Muy Caroline y poco Kennedy
Crecen las dudas sobre la capacidad pol¨ªtica de la ¨²ltima del famoso clan para ser senadora por Nueva York
Por un momento, pareci¨® una opci¨®n s¨®lida y casi inevitable para sustituir a Hillary Clinton en el Senado, una vez que la ex primera dama fue elegida por el presidente electo, Barack Obama, para dirigir el Departamento de Estado. Pero cuando, el pasado fin de semana, Caroline Kennedy, de 51 a?os, decidi¨® salir a la luz y dar una ronda de entrevistas, lo inevitable pas¨® a convertirse en la sombra de una duda. Ahora Kennedy se enfrenta a la competencia de candidatos con un curr¨ªculum impecable en el servicio p¨²blico, entre ellos el fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, y a un problema tal vez mayor: su propia inexperiencia pol¨ªtica.
El pasado fue un a?o inusual para Caroline Kennedy. La m¨¢s joven de uno de los clanes pol¨ªticos con m¨¢s solera de EE UU se hab¨ªa mantenido a lo largo de los a?os alejada de la vida p¨²blica. Se form¨® como abogada en la prestigiosa Universidad de Columbia, escribi¨® libros sobre derechos civiles y form¨® una familia con su marido, el dise?ador Edwin Schlossberg, y tres hijos.
Caroline decidi¨® que no hab¨ªa otro presidente como su padre hasta Obama
Algunos dicen que es 'la Sarah Palin dem¨®crata' por su falta de sustancia
La benjamina del clan Kennedy tuvo un breve escarceo con la vida p¨²blica entre 2002 y 2004, cuando acept¨® el puesto de directora de Alianzas Estrat¨¦gicas del Departamento de Educaci¨®n del Ayuntamiento de Nueva York. Su trabajo consist¨ªa en recaudar dinero para mejorar las escuelas p¨²blicas de la ciudad.
Hasta 2008, el suyo hab¨ªa sido un papel de discreta gestora y elegante portadora del legado de su estirpe. Al fin y al cabo, es la ¨²ltima de los Kennedy, tras los asesinatos de su padre y su t¨ªo Robert; de la muerte en aguas de la costa atl¨¢ntica de su hermano John-John, y del tumor cerebral que le fue diagnosticado el a?o pasado a su t¨ªo, el le¨®n del Senado, Ted Kennedy.
M¨¢s all¨¢ de su familia, Caroline Kennedy nunca pidi¨® el voto para ning¨²n candidato. No se inmiscuy¨® en la pol¨ªtica nacional en la era de Bill Clinton. No hizo campa?a para Al Gore. Tampoco para John Kerry. El suyo fue un discreto segundo plano... hasta que lleg¨® Barack Obama.
Parec¨ªa inevitable que los Kennedy apoyar¨ªan, al menos veladamente, al clan Clinton en las primarias presidenciales. De una estirpe en su ocaso a una en plena reemergencia. Pero Caroline decidi¨® que, en la carrera electoral, s¨®lo hab¨ªa un presidente como su padre. Y ¨¦se era Obama.
Con esas mismas palabras, "un presidente como mi padre", titul¨® Kennedy un art¨ªculo de opini¨®n que public¨® en The New York Times el pasado 27 de enero. "Nunca he visto a un presidente que inspirara a la gente como me dicen que mi padre era capaz de inspirar", escribi¨®. "Pero por primera vez, creo que he encontrado al hombre que podr¨ªa ser ese presidente, no s¨®lo para m¨ª, sino para toda una generaci¨®n de americanos".
En aquel momento, Caroline Kennedy lanz¨® a su familia a una defensa apasionada de la candidatura del nuevo Kennedy, el que ser¨ªa el primer presidente afroamericano de EE UU. La hija del m¨ªtico JFK ve¨ªa en Obama al valedor del viejo legado de Camelot, el nombre m¨¢gico con el que su madre, Jacqueline Kennedy, bautiz¨® los breves a?os de su padre en la presidencia, desde 1961 hasta su asesinato en Dallas en noviembre de 1963.
En junio, Obama nombr¨® a Caroline como una de las tres personas que dirigir¨ªan el comit¨¦ de b¨²squeda de vicepresidente, un cargo que finalmente recaer¨ªa sobre el senador de Delaware Joe Biden. Tras la victoria del pasado 4 de noviembre, muchos fueron los puestos que la prensa norteamericana previ¨® para Caroline Kennedy, desde embajadora en Par¨ªs a Secretaria de Educaci¨®n. El destino y Obama quisieron que, finalmente, el suyo fuera el nombre que entr¨® con m¨¢s fuerza en las c¨¢balas para sustituir a Hillary Clinton, a la que la familia Kennedy desair¨® en las primarias con su apoyo a Obama.
