El diario adolescente de Carlos Cay, en forma de libro
Despu¨¦s de un verano extra?o, de una escurridiza pero intensa presencia en EL PA?S con su diario entre nihilista, tierno y furioso, Carlos Cay vuelve a dar se?ales de vida. Lo hace con un libro en el que reunir¨¢ los art¨ªculos que aparecieron en la Revista de Verano bajo el t¨ªtulo Me cago en mis viejos.
Este autor de seud¨®nimo, que desde la soledad de una habitaci¨®n nos describi¨® un verano entre absurdo e irritante, con sus cuitas familiares, sus filias y sus fobias, lanza la recopilaci¨®n de sus art¨ªculos en la editorial Edhasa. Lo hace dentro de la serie Marlowe y con las ilustraciones que acompa?aron ese panorama de costumbrismo desolador ilustrado por Eduardo Estrada.
Es imposible hablar con ¨¦l. Tampoco consiente contactarle por otros medios. M¨¢s desde un peri¨®dico en el que se le ha dado la oportunidad de explayarse a fondo pero que detesta por ser "la Biblia diaria" de sus viejos.
Apuestas en Internet
Ni en la editorial han podido hablar directamente con el autor. El misterio sigue. Las apuestas por Internet y los comentarios han ido engordando uno de los secretos mejor guardados de las ¨²ltimas letras. En las entrevistas se les pregunta a varios autores. Todos lo niegan. Lo critican, lo alaban y se apiadan de ¨¦l. Y con eso, el efecto morboso se multiplica. No es ni m¨¢s ni menos que lo buscado.
Su historia, desde que se despidiera de los lectores el pasado 31 de agosto, ha sido sencilla. Suspendi¨® la Selectividad, su padre se escabulle de su prejubilaci¨®n, demasiado anticipada para su gusto, fingiendo una depresi¨®n. La hermana ha regresado a la casa paterna tras separarse y con el hombre invisible (su sobrino) debajo del brazo.
Eso, en cuanto a su encantadora familia. Por lo que respecta a ¨¦l, la cosa no pinta mejor. Ha abandonado los estudios y se ha apuntado sin ¨¦xito en varias ETT. Hizo un curso de camarero pese a que, por lo que se desprende de su escritura, lo suyo no son esos trabajos en los que conviene repartir sonrisas a diestro y siniestro cara al p¨²blico. Adem¨¢s, ha decidido largarse de casa. Por lo pronto se ha instalado donde el Risas, pero si un boom literario en las listas de venta no lo impide y puede pagarse un alquiler adem¨¢s de los gastos, lo m¨¢s seguro es que acabe de okupa en una f¨¢brica abandonada.
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