢s remedio que someter al ej¨¦rcito israel¨ª a acusaciones de cr¨ªmenes de guerra. Por muy justificada que est¨¦ la actuaci¨®n de Israel, y por mucho que la comunidad internacional critique el r¨¦gimen represivo y oscurantista de Ham¨¢s en Gaza, tardaremos poco en ver que la cobertura de las bajas civiles en los medios de comunicaci¨®n pone a Israel, y no Ham¨¢s, en la picota de la opini¨®n internacional. Israel preferir¨ªa evitar a toda costa una invasi¨®n masiva, aunque s¨®lo sea porque la reocupaci¨®n de Gaza significar¨ªa tener que volver a asumir la responsabilidad exclusiva del mill¨®n y medio de palestinos que hoy viven bajo control de Ham¨¢s.
Pero, aunque Israel est¨¦ dispuesto a absorber el precio de las duras condenas internacionales, no est¨¢ nada claro qu¨¦ significa verdaderamente un triunfo en una guerra as¨ª. ?Es una opci¨®n realista pensar en derrocar el r¨¦gimen de Ham¨¢s? Tal vez caiga el Gobierno de Ismail Hanyieh, pero Ham¨¢s seguir¨ªa siendo un poderoso producto natural de Palestina que agrupar¨ªa a su alrededor a la poblaci¨®n. E, incluso bajo una nueva ocupaci¨®n israel¨ª, el ocupante podr¨ªa sufrir la humillaci¨®n suprema si se siguen lanzando misiles Kassam mientras las divisiones acorazadas israel¨ªes se despliegan en la franja.
Y, por ¨²ltimo, despu¨¦s de que se haya asestado un golpe mortal a lo que quedaba del proceso de paz y los cementerios de Israel y una Gaza devastada vuelvan a llenarse de v¨ªctimas, Israel querr¨ªa salir de esa trampa y volver a negociar otro alto el fuego... con el mismo Ham¨¢s.
Shlomo Ben-Ami, antiguo ministro de Exteriores de Israel, es en la actualidad vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz. Su ¨²ltimo libro es Scars of War, Wounds of Peace: The Israeli-Arab Tragedy. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Project Syndicate, 2008.
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