A la ayuda de Kennedy acudi¨® el que fuera su jefe en el gobierno local de Nueva York, el alcalde republicano convertido en independiente Michael Bloomberg. ?ste puso a trabajar al vicealcalde, Kevin Sheekey, en un s¨®lo objetivo, descrito por The New York Times de este modo: "Caroline Kennedy va a ser la nueva senadora por Nueva York, as¨ª que todos deben ponerse manos a la obra".
Cuando un esca?o en el Senado queda vacante fuera de temporada de elecciones, es el gobernador del correspondiente Estado quien tiene que decidir qui¨¦n lo ocupa. La estrategia del equipo de Bloomberg era que David Paterson, gobernador de Nueva York, no tuviera m¨¢s opci¨®n que designar a Kennedy.
El Times, sin embargo, detectaba ya entonces ciertas reticencias entre las bases dem¨®cratas: "Existe una preocupaci¨®n de que el apoyo de la Administraci¨®n de Bloomberg a la se?ora Kennedy s¨®lo refuerce su imagen de rica de Upper East Side cuya base y apoyo est¨¢ en el exclusivo mundo social de Manhattan".
Kennedy quiso sacudirse esta imagen con una serie de visitas al norte del Estado de Nueva York y con una simb¨®lica comida en el conflictivo barrio de Harlem con el reverendo Al Sharpton el pasado 18 de diciembre. "Vengo aqu¨ª como madre, como abogada, como escritora y defensora de la educaci¨®n, representando a una familia que ha pasado muchos a?os en el servicio p¨²blico", dijo a los medios all¨ª reunidos. "Me encantar¨ªa llevar toda mi experiencia y capacidades a Washington".
Con este fin, Kennedy compareci¨® ante los medios de comunicaci¨®n el pasado fin de semana. Lo que deb¨ªa haber sido su gran lanzamiento en la escena pol¨ªtica nacional acab¨® siendo un desastre. Algunos diarios han bautizado a Kennedy como la Sarah Palin del Partido Dem¨®crata, por lo insustancial y confuso de sus respuestas.
Un periodista del New York Daily News le pregunt¨® por las rebajas de impuestos a grandes fortunas que el presidente George Bush quer¨ªa hacer permanentes. Su respuesta, sin adulterar, ha sido difundida por el mismo diario: "Bueno, ?sabes?, es algo, obviamente, que, ?sabes?, en principio en la campa?a, ?sabes?, creo que, las rebajas de impuestos, ?sabes?, iban a expirar y necesitaban ser revocadas".
El tic de repetir la palabra "?sabes?" cada diez segundos -esta media la elabor¨® el tabloide The New York Post- no le pas¨® a ning¨²n periodista por alto. El Times la cont¨® hasta 144 veces en su propia transcripci¨®n. Este diario reconoci¨® que, tras las respuestas de Kennedy, su candidatura parec¨ªa de todo menos inevitable: "A¨²n parece menos una candidata que la idea de una candidatura. Fuerte pero vaga, ampliamente indefinida y al parecer decidida a permanecer de ese modo".
Las dudas sembradas por los medios son tan grandes que incluso el equipo de Bloomberg ha reculado y ha decidido no presionar al gobernador Paterson para que la elija. Seg¨²n revel¨® el Post el pasado martes, el vicealcalde Sheekey "ha abandonado la campa?a para propulsar a Caroline Kennedy al Senado, porque 'no estaba funcionando', seg¨²n fuentes an¨®nimas". "Nos sali¨® el tiro por la culata", dijo otra fuente sobre los esfuerzos del vicealcalde Sheekey.
Uno de los grandes competidores con los que se ha encontrado Kennedy es el fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, que precisamente estuvo casado con la prima de Caroline, Kerry Kennedy. Cuomo fue secretario de Vivienda con Bill Clinton entre los a?os 1997 y 2001, y mantiene buenas relaciones con la familia del ex presidente.
En las encuestas, ambos candidatos mantienen un empate t¨¦cnico. Seg¨²n la publicada por el Instituto Sierra el pasado 18 de diciembre, Cuomo ser¨ªa el elegido por el 26% de los neoyorquinos, frente al 23% que preferir¨ªa a Kennedy. La benjamina del clan Kennedy tendr¨¢ que implicarse en una dura campa?a si quiere llegar a Washington.
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